Autoria: Noah Silliman @noahsilliman

5 cosas que el consumo consciente puede aportarnos

El consum conscient NO aturarà el canvi climàtic, ni li pararà els peus a Amazon. Però SÍ pot ajudar-nos a millorar les nostres vides i a intervenir en el debat públic.
5 de abril, 2023

No es una panacea. No nos engañemos. La agregación de cambios voluntaristas en nuestro consumo no constituye, ni constituirá, una contribución directa demasiado significativa a las grandes crisis y retos de la humanidad, como mitigar el cambio climático o conseguir una mejor distribución de la renta. Quitémonoslo de la cabeza.

Solo un par de datos para respaldar tal afirmación: en España, en 2019, a la vez que un 73% de las ciudadanas declarábamos tomar (algunas de) nuestras decisiones de consumo teniendo en cuenta criterios éticos, Amazon aumentó su facturación en un 70%.

Y es que creo que el consumo consciente, o cualquier otra práctica más o menos “contracultural”, solo puede aspirar a ser intensamente asumida por lo que Jorge Riechmann denomina “minorías ejemplares(lo explica en un recomendable artículo). Los valores y prácticas contraculturales pueden extenderse a sectores más amplios de la sociedad, e incluso a su conjunto, pero mucho más diluidas cuanto más alejadas, en valores y compromiso, del “núcleo irradiador” (de la práctica contrahegemónica). Son prácticas, por lo tanto, incapaces de extenderse lo suficiente como para generar por sí solas transformaciones significativas.

Incluso la mayoría de miembros de la “minoría ejemplar” hacemos algún pedido al año a Amazon. Mientras tanto, nuestras abuelas, mucho menos concienciadas, cuando tenían nuestra edad, habían contribuido a emitir menos gases de efecto invernadero de los que nosotras hemos generado, solo en desplazamientos de ocio. Y es que somos hijas e hijos de nuestro contexto.

Pero una vez expresado este “aviso a navegantes”, cambio de tercio. Desde la redacción de Opcions me han pedido un artículo optimista que compense “las mil y una alertas” que contienen otros artículos de este cuaderno sobre “Consumo en tiempos de crisis”. O sea que a partir de ahora intentaré centrarme en algunas de las cosas que el consumo consciente sí puede aportarnos. 

1. Ahorro “sin estigmas”

En 2007, la edad promedio del parque móvil español era de 8 años, lo que quiere decir que, una persona propietaria de un automóvil lo jubilaba y sustituía por uno nuevo mucho antes del final de su vida útil.

El consumo consciente nos aporta una mirada al mundo en la que, no renovar el automóvil, la televisión, el teléfono móvil o las prendas de nuestro armario, lejos de ser un fracaso personal, o una muestra de racanería, como podría ser visto más frecuentemente hace unos años, puede verse actualmente como una demostración de conciencia cívica y ambiental.

Practicar el consumo consciente está vinculado a la satisfacción de necesitades emocionales

De hecho, hoy en día, los sectores sociales más sensibles al ecologismo son aquellos con mayor nivel de estudios y buenas situaciones económicas, lo que aleja al consumo consciente de ser una marca de fracaso social. Lo que no es un dato poco importante, siendo como es el consumo, no solo un satisfactor de necesidades básicas, sino también un símbolo de estatus y éxito social, fuertemente vinculado a la satisfacción de necesidades emocionales. Puede, por tanto, resultar de mucha ayuda que, prescindir de consumos superfluos o alargar la vida útil de nuestros objetos, pueda no ser visto como algo de que avergonzarse, y que puede afectar a nuestra autoestima, sino como algo de lo que enorgullecerse.

Por cierto, el consumo consciente no solo nos puede ayudar a ahorrar cuando prescindimos de consumos superfluos, también puede hacerlo cuando, en vez de comprar, intercambiamos, usamos recursos como las bibliotecas, o practicamos el intercambio de casas para vacaciones.

Hablando de artículos sobre ahorro y consumo consciente, recomiendo dos: ¿El consumo consciente es caro? de Álvaro Porro; y Soy precaria y como ecológico de Carolina López.

2. Mejor sabor, mejor trato, más satisfacción y confianza

Aunque a veces el consumo consciente nos puede ayudar a ahorrar, como en el caso de los ejemplos mencionados en el punto 1, cuando tenemos que elegir entre dos productos o servicios equivalentes, normalmente los más respetuosos con el medio ambiente y las condiciones laborales son más caros. A veces, bastante más. La apuesta por productos locales, más sostenibles, de comercio justo…supone, muchas veces, un esfuerzo extra.

Afortunadamente, esto se suele ver compensado con satisfacciones directas, como la mayor calidad de algunos productos (“los tomates que saben a tomate”) o el trato más agradable que, normalmente, recibimos en establecimientos o empresas “comprometidas” Os aseguro que no hay color entre el trato que se recibe en el teléfono de atención de Som Connexió y el de la mayoría de telefónicas convencionales.

Il·lustració de Lluís Ràfols @rafolaire
Ilustración de Lluís Ràfols @rafolaire

Además de ventajas más evidentes como el sabor o el trato hay otras ventajas más subjetivas pero no por ello menos importantes. Me refiero a sentimientos como la satisfacción de contribuir a empresas o proyectos con los que simpatizamos, como sentir una mayor coherencia entre nuestros valores y nuestras prácticas…

Para muchas consumidoras conscientes no es extraño sentir satisfacción y complicidad cuando recibimos un recibo de nuestra compañía eléctrica, o cuando pagamos con nuestra tarjeta de un banco ético o cooperativo. Lo que resultaría imposible hace unos años, cuando solo podíamos consumir a Endesa, Fenosa o Iberdrola. De hecho, si contamos lo de nuestra satisfacción recibiendo un recibo de la luz, quizás a muchas les costará creernos.

Y es que el consumo consciente nos aporta algo muy importante, la confianza. Sentir sintonía con quien nos vende un producto o servicio, y sentir que consumidoras y empresas compartimos valores y objetivos, no era tan habitual para mí hace unos años, cuando no conocía (o no existían) muchas de las alternativas de consumo que ahora frecuento. En algunos casos, podemos ser, incluso, copropietarios, como socios de consumo de las cooperativas, de las empresas en las que consumimos. Ya no es solo una manera de hablar, cuando nos referimos a “nuestro” banco o a “nuestra” comercializadora de energía eléctrica

¿Y qué tienen de importante el sabor, el buen trato, la satisfacción o la confianza en tiempos de crisis? Que, en momentos de mayor incertidumbre hacia el futuro como los que ahora vivimos, es más fácil que caigamos en el pesimismo y en la desesperanza. Tener experiencias cotidianas que nos conecten tanto con la satisfacción como con la confianza puede aportarnos algunos “asideros cotidianos” que nos hagan sentir que más partes de nuestras vidas tienen sentido y que nos acerquen a la esperanza de que hay alternativas en positivo a las crisis que vivimos.

3. Reorganización de nuestras vidas

Como hemos dicho, el consumo consciente puede aportarnos tanto ahorro como gastos extras. Al final, muchas veces, acaba suponiendo simplemente una redistribución del gasto. Lo que implica, en el fondo,una reorganización de nuestras vidas.

Quizás gastamos menos en ropa y en viajes lejanos. Pero más en comida de mayor calidad y en turismo local. En el fondo, estamos adecuando, como decíamos antes, nuestra vida a nuestros valores.

En mis talleres, suelo recomendar no querer cambiarlo todo a la vez. Suelo decir que incorporar “un buen cambio al mes”, por pequeño que sea, puede ser mucho, aunque parezca poco, si pensamos todas las cosas que tenemos la impresión que querríamos cambiar. Pero suelo explicar que, en solo cuatro años, después de 48 cambios (uno por mes), una vida puede haberse transformado mucho.

Practicar el consumo consciente acaba suponiendo una redistribución del gasto

La crisis de la COVID, pues, parece dar la razón, en muchos aspectos, a la apuesta por “vidas sencillas” que promueve el consumo consciente. El exceso de viajes y turismo, la contaminación del aire o los espacios cerrados favorecen la transmisión del virus (la contaminación incrementa también su gravedad). Y reducen el contagio o la gravedad de la enfermedad, algunas prácticas o efectos derivados de estilos de vida saludables y sostenibles: el ocio de proximidad y al aire libre, el teletrabajo, los buenos niveles de vitamina D (que obtenemos principalmente del sol), o los bajos niveles de glucosa en sangre. 

4. Modelos alternativos de éxito personal y empresarial

El consumo consciente aporta algo que es esencial para poder plantear una alternativa en positivo al neoliberalismo: modelos de salud, calidad de vida, felicidad y éxito (personal y colectivo) alternativos al consumismo. En eso consisten propuestas como  las del buen vivir, la simplicidad voluntaria o el movimiento slow, inspiradoras para millones de personas en el mundo.

Como ya adelantamos en el punto 2, el consumo consciente puede ayudarnos también a resignificar nuestra mirada (tantas veces negativa) del comercio, las empresas ¡e incluso de la banca!

Podemos experimentar de primera mano (que siempre es mucho más potente que leerlo en un papel) que inversión y actividad empresarial y comercial no son intrínsecamente equivalentes a “afán de lucro sin escrúpulos”. Y que hay modelos y prácticas empresariales, como las que propone la economía social y solidaria y el resto de economías transformadoras, fuertemente comprometidas con las economías locales, el medio ambiente y los derechos sociales y laborales.

Como suele explicar Kois Casadevante en sus inspiradores artículos, para enfrentar las crisis ecosociales necesitamos imágenes de futuro capaces de seducir y emocionar. Las prácticas y alternativas hoy existentes son las mejores anclas y los mejores puentes desde los que caminar, dar credibilidad y sentido y proyectar mejores escenarios de futuro.

5. Organización social y comunitaria y nuevas políticas públicas

Otra aportación clave del consumo consciente es su capacidad para generar organización ciudadana. Las redes y mercados de trueque llegaron a aglutinar a millones de personas (algunas estimaciones hablan de 7 millones) en la crisis argentina de principios de este siglo y 200 “clubes” todavía mantienen su actividad. Existen experiencias de supermercados cooperativos con miles de socias, como el Park Slope Food Coop de Brooklyn (16.000) o La Louve de París (7.000). En la Cuenca de Pamplona, Landare agrupa a 3.000 socias y, diferentes proyectos de nuevos supermercados, en diferentes localidades del Estado español, han abierto recientemente o planean abrir sus puertas en los próximos años. También en el contexto español, las cooperativas eléctricas verdes superan las cien mil socias, en algunos casos con grados de participación significativos.

Gent comprant al Park Slope Food Coop | Autora: Joana Ariet
Gente comprando en el Park Slope Food Coop | Autora: Joana Ariet

Y es, en buena medida, gracias a la existencia de organizaciones y experiencias ciudadanas, que han experimentado un impulso las políticas públicas de fomento del consumo consciente o de las economías transformadoras y que se transforma también el mercado.  Por ejemplo, sin la experiencia previa de Som Energia, seguramente no hubiesen existido iniciativas públicas como la eléctrica municipal Barcelona Energia. Ni tantas empresas privadas especializadas en la comercialización de electricidad verde. Y sin el trabajo subterráneo  durante décadas de decenas de grupos de consumo agroecológico en Barcelona, quizás la ciudad no sería, en 2021, Capital Mundial de la Alimentación Sostenible y contaría con una oferta comercial mucho más reducida en alimentos ecológicos y de proximidad.

A modo de conclusión: el consumo consciente no es una panacea, pero puede aportarnos algunas claves y herramientas para mejorar nuestra vida personal y colectiva. Como nos gusta decir en Opcions es “condición necesaria pero no suficiente”. No basta, por sí solo, para superar las crisis pero, sin la experiencia de nuevos modelos y prácticas de consumo, es difícil imaginar estilos de vida y sociedades menos vulnerables y más resilientes a las crisis que vivimos.


Este artículo se ha publicado originalmente en el Cuaderno 59, «Consumo en tiempo de crisis». Si quieres que sigamos investigando y publicando contenido sobre consumo consciente, ¡únete a Opcions!

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