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El camino hacia una energía sostenible

En la Semana Europea de la Energía Sostenible, liberamos el Cuaderno de Opcions que habla de la energía como bien común y accesible.

Del 20 al 22 de junio se celebra la Semana Europea de la Energía Sostenible. Se celebra con diferentes actividades para promover la generación y consumo compartido de energía renovable.

En Opcions, hace justo un año publicamos un cuaderno dedicado íntegramente a las posibilidades que nos da la energía como bien común, con una producción y consumo gestionados desde lo local y comunitario y con criterios democráticos y de justicia social y ambiental.

Uniéndonos a la celebración de la Semana Europea de la Energía Sostenible, liberamos el contenido del Cuaderno. Y lo hacemos con la conciencia que para hacer una transición energética que tenga en cuenta los límites del planeta, nos hace falta mucho más que dedicar una semana.

La transición energética no solo es necesaria, sino que es inevitable por el agotamiento de recursos fósiles, pero lo cierto es que hace falta que nos pongamos a ello, porque si no nos la hacemos, lo harán por nosotros. Esta última no es una afirmación hecha a la ligera: hoy en día, la producción de energía renovable está en manos del oligopolio, que ha visto en las energías verdes la oportunidad para continuar engordando sus arcas y mantener privilegios y rentabilidad.

Imagen de la Semana Europea de la Energía Sostenible. Fuente: gencat

De hecho, en la lista Forbes de las 100 personas más ricas del estado español, encontramos varias fortunas dedicadas al mercado de las energías renovables y a la mal llamada transición energética. Y es que esta transición, la que controlan las grandes fortunas, la que sirve para pintar de verde las dinámicas de siempre, no es la transición que querríamos.

Defendemos una transición energética justa y democrática, que tenga en cuenta la soberanía de las comunidades y que se desarrolle con absoluto respeto por la biodiversidad que nos es imprescindible para la vida.

Para nosotros, el punto de partida de la transición energética que queremos es la afirmación que no podemos mantener el actual consumo y la certeza que, aunque lo queramos, a estas alturas, con fuentes renovables es imposible generar la misma cantidad de energía que hemos sido capaces de producir con recursos fósiles. Por lo tanto, muy probablemente, muchas personas, ciudades y países tendrán que reducir su consumo energético global para que otros puedan llegar a un mínimo consumo energético que les permita el despliegue de una vida digna y con calidad.

Alhora, entenem que és important pensar la transició energètica en clau de sobirania per assegurar-nos que ens desmarquem de més creixement verd. Tal com la defineix la Xarxa de Sobirania Energètica, la sobirania energètica és el dret dels individus conscients, les comunitats i els pobles a prendre les seves pròpies decisions respecte a la generació, distribució i consum d’energia, de manera que aquestes siguin apropiades a les circumstàncies ecològiques, socials, econòmiques i culturals, i sempre que no afectin negativament tercers.

Pensar los usos y consumos

En el contexto hacia el cual nos dirigimos, donde todo apunta que tendremos menor disponibilidad energética, habrá que pensar sí o sí sobre los usos y consumos energéticos. Y empezar a priorizar aquellos usos y consumos que son prioritarios y cerrar el interruptor de aquellos que no lo son tanto. Las preguntas clave serían:

  • ¿energía para qué?
  • ¿energía para quién?

Un difícil punt de partida per la energia sostenible

Els compromisos europeus per a la reducció d’emissions de CO₂ exigeixen un model de producció energètica que dista molt del model que tenim actualment a Catalunya, on el 14% de les emissions de diòxid de carboni estan directament relacionades amb la producció d’energia.

Placas solares instaladas en terreno agrícola en Italia. Fuente: Sungrow EMEA via Unsplash

Tal como explica Sergi Saladié en su artículo, es cierto que tenemos una ley contra el cambio climático que pone unas buenas bases para desarrollar una transición energética basada en fuentes renovables, en manos de las comunidades locales, que acerca la producción a los centros de consumo y que aprovecha los espacios antropizados para la instalación de centrales de producción. Pero también es cierto que el despliegue de esta transición se está haciendo de manera desordenada y reproduciendo, ya desde el inicio, algunos de los tics del modelo generalizado.

Por poner un ejemplo, podemos hablar de las producciones alejadas del consumo. En Cataluña, y globalmente, hay una situación de desequilibrio territorial, donde quien más consume menos energía renovable produce. Esto provoca externalidades fuera del territorio consumidor y pone en riesgo la soberanía alimentaria y el mantenimiento de la biodiversidad otros territorios que renuncian a parte de su actividad (como podría ser la agricultura, por ejemplo), para producir energía que después será transportada y consumida a puntos alejados del mapa.
 

En este sentido, hay que hablar también de la deuda ecológica que hemos generado con el Sur después de años de expolio de recursos, lo cual deja estas comunidades más expuestas a las condiciones medioambientales desfavorables y perpetúa el no reparto de la riqueza.

Alternativas al actual modelo energético: energía en manos comunitarias

Hay alternativas al modelo energético (eléctrico) que ponen más fácil el cambio de modelo actual. Se caracterizan porque consideran la energía un bien común y porque son herramientas de apoderamiento comunitario, puesto que acercan el conocimiento sobre el confuso mundo de la energía a todas las personas usuarias-consumidoras-socias, y les ofrecen recursos para transitar hacia una nueva cultura energética, claves para reducir consumo, para identificar el origen de la electricidad, para entender la factura, etc.

Algunos de los pilares de estas formas de concebir la energía comunitaria son:

  • fuentes de origen renovable
  • democracia
  • soberanía energética
  • fortalecimiento comunitario

Podemos encontrar proyectos colectivos de cambio en las renovables, inversiones colectivas, proyectos de propiedad comunitaria, desarrollados por grupos informales o constituidos jurídicamente. Proyectos en los que pueden participar, o no, las administraciones públicas, financiados a través de fondos propios, préstamos colectivos, fondos públicos, etc.

De entre la diversidad de proyectos y de tipologías de iniciativa comunitaria, hay uno, las comunidades energéticas, que destacamos, puesto que entendemos que son una iniciativa clave para desplegar una transición especialmente cuidadosa con el concepto de soberanía energética que hemos ido viendo.

El reto de avanzar hacia modelos locales y descentralizados de producción y consumo de energía

Davant del panorama polític actual amb la dreta de tota la vida pactant amb l’extrema dreta arreu del territori, sumat al context global de crisi (ecològica i també social), es fa necessari el desplegament de projectes que ens permetin ser més resilients davant dels canvis que vindran i que ens atorguin sobirania en moments de previsible enduriment del projecte neoliberal. Evidentment, ens caldrà continuar defensant una xarxa elèctrica pública per garantir el dret de totes les persones a produir i accedir una energia verda, justa i democràtica. Però sembla que els vents que bufen ara, no ens seran massa favorable.

Por eso, ahora más que nunca, continúa siendo necesaria la organización comunitaria y cooperativa. Y en materia energética hay que hacerlo teniendo en cuenta tres pilares fundamentales:

  1. Frenar la pobreza energética y buscar los mecanismos necesarios para reducir la vulnerabilidad ante posibles interrupciones en el suministro de energía.
  2. Garantizar la participación ciudadana y consolidar proyectos colectivos como una muy buena forma de garantizar que la decisión sobre cómo se utiliza la energía se quede en manos de la ciudadanía y no en manos del oligopolio energético.
  3. En oposición a la proliferación de macroproyectos, apuesta clara por la descentralización.

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