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Los beneficios del aguacate desafían a la naturaleza

El aguacate ya es conocido como el “oro verde”. Sus impactos ambientales –sobreexplotación de recursos hídricos, deforestación o emisiones de CO² en el transporte de exportación– son tan grandes como su fama. La fruta de moda presenta un dilema moral, pero su consumo sigue creciendo.

El aguacate era una fruta desconocida hace no demasiada años, pero actualmente forma parte de la dieta de muchas personas de todo el mundo. Actualmente, lo encontramos a muchos restaurantes, fruterías, supermercados… y todos los meses del año. Incluso, muchos especialistas recomiendan comer por su valor nutricional: contiene hidratos de carbono, proteínas, fibra, vitaminas, magnesio, potasio, hierro, calcio…

¿Por qué y cómo consumimos aguacate?

Según Water Footprint Network, para producir una pieza de aguacate se necesitan utilizar más de 227 litros de agua, más del doble de lo que necesitan otras frutas, y demanda, aproximadamente, 389 litros para producir un kg en una región semiárida. Esta necesidad de agua (como en el caso de la carne, el cacao o el café) define la realidad del consumo alimentario moderno propio de las sociedades occidentales, cada vez más desvinculado de los recursos y condiciones climáticas locales.

La dietista-nutricionista y portavoz del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Cataluña (CoDiNuCat), Susana Cánovas, explica el fenómeno de “el oro verde” como una «corriente derivada de la moda de cuidarse y del movimiento real ooding«. Además, la experta afirma que los dietistas-nutricionistas lo han recomendado como fuente de grasa saludable, fibra sin colesterol, vitaminas y una sensación saciando al buscar alternativas saludables en la margarina o al embutido.

La fruta tropical es un ingrediente muy utilizado en la cocina moderna. Foto vía Canva

Sin embargo, Cánovas destaca que no suele recomendar la fruta tropical porque hay otras fuentes de grasa saludable, como el aceite de oliva virgen extra, que disponemos en nuestro entorno, y piensa que su forma de cultivo es «mucho más sostenible que la del aguacate». En este sentido, habría que tener en cuenta el coste de la producción del aguacate y la huella ecológica que está dejando su cultivo. Esto implica replantearnos el consumo de productos tropicales y optar por productos locales y de temporada, que pueden aportar el mismo valor que el aguacate, a la vez que reducimos las posibles consecuencias que conlleva para el medio ambiente.

La solución empieza con un cambio profundo en la manera como planteamos nuestras dietas. El conocimiento sobre qué productos son de temporada se ha perdido de ya hace tiempo porque, hoy en día, podemos comer cualquier fruta o verdura durante todo el año, ya sea producidas localmente fuera de temporada, gracias a sistemas como la iluminación o la calefacción artificiales, o importadas de otras zonas del planeta, con otra situación climática y que, por lo tanto, permite el cultivo otras especies.

Hace tiempo que el conocimiento sobre qué productos son de temporada se ha perdido porque podemos comer cualquier fruta o verdura durante todo el año

La llegada del aguacate en el Estado español

Esta especie de «fiebre» por el aguacate ha obligado en el Estado español, un país que no se encuentra en la zona de clima tropical, a importar la fruta desde terceros países durante todo el año (como América central, Chile, Perú y México). Sin embargo, los productores nacionales del sur de la Península se dieron cuenta que las condiciones climáticas con microclimas subtropicales de Andalucía, en el sur de València y Canarias permitían el cultivo del aguacate.

En el Estado español, la producción de aguacate se concentra, principalmente, en Málaga y Granada, concretamente entre los meses de diciembre y mayo. Pero los nuevos hábitos alimentarios nos llevan a consumir esta fruta durante todo el año, de forma que no acompasamos nuestro consumo con sus ritmos de producción y por eso hay que importar aguacate de otros países productores. Desayunar dos tostadas con aguacate cada día puede ser saludable para nuestro cuerpo, pero no para el planeta.

Trabajador en un campo de aguacates. Foto vía Canva

Ya hace unos cuarenta años que agricultores del sur del Estado español empezaron a cultivar frutas tropicales en Málaga. Es por eso que se conoce España como «la huerta tropical de Europa». Desde entonces, la provincia andaluza ha acumulado más y más árboles de aguacate hasta llegar alrededor de los 1,5 millones situados en unas 7.000 hectáreas, que producen más de 82.000 toneladas de aguacates anualmente. El 80% de los árboles de aguacate en España crecen en Andalucía. La mayoría del cultivo está acumulado en la comarca de la Axarquía (Málaga).

Rafael Yus Ramos, doctor en ciencias de la naturaleza y miembro de GENA-Ecologistes en Acció Vélez-Màlaga, sostiene que «en los años ochenta el aguacate era un cultivo nuevo, que había sido propuesto por el Centro Experimental “La Mayora” (CSIC), una vez demostrada que la planta soportaba bien la climatología mediterránea subtropical de la Axarquía».

Hace 40 años, en España iban sustituyendo los antiguos cultivos de regadío (cítricos, hortícolas) por el aguacate

El investigador relata que, al principio, este cultivo se iba extendiendo por el borde del río Vélez y Benamargosa, zonas planas con abundantes pozos y recursos hídricos. De este modo, iban sustituyendo los antiguos cultivos de regadío (cítricos, hortícolas) por el aguacate, a la vez que sustituían el riego tradicional «a manta» por el nuevo de «goteo», que el doctor revela se copió de California e israel.

Yus Ramos subraya que, siguiendo este método, el crecimiento fue «fuerte» desde 1985 hasta 1990, año en que se logró un máximo de superficie. A partir de entonces, se mantiene más o menos constante.

Aguacate en Málaga, Valencia y Canarias

La comarca malagueña de la Axarquía es la más reconocida de España y Europa en cuanto a la calidad de los aguacates que producen, puesto que sus condiciones climáticas cálidas son muy favorables para el cultivo de frutas tropicales. La región es reducida, pero el volumen de producción es elevado. Un gran porcentaje de la producción de la zona se exporta a países como Francia, Reino Unido, Bélgica, Alemania o Países Bajos.

En los últimos años se han establecido nuevas producciones en Huelva, con mil hectáreas, Cádiz (1.260 hectáreas) y el País Valenciano (2.300 hectáreas, el 11% nacional), donde el pasado 2020 las plantaciones de aguacate se incrementaron en un 45%. Estas se han sumado a las tradicionales de Málaga y Granada-Costa (15.000 hectáreas) y Canarias (2.000 hectáreas).

De este modo, se observa como el aguacate se ha erigido como una alternativa de cultivo en áreas con un clima suave y cálido, aisladas y diseminadas. En el caso valenciano, las producciones se encuentran en comarcas como el Camp de Morvedre, l’Horta, la Ribera, la Safor o la Marina y ya estamos viendo casos en los que se están destruyendo antiguos campos de naranjas para sustituirlos por aguacate.

Sin embargo, es en las Canarias donde se encuentra un clima más óptimo para la producción de aguacate, puesto que la media anual de temperaturas oscila entre los 15 y 20 grados, más parecido al clima de los principales países latinoamericanos productores de aguacate. Además del plátano y la piña, las Canarias son autosuficientes en la producción de aguacate. La Palma y Tenerife son las islas con más cultivo: 595,3 y 473,4 hectáreas respectivamente; frente a las 181,6 hectáreas de Gran Canaria, 19,6 de la Gomera, 17 del Hierro y 0,5 de Lanzarote.

El cultivo del aguacate español en datos

La facturación de este «oro verde» español se aproxima a los 200 millones de euros, y es que algunas empresas que facturaban 8 millones hace 20 años, ahora superan los 100 millones.

Frutería donde venden aguacates. Foto vía Canva

En el periódico L’Independent explicaron que el pasado 2021 se vendieron 80.000 toneladas de aguacates en España, y los agricultores alcanzaron un beneficio mediano de 2,3 euros por kg. Aun así, las estimaciones han indicado que tan solo el 10% de los aguacates que se consumen en Europa provienen de España.

El 80% de la producción nacional se exporta, sobre todo a Europa, siendo los países de norte el principal destino. El consumo medio de aguacate en el Estado español es de 1,4 kg el año, mientras que en los países nórdicos superan los tres kg. El Estado español se ha convertido en el principal productor europeo de aguacate, exportando a toda Europa y cubriendo el 9% de la demanda europea. Una de las ventajas frente a los principales exportadores latinoamericanos -Perú y Chile- es la calidad con la cual el producto llega al comprador, puesto que es un país europeo más próximo.

El impacto ambiental del cultivo español del aguacate

¿Es posible cultivar una fruta tropical como el aguacate de forma sostenible?

Parte del problema radica en el hecho que la plantación de frutas tropicales y otros cultivos que no son propios del territorio, o que no están adaptados al entorno, conlleva un desequilibrio en el ecosistema. Esto es así por las propias necesidades de los productos, los cuales necesitan condiciones que no se acostumbran a dar de manera óptima. Nos referimos a las condiciones de temperatura, humedad, disponibilidad de agua o la radiación social. Por lo tanto, si queremos alimentar estos cultivos, tendremos que destinar más recursos. Esta proliferación de cultivos provoca escasez y competición para obtener los recursos clave, hecho que puede generar tensiones en las comunidades locales o desaparición de variedades autóctonas, entre otras muchas problemáticas.

Plantación de aguacates. Foto vía Canva

El cultivo de aguacate y lo otros cítricos comporta el 80% del consumo hídrico en la comarca malagueña de la Axarquía. Allá, y en las provincias donde se cultivan otras frutas tropicales como el mango, han acabado sufriendo colapso hídrico por el incremento de riego del sistema agrario en una zona con déficit de agua y sequía por falta de precipitaciones. Además, el aumento de las temperaturas medias, unido a la reducción en la precipitación esperada en la región mediterránea -un 30% menos a finales del siglo XXI- complica todavía más la situación de escasez de agua general de las cuencas mediterráneas. Nuevamente, nos encontramos en un caso donde la gestión que se hace del agua es clave.

El investigador de Ecologistas en Acción, Rafael Yus Ramos, mantiene un punto de vista crítico con el cultivo de aguacate y otras frutas tropicales al insistir que «el aguacate es un cultivo propio de zonas subtropicales; en nuestra geografía solo hay un microclima subtropical desde el punto de vista térmico (no hay heladas), pero la pluviosidad (400-500 litros/año) está muy lejos de la de un clima subtropical, por lo cual hay que sustituir esta variable con agua de regadío».

El principal problema de estos cultivos es su fuerte huella hídrica. No es posible -o no lo tendría que ser- convertir un 90% de tierra agrícola de la Axarquía, que es de secano, al regadío. No obstante, es lo que se está haciendo. Otro impacto es la fuerte agresión que está sufriendo el suelo debido al uso de la maquinaria pesada, especialmente en el inicio del cultivo. Su uso está provocando uno aumentando de la erosión y desertización, que si ya era muy elevado en esta comarca, cada vez lo está sufriendo más.

Los impactos del cultivo del aguacate al mundo

Según datos de la Organització Mundial del Aguacate, que agrupa los principales países productores y exportadores (Estados Unidos, México, Colombia, España, Perú, Zimbabue, Suráfrica, Tanzania y Mozambique), el consumo de este alimento ha proliferado, en 2018 su consumo a Europa aumentó un 24%. A nivel mundial, la producción de aguacates supera los 6 millones de toneladas (España unas 70.000), multiplicándose por dos en los últimos 20 años.

Países latinoamericanos como México y Chile son las superpotencias del aguacate, las extensas hectáreas de cultivo proveen Asia, Europa y los EE.UU. Según El Salto, el ecosistema de la región mexicana de Michoacán ha sido arrasado y devastado por las plantaciones masivas de «el oro verde». En su artículo concretan que un activista defensor de la conservación de la zona fue asesinado, y que los cultivos absorben agua de los lagos de la zona hasta secarlos, provocando la desaparición de los bosques.

El estado de Michoacán ha pasado de los 3 millones de hectáreas de bosque a poco más de 1 millón. La principal causa es el monocultivo de aguacate, el cual ha provocado la pérdida de un 68% de los bosques. Este no solo es un impacto ambiental, sino que también repercute directamente en las comunidades próximas, las cuales se ven afectadas; pero las autoridades no hacen nada al respeto, puesto que los intereses económicos que hay detrás son muy fuertes. A la vez, el mapa interactivo de Environmental Justice Atlas, indica que el uso desregulado de cañones antipiedra aleja la lluvia, afectando los otros campesinos y campesinas.

Este es uno de muchos ejemplos que se repiten en varios países donde se cultiva el aguacate. Otro caso lo encontramos en Petorca, Valparaíso (Xile). El 2012, Chile fue el segundo mayor exportador de ‘palta’ -como se denomina allá al aguacate- del mundo. En la región de Petorca, han plantado miles de árboles de aguacate que han provocado una crisis hídrica, impactando en el medio ambiente y en la vida de los habitantes de la zona.

Es muy frecuente la construcción de cañerías y pozos ilegales para desviar el agua de los ríos para regar los cultivos, hecho que ha provocado que los ríos se sequen y se pierda la biodiversidad. Como respuesta a la caótica crisis hídrica, el grupo ambiental chileno Modatima por la defensa del agua y el territorio, junto con ciudadanos locales, han realizado varias protestas en la calle en los últimos años para exigir un cambio en las regulaciones del agua y exigir responsabilidad empresarial.

El año 2019, durante uno de estos mítines, catorce personas fueron arrestadas. Modatima, que también denunció robos y escasez de agua ante un tribunal local y en medios internacionales, dijo que las campañas conllevaron amenazas de muerte. Amnistía Internacional presentó una petición al fiscal general Regional de Valparaíso, la cual fue firmada por más de 50.000 simpatizantes de todo el mundo.

Los países como México, Perú y Chile han quedado atrapados por la demanda de subtropicales por parte de países ricos, como los EE. UU. y Europa. Las consecuencias son realmente preocupantes en cuanto a los recursos hídricos de Chile, donde se ha llegado a dejar aldeas sin agua. Por otro lado, en México se están talando bosques milenarios de especies de árboles únicos en el mundo para dar paso a la plantación de aguacates, y ahora está siendo gestionado por cárteles de la droga. Las talas de bosques en estos países de América Latina son masivas y muy frecuentes, con explotación y presión de recursos materiales y humanos de zonas vulnerables para proveer de productos otros zonas con alto poder adquisitivo. Aparte de los potenciales impactos ambientales que tienen estos proyectos, siempre hay una gobernanza vertical, dando a las comunidades locales muy poco poder de decisión sobre cómo evolucionan las tierras que seguramente hace décadas que trabajan.

A todo este impacto que se da de manera inmediata en el mismo territorio, hay que añadir el impacto ambiental y la huella de carbono asociada a la exportación a Europa del producto (a través de aviones transoceánicos).

El futuro del consumo de aguacate en el Estado español

La demanda de aguacate no ha parado de crecer, pero las zonas españolas donde se puede cultivar están muy limitadas por el condicionante del clima. La oferta local no es suficiente para cubrir toda la demanda. Las zonas que reúnen las condiciones climatológicas específicas ni mucho menos suponen plantaciones suficientes para proveer el mercado.

Voces ecologistas defienden la idea que hay que poner remedio al problema ecológico parando el crecimiento del regadío que requiere este cultivo. Esto se consigue de dos formas: introduciendo mecanismos tecnológicos de ahorro de agua o usando variedades seleccionadas para su menor demanda hídrica. Por otro lado, es importante utilizar aguas residuales regeneradas con una depuración ‘al terciario’, que purifica el agua para su consumo.

Se pueden cambiar patrones de consumo a título individual, así contribuiremos a mitigar un problema; pero difícilmente lo resolverá del todo. Es por eso que necesitamos iniciativas desde las instituciones, que incidan más directa y rápidamente. En este sentido, la UE ha impulsado «De la granja a la mesa«, una estrategia ambiental también relacionada con la eficiencia de la producción, la soberanía alimentaria y la promoción de la agricultura ecológica.

Así, la única manera de evaluar y planificar una política agraria en el caso del aguacate es tener en cuenta los múltiples factores que juegan un papel relevante: disponibilidad y escasez de agua y otros recursos locales, biodiversidad, gobernanza local y una larga lista de variables ambientales, económicas y sociales.

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