¿Por qué y cómo consumimos aguacate?
Según Water Footprint Network, para producir una pieza de aguacate se necesitan utilizar más de 227 litros de agua, lo que supone más del doble de lo requerido para otras frutas, y demanda aproximadamente 389 litros para producir un Kg. en una región semiárida. Este requerimiento de agua (al igual que en el caso de la carne, el cacao o el café) nos sitúa ante la realidad de nuestro consumo alimentario moderno, cada vez más desvinculado de los recursos y condiciones climáticas locales.
La dietista-nutricionista y portavoz del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Cataluña (CoDiNuCat), Susana Cánovas, explica el fenómeno del “oro verde” como una “corriente derivada de la moda de cuidarse y del movimiento real fooding”. Además, la experta afirma que los dietistas-nutricionistas lo han recomendado como fuente de grasa cardiosaludable, fibra sin colesterol, vitaminas y una sensación saciante al buscar alternativas saludables a la margarina o al embutido.

Sin embargo, Cánovas destaca que no suele recomendar la fruta tropical porque hay otras fuentes de grasa cardiosaludable como el aceite de oliva virgen extra, del que disponemos en nuestro entorno, y piensa que su manera de cultivo es “mucho más sostenible que la del aguacate”. De esta forma, Cánovas opina que deberíamos tener en cuenta el coste de su producción y la huella ecológica que está dejando su cultivo, e indica que nos replanteemos el consumo de productos tropicales y pensemos en conocer y buscar el origen de los aguacates que compramos, con todo lo que puede conllevar para el medio ambiente.
El doctor e investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB), Martí Rufí-Salís, evidencia que “la solución comienza con un cambio profundo en la forma en que planteamos nuestras dietas porque hace tiempo que el conocimiento sobre qué productos son de temporada se ha perdido debido a que podemos comer cualquier fruta o verdura durante todo el año, ya sea producidas localmente fuera de temporada gracias a iluminación y calefacción artificiales o importadas de otros zonas climáticas”.
El investigador Martí Rufí-Salís: “Hace tiempo que el conocimiento sobre qué productos son de temporada se ha perdido debido a que podemos comer cualquier fruta o verdura durante todo el año”
“Por ejemplo, la temporada del aguacate en España, donde la producción se concentra en Málaga y Granada, es entre los meses de diciembre y mayo. Como estamos habituados a disponer de aguacates todo el año, no nos ceñimos a su consumo en los meses en los que está producido relativamente cerca y debemos importar de otros países productores. Desayunar dos tostadas con aguacate cada día del año puede ser saludable para nuestro cuerpo, pero no para el planeta”, corrobora Rufí-Salís.
El aguacate en España

Esta especie de “fiebre” por el aguacate ha obligado a España, un país que no se encuentra en la zona de clima tropical, a importar la fruta desde terceros países durante todo el año (como América central, Chile, Perú y México). Sin embargo, los productores nacionales del sur de la Península se dieron cuenta de que las condiciones climáticas con micro-climas subtropicales de Andalucía, el sur de Valencia y Canarias permitían el cultivo del aguacate.
Hace cuarenta años que agricultores del sur empezaron a cultivar frutas tropicales en Málaga, y ahora España es la “huerta tropical de Europa”. Desde entonces, la provincia andaluza ha acumulado más y más árboles de aguacate hasta alcanzar alrededor de los 1,5 millones situados en unas 7.000 hectáreas, que producen más de 82.000 toneladas de aguacates anualmente. El 80% de los árboles de aguacate en España crecen en Andalucía. La mayoría del cultivo está acumulado en la comarca de la Axarquía (Málaga).
Rafael Yus Ramos, doctor en ciencias de la naturaleza y miembro de GENA-Ecologistas en Acción Vélez-Málaga, sostiene que “en los años ochenta el aguacate era un cultivo nuevo, que había sido propuesto por el Centro Experimental “La Mayora” (CSIC), una vez demostrado que la planta soportaba bien la climatología mediterránea subtropical de la Axarquía”.
El ecólogo e investigador Rafael Yus Ramos: “Hace 40 años en España iban sustituyendo los antiguos cultivos de regadío (cítricos, hortícolas) por el aguacate”
El investigador relata que, al principio, este cultivo se iba extendiendo por la vega del río Vélez y Benamargosa, zonas llanas con abundantes pozos y recursos hídricos. De ese modo, iban sustituyendo los antiguos cultivos de regadío (cítricos, hortícolas) por el aguacate, a la vez que sustituían el riego tradicional “a manta” por el nuevo de “goteo”, que el doctor revela se copió de California e Israel.
Yus Ramos subraya que, siguiendo este método, el crecimiento fue “fuerte” desde 1985 hasta 1990, año en que se alcanzó un máximo de superficie. A partir de entonces, se mantiene más o menos constante.
Productores de la Axarquía (Málaga)
La comarca malagueña es la más reconocida en España y en Europa en cuanto a la calidad de los aguacates que producen, por sus condiciones climáticas cálidas favorables para el cultivo de frutas tropicales. La región es reducida, pero el volumen de producción es elevado.
La empresa SurTropics es una de las productoras de aguacate y mango que trabaja en la Axarquía. Albano Quero Ramos, el encargado de producción, expone los puntos fuertes del aguacate nacional: “El clima que se da en nuestra comarca hace que la misma funcione como una marca para el exterior, algo así como una denominación de origen. Gran cantidad de nuestros productos son exportados a países como Francia, Reino Unido, Bélgica, Alemania o Países Bajos”. Quero Ramos también apunta objetivos del negocio a largo plazo: “Además de aumentar nuestra producción y exportación, sabemos que los recursos que nos da la tierra son limitados y hemos de velar por ellos, rentabilizar su utilización y reducir el impacto medioambiental al máximo”.
Extensión del cultivo del aguacate hacia Valencia
En los últimos años se han establecido nuevas producciones en Huelva, con mil hectáreas, Cádiz (1.260 hectáreas) y Comunidad Valenciana (2.300 hectáreas, el 11% nacional), donde en 2020 las plantaciones de aguacate incrementaron en un 45%. Éstas se han sumado a las tradicionales de Málaga y Granada-Costa (15.000 hectáreas) y Canarias (2.000 hectáreas).

El presidente de la Asociación de Productores de Aguacates (ASOPROA) -vinculada a la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA)-, Celestino Recatalá Rico, expresa que “el aguacate se ha erigido en una alternativa de cultivo muy interesante en áreas con clima suave y cálido, aisladas y diseminadas en comarcas como el Camp de Morvedre, L’Horta, La Ribera, La Safor o La Marina”.
“La superficie apenas supera las 2.500 hectáreas en la Comunitat Valenciana, de las 20.000 hectáreas españolas. El reto es ofrecer más cantidad, garantizando en todo momento la máxima frescura, calidad, trazabilidad, seguridad alimentaria y sostenibilidad ambiental”, señala Recatalá Rico.
“ASOPROA ya se ha reunido con las administraciones y ha trasladado que cabe investigar patrones y variedades de aguacates que se adapten de manera óptima a nuestras condiciones de suelo y clima, y que permitan extender la recolección a lo largo de todo el año”, expresa el presidente de la asociación.
El aguacate canario
Por su parte, Vicente José Santos Luis, gerente y comercial de Orotava Aguacates, una empresa canaria de distribución del aguacate a restaurantes y negocios, menciona que “en Canarias no se puede importar el aguacate, además del plátano y la piña tropical, aunque sí podemos exportar”, ya que la isla es auto-suficiente en la producción del aguacate. La Palma y Tenerife son las islas con más cultivo: 595,3 y 473,4 hectáreas respectivamente; frente a las 181,6 hectáreas de Gran Canaria, 19,6 de La Gomera, 17 de El Hierro y 0,5 de Lanzarote.
El distribuidor de aguacate Vicente José Santos Luis: “En Canarias no se puede importar el aguacate, además del plátano y la piña tropical, aunque sí podemos exportar”
“El crecimiento y la evolución de las plantaciones de aguacate ha sido ‘tremendo’, con una demanda al alza de particulares y negocios”, explica Santos Luis. El comercial aclara que “Canarias exporta a la Península, Europa y África, ya que tenemos un clima estable y suave -entre 15 y 20 grados de media anual-, parecido al de las potencias latinoamericanas del aguacate”. Finalmente, el gerente de la distribuidora insiste en que “en Canarias también se está apostando por cultivos ecológicos, que cada día son más”.
El cultivo del aguacate español en datos

La facturación de este “oro verde” español se aproxima a los 200 millones de euros, y es que algunas empresas que facturaban 8 millones hace 20 años, ahora superan los 100 millones.
En el diario El Independiente explicaron que el último año se vendieron 80.000 toneladas de aguacates en España, y los agricultores obtienen un beneficio medio de 2,3 euros por kilogramo. A pesar de ello, las estimaciones han indicado que tan solo el 10% de los aguacates que se consumen en Europa provienen de España.
Según informa El País, la organización malagueña Trops maneja el 55% de la producción de mango en España y el 40% del aguacate, dos de los cultivos al aire libre más rentables. La firma, que ha multiplicado por seis su facturación en la última década, suma 6.000 hectáreas con productores en toda España, y se ha propuesto seguir aumentando la superficie entre el 5% y el 10% anual.
El último año se vendieron 80.000 toneladas de aguacates en España, con una facturación del cultivo nacional de 200 millones de euros
El 80% de la producción nacional se exporta, sobre todo a Europa, con los países del norte como principal destino, ya que los españoles toman 1,4 kg de aguacate al año, mientras que en los países nórdicos superan los tres kg sin cultivarlo. España se ha convertido en el principal productor europeo de aguacate, exportando a toda Europa y cubriendo el 9% de la demanda europea. Una de las ventajas frente a los principales exportadores latinoamericanos -Perú y Chile-, es la calidad con la que el producto llega al comprador, al ser un país europeo más próximo.

Impacto ambiental del cultivo español del aguacate
¿Es posible cultivar una fruta tropical como el aguacate en España de manera sostenible?
El doctor Rufí-Salís del ICTA-UAB certifica el origen del problema: “La plantación no sólo de frutas tropicales, sino de cultivos que no están adaptados al entorno, implica un desequilibrio en el sistema. Requieren una irrigación diferente y unas condiciones de temperatura, humedad y radiación distintas a las que puede ofrecer el entorno. El problema comienza cuando la proliferación de cultivos provoca escasez y competición por recursos claves que pueden generar tensiones en las comunidades locales o desaparición de variedades autóctonas, entre muchas otras problemáticas”.

El cultivo de aguacate y el de otros cítricos conlleva el 80% del consumo hídrico en la comarca malagueña de la Axarquía. Allí, y en las provincias donde se cultivan frutas tropicales como el aguacate o el mango, han acabado sufriendo colapso hídrico por el incremento de riego del sistema agrario en una zona con déficit de agua y sequía por falta de lluvias. Además, el aumento de las temperaturas medias unido a la reducción en la precipitación esperada en la región mediterránea -un 30% menos a finales del SXXI- complica aún más la escasez de agua general de las cuencas mediterráneas.
El año pasado, agricultores andaluces reclamaron la conexión de las cuencas de Andalucía para intercambiar agua recíprocamente y han pedido que se lleven a cabo grandes proyectos como la construcción de una red de tuberías, pero son conscientes que no va a ser posible a medio plazo. Por ello, han reducido su propuesta a iniciativas como el desvío de parte de agua del pantano de la Concepción -que suministra a la ciudad de Málaga y suele tener excedentes- hacia la Axarquía. Este proyecto ya ha sido aprobado por la Junta de Andalucía para este verano, por valor de 1,4 millones de euros.
En cuanto a la situación en Valencia, Celestino Recatalá Rico, el presidente de la Asociación de Productores de Aguacates (ASOPROA), ha defendido su posición: “Los agricultores no malgastamos ni una gota de agua, regamos los árboles justo lo que necesitan, sabemos que los excesos hídricos son perjudiciales para el cultivo -por ejemplo, el cultivo es sensible a la fitóftora- y ponemos todo el esmero en lograr un riego racional”. Recatalá Rico añade que han “modernizado prácticamente todo el regadío de la Comunitat Valenciana para ser más eficientes en el uso del agua, y la cantidad empleada para el aguacate es similar a la que requiere una explotación de cítricos como la naranja, muchas veces destinadas a través de la misma línea de goteo”.
Los agricultores reclaman modernizar el sistema de riego para que sea más eficiente y se pueda racionalizar el agua con el objetivo de combatir la sequía
En contraposición, el investigador de Ecologistas en Acción, Rafael Yus Ramos, mantiene el punto de vista crítico al insistir en que “el aguacate es un cultivo de zonas subtropicales, por lo que en nuestra geografía sólo hay un microclima subtropical desde el punto de vista térmico (no hay heladas), pero la pluviosidad (400-500 l/año) está muy lejos de la de un clima subtropical, por lo que hay que sustituir esta variable con agua de riego”.

“El principal problema de estos cultivos es su fuerte huella hídrica. No es posible convertir un 90% del suelo agrícola de la Axarquía que es de secano, al regadío, pero es lo que están tratando de hacer. Otro impacto es la fuerte agresión que se hace para la puesta en cultivo con maquinaria pesada, que está aumentando la erosión y desertización, que ya era muy alta en esta comarca”, reincide Yus Ramos.
Desde la empresa SurTropics, productora en la comarca malagueña de la Axarquía, razonan sobre la responsabilidad de su empresa: “El tema de los recursos hídricos es un aspecto que preocupa bastante a los agricultores de la Axarquía. El hecho de que existan cada vez más plantaciones de estas frutas en la zona, unido a la escasez de lluvias de los últimos años, ha generado entre los agricultores una preocupación lógica dada la escasez de recursos hídricos”. El agricultor afirma que “la conversión de un cultivo a ecológico es un proceso duradero, con excesiva burocracia y que supone unos costes bastante elevados para el agricultor”.
Las consecuencias del cultivo del aguacate en el mundo
Según datos de la Organización Mundial del Aguacate, que agrupa los principales países productores y exportadores (Estados Unidos, México, Colombia, España, Perú, Zimbabue, Sudáfrica, Tanzania y Mozambique), el consumo de este alimento ha proliferado, ya que en 2018 su consumo en Europa aumentó un 24% y prevén que en 2021 suba un 12%. A nivel mundial, la producción de aguacates supera las 6 millones de toneladas (España unas 70.000), multiplicándose por dos en los últimos 20 años.

Países latinoamericanos como México y Chile son las superpotencias del aguacate, cuyas extensas hectáreas de cultivo proveen a Asia, Europa y EEUU. Según El Salto, el ecosistema de la región mexicana de Michoacán ha sido arrasado y devastado por las plantaciones masivas de “oro verde”. En su artículo concretan que un activista defensor de la conservación de la zona fue asesinado, y que los cultivos absorben agua de los lagos de la zona hasta secarlos y “hacen desaparecer los bosques”.
El medio comunica que, de 3 millones de hectáreas de bosque, el estado de Michoacán conserva hoy poco más de 1 millón a causa del monocultivo de aguacate (pérdida de un 68% de sus bosques). De esta forma, las comunidades cercanas se ven afectadas, pero las autoridades no hacen nada al respecto por los intereses económicos que hay detrás. Además, el mapa interactivo de Environmental Justice Atlas, indica que en el área “el uso desregulado de cañones antigranizo aleja la lluvia, afectando a los demás campesinos y campesinas”.
En Chile, la plantación de miles de árboles de aguacate han desencadenado una crisis hídrica, impactando en el medio ambiente y en la vida de los habitantes
Este es uno de muchos ejemplos que se repiten en varios países donde se cultiva el aguacate. Otro de los que el Atlas menciona es el de Petorca, Valparaíso (Chile). En 2012, Chile fue el segundo mayor exportador de ‘palta’ -como se le llama allí al aguacate- del mundo. En la región de Petorca han plantado miles de árboles de aguacate que han desencadenado una crisis hídrica, impactando en el medio ambiente y en la vida de los habitantes.
El Atlas revela que es común la construcción de tuberías y pozos ilegales que desvían el agua de los ríos para regar los cultivos, lo que ha provocado que los ríos se sequen y se pierda la biodiversidad. Como respuesta a la caótica crisis hídrica, el grupo ambiental chileno Modatima por la defensa del agua y el territorio, junto con ciudadanos locales, han realizado varias protestas callejeras en los últimos años para exigir un cambio en las regulaciones del agua y exigir responsabilidad empresarial.
En el año 2019, durante uno de estos mítines, catorce personas fueron arrestadas. Modatima, que también denunció robos y escasez de agua ante un tribunal local y en medios internacionales, dijo que las campañas desembocaron en amenazas de muerte. Amnistía Internacional presentó una petición al Fiscal General Regional de Valparaíso firmada por más de 50.000 simpatizantes de todo el mundo.

El doctor y ecologista Rafael Yus Ramos lo ratifica: “Los países como México, Perú y Chile han quedado atrapados por la demanda de subtropicales por parte de países ricos, como EEUU y Europa. Las consecuencias son tremendas para los recursos hídricos en Chile, dejando aldeas sin agua. En México se está talando bosques milenarios de especies de árboles únicos en el mundo para plantar aguacates, y ahora está siendo gestionado por cárteles de la droga. El impacto ecológico es muy importante, y su exportación a Europa tiene una fortísima huella de carbono, por las largas distancias del transporte”.
Por su parte, Martí Rufí-Salís del ICTA-UAB, complementa este punto de vista sobre la realidad en Latinoamérica: “Las talas de bosques en América Latina son masivas, con explotación y presión de recursos materiales y humanos de zonas vulnerables para proveer de productos otras zonas con alto poder adquisitivo. Aparte de los potenciales impactos ambientales que tienen estos proyectos, siempre existe una gobernanza vertical, dando a las comunidades locales muy poco poder de decisión sobre cómo evolucionan las tierras que seguramente llevan décadas trabajando”.
Futuro del consumo del aguacate en España
Celestino Recatalá Rico, de ASOPROA, opina que “la demanda de aguacate no para de crecer y las zonas españolas donde se puede cultivar están muy limitadas por el condicionante del clima. No sabemos si la oferta nacional será suficiente para cubrir toda la demanda, ahora mismo estamos muy lejos de ese objetivo”.
Por otra parte, el ecologista e investigador andaluz, Rafael Yus Ramos, piensa que el cultivo de aguacate en España “no puede crecer mucho porque la limitación climática hace que se restrinja al litoral, y es que en Valencia se están destruyendo antiguos naranjales para sustituirlos por aguacate, lo que ya nos está indicando el efecto burbuja que está produciendo el buen precio de venta del aguacate”.
Los expertos coinciden en que el cultivo de aguacate en España no puede crecer en el futuro
Desde Ecologistas en Acción piensan que el problema ecológico debe remediarse: “El primer paso es parar el crecimiento del regadío en la Axarquía. Lo ideal sería exigir un decrecimiento y eliminar las parcelas agregadas de forma ilegal. Hace falta reducir el riego por hectárea, y ello se consigue de dos modos: a) Introduciendo mecanismos tecnológicos de ahorro de agua; b) Usando variedades genéticamente seleccionadas por su menor demanda hídrica. Por otra parte, es importante usar aguas residuales regeneradas con una depuración al terciario, que purifica el agua para su consumo. Pero nada de esto sirve si continúa creciendo el regadío”.

El productor de SurTropics de la Axarquía, Albano Quero Ramos, coincide con la misma idea e interpreta que “desgraciadamente, el clima de nuestro país hace que sólo se pueda producir en zonas con condiciones climatológicas específicas, que ni mucho menos supone una zona geográfica que albergue plantaciones para abastecer al mercado nacional”. Además, incide en que “la producción de aguacate que se importa, es, generalmente, bastante más barata que la producida aquí, y eso, el mercado nacional, lo sabe”.
Finalmente, Martí Rufí-Salís, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, sustenta que “cambiar patrones de consumo a nivel individual puede contribuir a mitigar un problema, pero difícilmente lo resolverá del todo, y que necesitamos iniciativas desde las instituciones que puedan afectar más directa y rápidamente a estos patrones de consumo”. En este sentido, informa de que la UE ha impulsado “De la granja a la mesa“, estrategia ambiental también relacionada con la eficiencia de la producción, la soberanía alimentaria y la promoción de la agricultura ecológica.
“Así, la única manera de evaluar y planificar una política agraria en el caso del aguacate es tener en cuenta los múltiples factores que juegan un papel relevante: disponibilidad y escasez de agua y otros recursos locales, biodiversidad, gobernanza local y una larga lista de variables ambientales, económicas y sociales”, concluye Rufí-Salís.