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Comunidades energéticas sí, pero ¿de qué manera?

Cada vez hay más personas organizadas en red en numerosos municipios que crean comunidades energéticas. Es decir, alianzas entre personas o entidades para autoproducir, repartirse y autoconsumir energía.

A pesar de que se ha empezado, sobre todo, por instalaciones de energía fotovoltaica, el recorrido va mucho más allá, tanto en el contenido como en las formas. Inmersas en la economía social, hay varias iniciativas como por ejemplo e-Plural y Batec, que practican la intercooperación para dibujar y acompañar proyectos inclusivos y socialmente innovadores con la soberanía energética como base.

Las comunidades energéticas: proyectos inclusivos e innovadores

Con el proyecto e-Plural acompañamos a agentes que quieren crear comunidades energéticas desde la perspectiva de la economía social, teniendo en cuenta la reducción de emisiones de CO₂, la creación de estructuras de organización cooperativa y la garantía de que todo el mundo pueda acceder a ellas”, afirma Jaume Castellà de EPI (Energia per la Igualtat). La intercooperación, a su parecer, es la base para desarrollar comunidades energéticas. De hecho, EPI es una de las cooperativas que forma parte de e-Plural, junto con Suno, Arkenova, Som Mobilitat y Tàndem Social.

“Empezamos a trabajar juntas en 2020 para ir hacia la transición energética y actualmente se está construyendo una base social muy fuerte”, destaca Micaela Villaverde, de Tàndem Social, refiriéndose a e-Plural, que cuenta con unos veinte proyectos en proceso de acompañamiento. “No podemos depender de la energía de fuera. Nos tenemos que generar los recursos que necesitamos para vivir”, continúa la consultora, mientras explica que cuando se empieza con una comunidad energética, se ponen en marcha “procesos alentadores que van más allá, teniendo en cuenta la alimentación, los cuidados, etc. Porque ya tienes a la gente agrupada y empoderada”. Para detallar este movimiento, que podríamos considerar holístico, Villaverde pone de ejemplo las cooperativas de vivienda.

Desde este artículo podrás obtener la Guía Práctica «Producir, consumir y pensar la energía de manera local y comunitaria». Sigue leyendo.

Batec es un proyecto paralelo a e-Plural, puesto que también promueve comunidades energéticas que vayan “más allá de poner placas en el tejado”, según Marc Romera, miembro de la Associación SEBA (Serveis Bàsics Autònoms). Es una de las entidades integrantes de lo que se define como un polo cooperativo para la transición energética, con experiencia no solo en energías renovables, también en procesos o en arquitectura cooperativa. “Los proyectos Batec van hacia un cambio de modelo que promueve las energías renovables, hace modificaciones en la vivienda para que sea más eficiente, incluye temas de movilidad… La idea es desarrollar proyectos piloto para que otras entidades los repliquen. No queremos hacer comunidades energéticas como churros, queremos llevar a cabo los proyectos que creemos que son un cambio de modelo real”, destaca Romera.

Hacia Osona

La comarca d’Osona, en Cataluña, en los últimos dos años, ha visto aparecer y crecer exponencialmente el número de comunidades energéticas. En un movimiento inicialmente promovido por la administració, e han empezado los procesos de creación de veintiséis comunidades energéticas, y algunas ya están constituidas. “Nos preguntaban cómo animaríamos a la gente, y yo pensaba en tres o cuatro personas, de mi familia básicamente. Ahora en la cooperativa de Olost somos setenta personas”, explica Gil Salvans, regidor de Olost y técnico de la Agència de l’Energia osonenca.

añade que cuando han salido subvenciones para comunidades energéticas “nos hemos podido adherir y ahora solo nos falta poner las placas”. Sin embargo, la energía fotovoltaica tampoco es la finalidad última del proceso, puesto que las comunidades serán los primeros pasos en un proceso de transición energética más amplio.

La Tonenca es una de las comunidades energéticas que se ha creado en Cataluña. Foto: Sara Blázquez

Dentro del proyecto “Sant Pere de Torelló en transición energética”, se constituyó la primera comunidad energética de la comarca de Osona: Cospes, SCCL, la cooperativa de Sant Pere de energía sostenible. El proceso global tiene que llevar al municipio a disponer de un modelo de consumo final de energía completamente basado en la eficiencia y el uso de recursos energéticos renovables y locales, siguiendo un criterio de requerimiento de las mínimas aportaciones por parte de las personas beneficiarias.

Que no haya barreras económicas a los servicios es uno más de los propósitos fundacionales de este proyecto. Según Pau Pañella, técnico de comunidades energéticas de la Agència de l’Energia d’Osona (ALEO), lo que se quiere es “democratizar y empoderar a la ciudadanía para la transición energética, que pase de un modelo centralizado a uno descentralizado”.

Siguiendo ejemplos históricos

Un ejemplo de modelo histórico es la Comunitat Minera Olesana, que hace 30 años que, desde una cooperativa creada por la gente de Olesa de Montserrat, se gestiona el agua. “Las personas vecinas empezaron a hacer las inversiones, ya funcionaban en asambleas y crearon una cooperativa de consumo. Es un claro ejemplo de las virtudes de la economía social como modelo de gestión”, destaca Ramon Roig, porque ahora “el agua en Olesa es mucho más barata que la de los municipios del lado. Si cierran el año con 3.000 euros de beneficio, ya les parece bien, y todo el resto la reinvierten en la calidad de la red y del agua”. De este modo, por ejemplo, se pierde un máximo de un 10 % de agua, mientras que las redes controladas por grandes empresas pueden llegar a perder un 60 % a causa de escapes y daños en las instalaciones.

En el caso de la Comunitat Minera Olesana, la red de abastecimiento es propiedad de la cooperativa. En el caso de la red eléctrica, el gobierno de Aznar la privatizó y ahora está en manos, en la gran mayoría, de oligopolios. En Osona hay una parte de la red que es de la empresa Estevanell, “que todavía es pequeña y nos lo pondrá fácil, pero otras grandes empresas seguro que nos pondrán palos en las ruedas”, concluye Salvans. Tanto la Asociación de Municipios y Entidades por el Agua Pública (AMAP) como la Asociación de Municipios y Entidades por la Energía Pública (AMEP) entienden el agua y la energía como bienes comunes e impulsan la gestión pública de las redes de distribución. Bienes comunes gestionados por iniciativas comunitarias o público-comunitarias. Precisamente, el Consejo Comarcal de Osona ha sido lo primero de Cataluña en asumir la gestión pública del abastecimiento de agua en baja, alcantarillado y drenaje urbano.

Aprender haciendo

Balenyà Sostenible tenía claro que quería crear un modelo lo más adaptado posible a la comarca y por eso lo ha ido dibujando y ha ido aprendiendo mientras el proyecto se iba realizando. “La gente cada vez está más cansada de los proyectos de las grandes empresas”, afirma Ramon Roig.

Pau Pañella muestra la placa solar de su mochila. Foto: Anna Pujol Navarro

“Hay realidades de todo tipo. Proyectos que han surgido desde la administración y han animado a la gente y proyectos que han surgido directamente desde la gente. En Calldetenes, por ejemplo, una persona lo propuso por el grupo de Whatsapp del pueblo, programaron una reunión y asistieron decenas de personas interesadas. En Sant Bartomeu del Grau ya quieren ir a por la segunda, porque la ciudadanía lo pide”, señala Salvans. Tanto Salvans como Roig y Pañella coinciden en el hecho que no solo se trata de un proyecto de comarca, puesto que los resultados del proceso de aprendizaje los están compartiendo con entidades de todas partes que se encuentran en la misma situación.

Oportunidades y dificultades

Una de las dificultades es la situación de crisis social y económica actual y el aumento exagerado del precio de las energías fósiles. “Tal como están los precios, la gente tiene ganas de hacer cosas”, afirma Jaume Castellà, del proyecto e-Plural. “Nosotros no vendemos que nos ahorraremos mucho dinero. Vendemos energías renovables y, si podemos, nos ahorraremos algo. Que también lo hacemos. Es vital que haya cuotas con las que todo el mundo pueda entrar”, matiza Salvans. “Los tejados no se ceden a aquellas familias concretas, se ceden a la cooperativa. Tiene que ser la comunidad la que se tiene que muscular. Si ponemos dinero individualmente, quien ganará no será la comunidad”, concluye Salvans. 

Luchar contra la pobreza energética es uno de los argumentos a favor de las comunidades energéticas nacidas desde la economía social. Hay grandes empresas que también están hablando de transición energética, a pesar de que la base social está muy ausente. “Hay gente que habla de comunidad energética, pero no sabe demasiado qué es, porque hay casos en que, al final, las personas no deciden nada. También hay gente que te quiere comprar una cosa cerrada, y una comunidad energética no lo es, sino que reúne muchas maneras de hacer las cosas”, continúa Jaume Castellà.

Para Laura Feijóo, de la cooperativa de fomento de la participación ciudadana en el ámbito energético Ecooo, no saber qué es una cooperativa energética, ni cómo funciona, y no tener ejemplos próximos son tres motivos que las alejan de la sociedad. La cooperativa madrileña ha entrado a formar parte de un proyecto europeo Horizon 2020 sobre financiación de la rehabilitación integral de edificios y también ha colaborado con el Plan 28.000 por el Clima para hacer más sostenibles las aulas. Colabora con Som Energia en varios proyectos y cuenta con el Espacio Ecooo, una nave de 300 metros cuadrados en el centro de Madrid que tiene la energía, la ecología y la economía como ejes principales.

Kim Arcas, de la cooperativa de Cíclica, eñala la gobernanza como una dificultad para el desarrollo de las comunidades energéticas. La plataforma digital Som Comunitat Energètica, que se puso en marcha para usuarias y entidades en enero 2022, pretende dinamizar la creación de comunidades energéticas en Cataluña a través de tres mecanismos: la simulación del resultado de la comunidad con los edificios del entorno, la consulta de los proyectos que ya estén en marcha, que es una función aún no implementada, y la conexión entre empresas cooperativas relacionadas y administraciones, que es una función implementada parcialmente.

Mireia Franch, miembro del equipo técnico del Ateneu Cooperatiu de la Catalunya Central, refuerza la idea de ir más allá de la energía fotovoltaica: “La estrategia no es solo poner placas solares en un edificio público y ya está. Hace falta una mirada más amplia que incluya temas de movilidad sostenible y, en definitiva, de comunidad”.

La Cooperativa Energètica Pedraforca; la comunidad energética en el polígono Bufalvent de Manresa, por la que se han interesado 25 empresas; la comunidad energética de Pinell de Brai; las comunidades energéticas del sector agrario con la participación de varias cooperativas vinícolas, que servirán para definir modelos reproducibles; las propuestas de comunidades energéticas de La Llacuna, Ulldecona o Flix; el proyecto que está poniendo en marcha la Federació d’Entitats d’Assistència a la Tercera Edat… Los ejemplos están, ahora habrá que irlos siguiendo y proponer nuevos con esta mirada que pone la vida en el centro, y no solo la vida humana.

La urgencia del momento ha aumentado el interés por las comunidades energéticas en todo el territorio. Aun así, y sobre todo, que la prisa no lleve a actuar de cualquier manera y sin una base sólida, que no se lleven a cabo comunidades energéticas sin ser de verdad comunidades autogestionadas, horizontales e inclusivas.

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FRAGMENTO EXTRAÍDO DEL CUADERNO
Núm. 62.
En este cuaderno nos enfocamos en la energía y las opciones de producción local, comunitaria y descentralizada. Echemos un vistazo a lo…

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