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Los frutos de una revolución (parte 1)

Projectes que es despleguen gràcies a les finances ètiques.

Las finanzas éticas han recuperado el uso social y original del dinero, para hacer, de estos, una herramienta al servicio de las personas, en lugar de una herramienta de negocio. Detrás de sus inversiones, se encuentran iniciativas muy distintas, pero que comparten la voluntad de contribuir al bien común. Esta es una pequeña muestra de la riqueza de estos proyectos, de sus retos y de su relación con las finanzas éticas.

Aprender un oficio entre viñas y olivos

Un grupo de cinco jóvenes recorren las viñas de Can Calopa, podones en mano, y cortan los sarmientos. Del altavoz de uno de sus teléfonos móviles suena una lista de reggaetón. Hace días que trabajan en la poda de invierno, que asegurará una buena cosecha de uva y regulará su producción.

Can Calopa es una masía del siglo XVI, rodeada de tres hectáreas de viña y situada en la sierra de Collserola. Está gestionada por l’Olivera, una cooperativa de integración social que trabaja en la producción de aceite y vino a través de la incorporación al mercado laboral de personas con diversidad funcional. “El proyecto nació con la voluntad de que estas personas pudieran trabajar en el campo, porque en los años setenta, en el mundo rural, estaban encerradas en casa y no tenían opciones”, explica la Dolors Llonch, presidenta de la cooperativa.

L’Olivera nació en 1974 en Vallbona de les Monges (Urgell) y una década más tarde comercializaba su primer vino. En 2009, sin abandonar el proyecto en la Cataluña interior, la cooperativa se instaló en Can Calopa, una finca propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, con quien firmó un convenio de colaboración para gestionar la explotación. “La masía y las tierras estaban abandonadas y los corrales hundidos. El Ayuntamiento compró los derechos de los viñedos y impulsó la producción; nosotros restauramos la masía” apunta Llonch. Hoy, desde la bodega, se elabora el único vino que se produce en la ciudad de Barcelona y se reivindica el pasado vitivinícola de la sierra.

Si mecanizamos mucho el proceso, perderemos lugares de trabajo

Doce jóvenes viven en el hogar residencia, junto a los viñedos, otros viven en pisos en los municipios cercanos, pero trabajan en la finca. En Collserola se les ofrece una primera experiencia laboral, en el trabajo en la viña o en el ámbito de la restauración, a través del proyecto de vinoteca y enoturismo: “la viña es muy gratificante como proyecto social y pedagógico, porque los jóvenes participan en todo el ciclo de producción, desde la poda de invierno a la vendimia o la bodega”, comenta Llonch.

La agricultura requiere paciencia y, en especial, la viña. Al contrario que en la mayoría de explotaciones, en Can Calopa se prioriza aumentar la mano de obra por encima de la productividad: “nos interesa tener muchas personas trabajando y que la producción sea artesana, porque si mecanizamos mucho el proceso, perderemos puestos de trabajo”. Esto hace que la rentabilidad económica del vino sea mucho más baja que el de otras bodegas.

En un mercado competitivo, además del apoyo de la administración pública, la aportación de capital por parte de las finanzas éticas ha sido fundamental para la supervivencia del proyecto. Coop57 participa en el proyecto desde su fundación: aportó capital para construir la bodega de Vallbona de les Monges, facilita el avance de capital de subvenciones, es uno de los socios colaborador de la cooperativa y forma parte del Consejo Rector.

Con Fiare, l’Olivera ha contratado una póliza de crédito que le permite hacer frente a la estacionalidad de la actividad: “mientras en invierno generamos muchas ventas, en la época de la vendimia tenemos poca aportación de capital y, en cambio, es cuando necesitamos contratar más personas. Fiare nos hace de cojín para encarar estas dificultades de tesorería”, detalla Llonch.

La resistencia de los apicultores en Kenia

GreenForest Food es un proyecto familiar, gestionado por el matrimonio formado por la Catherine Mutiso y el Athanas Matheka, que facilita la venta de miel de pequeños productores de zonas rurales del sudeste de Kenia en las ciudades. Los apicultores, que viven en áreas remotas, elaboran la miel de manera tradicional. Como sucede en otros lugares del mundo, los apicultores de Kenia se encuentran con dificultades por la creciente desaparición de la población de abejas. La deforestación ha provocado la pérdida de biodiversidad en la zona y, en consecuencia, la desaparición del néctar y el polen. Al mismo tiempo, las generaciones más jóvenes no están dispuestas a trabajar en la apicultura, por la falta de oportunidades que ofrece el sector.

El projecte Green Forest
Trabajadores de GreenForest Food

La venta de miel proporciona beneficios a las mujeres de las zonas rurales del sudeste de Kenia

GreenForest Food comenzó hace veinte años en una pequeña cocina casera y una inversión inicial de 130 euros. En la actualidad, distribuye la miel de 5000 apicultores, da un puesto de trabajo a 39 trabajadores y tiene un volumen de negocio anual de 815.000 euros.

Uno de los motivos que llevó a Athanas y a Catherine a financiar el proyecto desde las finanzas éticas fue la preocupación por la crisis ecológica: “el cambio climático es el reto existencial más grande de nuestro planeta. Las finanzas éticas garantizan unas finanzas globales sostenibles “comenta Matheka.

Desde 2014, Oikocredit ha invertido 124.000 euros en el proyecto: “el crédito nos ha permitido mejorar la trazabilidad de la producción y la distribución de la miel, establecer relaciones más estrechas con los apicultores, mejorar la asistencia técnica y nuestra infraestructura. Todo ello ha hecho posible que podamos vender la miel en los principales supermercados de la región”. Matheka comparte que dieron con Oikocredit en un momento crítico: “la cooperativa nos proveyó de financiación en 2014, cuando ningún otro banco lo quería hacer, porque el proyecto aún no generaba suficientes certezas. En 2015, cuando tres de los cuatro principales clientes que teníamos quebraron perdimos 40.000 euros y Oikocredit extendió las condiciones de nuestro crédito para ayudarnos a seguir. Desde entonces, la inversión nos ha permitido conseguir más colaboradores y clientes que confiaran en nosotros para estabilizar el proyecto”.

Avales sociales para invertir en cultura

Para NUMAX, la inversión de Coop57 también fue vital para la puesta en marcha del proyecto cooperativo en Santiago de Compostela. El préstamo inicial, de 300.000 euros, les permitió reformar un local, construir una sala de cine y una librería, comprar buena parte del mobiliario y el equipamiento técnico necesario y contratar los primeros proveedores. “Además, ahora también nos ayuda a financiar parte del funcionamiento corriente de la actividad, ya que es bastante estacionaria”, explica Avelino González, el gerente del proyecto y uno de los socios fundadores de la cooperativa de trabajo sin ánimo de lucro.

El objetivo de NUMAX es generar empleo digno y de calidad

Numax es un proyecto de autoempleo que incluye la gestión de una librería, un cine y un estudio de diseño gráfico, comunicación, producción y postproducción de vídeo. Está formado por once personas socias y cuatro asalariadas, además de una socia colaboradora: “nos unimos para hacer juntas lo que estábamos acostumbradas a hacer por separado, con el objetivo de generar trabajo digno y de calidad”, detalla González.

Llibreria NUMAX | Foto: numax.org
Librería NUMAX | Foto: numax.org

El proyecto busca también vincular la tradición de los cines de arte y ensayo con los estrenos más recientes, en versión original. De hecho, en el Estado español sólo hay dos cines que proyectan exclusivamente en versión original en ciudades con menos de 100.000 habitantes, como es el caso de Numax. “Cuando abrimos, en Santiago sólo había una sala de cine en un centro comercial, con el tipo de modelo cultural que ello implica. Queríamos hacer un cine diferente y, además, conectarlo con una librería que tuviera una buena selección de obras de literatura, arte y pensamiento”.

El proyecto se finanzó gracias a los avales mancomunados de 182 personas

Según González, fue más fácil conseguir la financiación a través de Coop57 de lo que lo habría sido por medio de cualquier entidad financiera convencional, gracias a los avales mancomunados, el sistema de garantías de Coop57. La entidad que solicita financiación debe buscar, en su entorno, personas que confíen en el proyecto y estén dispuestas a asumir un compromiso personal e individual para responder como avalistas de una parte del préstamo concedido. En caso de que la entidad no pueda devolver el préstamo, las personas avaladoras responden en su nombre y sólo por la parte avalada. Este sistema permite que muchas entidades con proyectos viables económicamente, pero que no están capitalizadas con patrimonio, puedan acceder a financiación.

También da información sobre la capacidad de crear red del proyecto y el apoyo social con el que cuenta. Para el préstamo inicial, Numax contó con el aval de 182 personas, que aportaron entre mil y cinco mil euros cada una. “Estamos orgullosas de contar con el apoyo de las personas avaladoras que creyeron en Numax, apoyo al que hoy se suman las más de 850 abonadas que vienen asiduamente”.

González destaca otro rasgo diferencial respecto a la banca convencional: “para apoyar un proyecto presentado, además de los criterios estrictamente económicos, las entidades de finanzas éticas valoran también los criterios sociales realizando un análisis cualitativo de la iniciativa”.

La segunda parte de este reportaje, que se publicará próximamente, incluirá las experiencias de sororidad entre mujeres migradas, de construir relaciones comunitarias a través del dinero y cómo el suelo comunitario es una respuesta a la gentrificación.


Este artículo forma parte del reportaje del Cuaderno 58, «¿Dónde va nuestro dinero?». Para leer el cuaderno entero, ¡únete a Opcions! Además de poder leer el cuaderno, estarás apoyando a un proyecto cooperativo, sin ánimo de lucro transformador.

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