Este reportaje forma parte del Cuaderno 65 de Opcions «Confort térmico. ¿Cómo lo generamos en momentos de emergencia climática?» que saldrá en papel el próximo día 14 de Diciembre y que ya podéis comprar en formato digital. En el cuaderno abordamos la problemática del calentamiento global y como afecta los espacios cotidianos que habitamos, desde la casa hasta el espacio público pasando por espacios comunitarios y de uso compartido, dando un repaso por las diferentes soluciones que tenemos para refrescar los espacios y generar confort térmico.
Hace años que en varias localidades se han iniciado procesos de transformación de los patios escolares, un movimiento que ha cogido empuje en el actual escenario climático, que pone de manifiesto la necesidad de generar espacios que puedan garantizar el confort térmico de la población, es decir, refugios bioclimáticos.
Estas transformaciones se realizan desde ópticas interrelacionadas, una de ellas es la renaturalizadora, que a partir de lo que se denominan soluciones basadas en la naturaleza integra elementos verdes para diseñar espacios que fomentan el contacto con la naturaleza desde un punto de vista ambiental, pero también pedagógico. Asimismo, estas transformaciones están íntimamente ligadas a la coeducación, entendida como la acción educadora que fomenta el reconocimiento de las potencialidades e individualidades de todo el alumnado, independientemente de su sexo, lejos de estereotipos sexistas y de actitudes discriminatorias por razón de sexo, orientación sexual, identidad o expresión de género.
Los patios estiran el hilo de las transformaciones que se producen a una escala urbana más global, para fomentar la resiliencia en tiempos de crisis ecosocial. En este sentido, el elemento comunitario es primordial para hacer posible la adaptación al momento actual y a los tiempos que vendrán. Por ello, iniciativas como Patis Oberts hacen que estos refugios bioclimáticos estén al alcance de toda la población, ya que se abren a todos los públicos fuera del horario escolar. Estos patios no sólo ofrecen cobijo, sino que generan espacios de relación social que permiten crear redes.
Pasar a la acción
Desde la asociación de arquitectos El globus vermell precisamente están trabajando en el proyecto Patis x Clima en Acció, que se centra en activar las comunidades educativas en torno a los patios renaturalizados. Mamen Artero, miembro de este colectivo, constata que “alrededor de las escuelas existe una comunidad ya organizada que puede tomar partido en el ámbito de la transformación ecosocial”.
De hecho, el Ayuntamiento de Barcelona está renaturalizando progresivamente todos los patios de sus escuelas a través del programa Transformem els patis. En este sentido, cabe destacar “que las guarderías fueron las primeras en reclamar e impulsar procesos como estos, seguidas de los centros de educación primaria; poco a poco se sumarán los institutos”, expone Artero, quien manifiesta que “aquí existe una cuestión cultural y una cuestión económica”.
Educar para la vida
El Equipo de Equal Saree también centra parte de su actividad en los patios escolares. Este grupo de arquitectas expertas en género, mediadoras, artistas e investigadoras plantean la arquitectura y el urbanismo desde los feminismos a partir de procesos participativos. Dafne Saldaña, de Equal Saree expone que “hay distintos estudios que muestran que en el arenal o en los espacios más naturalizados de los patios más convencionales es donde se ve más juego compartido entre niños y niñas, o bien las niñas ocupan el espacio de forma más igualitaria”. “Empezamos a trabajar en el tema de los patios buscando el origen de por qué hombres y mujeres nos comportamos diferente en el espacio público, lo ocupamos de forma diferente, se dan ciertas dominaciones, privilegios y opresiones. Estudiando el patio como espacio público, vemos que hay patrones que se reproducen desde la infancia”, profundiza la arquitecta feminista.
Conectando la coeducación con los movimientos que reclaman la renaturalización de los patios y las ciudades, la cofundadora de Equal Saree expone que “desde los ecofeminismos también se reivindica esta mirada más sostenible, para entender los cuidados en un sentido amplio; un patio naturalizado nos educa para la vida, cuidando del huerto o promoviendo la soberanía alimentaria, por ejemplo”.
De la teoría a la práctica
En la Escola Sant Ignasi de Manresa han puesto todas estas cuestiones en la práctica. Hace unos ocho años iniciaron un proceso de transformación de su patio, impulsado por una comisión mixta formada por familias, maestros y conserje. En su caso, lo pagaron con recursos propios, pero contaron también con el apoyo del ayuntamiento, que financió algunas actuaciones. “Incluimos a toda la comunidad educativa”, explica Nídia Fargas, maestra del centro, que detalla que “no sólo queríamos transformar el patio para que hubiera juego durante la media hora de recreo, sino que queríamos renaturalizar la escuela con el objetivo de que niños y niñas tuvieran un contacto diario con elementos de la naturaleza, y además tuvieran un juego mucho más versátil y amable que no estuviera centrado en la pelota”.
Isabel Ruiz Mallén es investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y coordina el COOLSCHOOLS, un programa europeo de investigación aplicada que estudia los cobeneficios de transformar los patios en espacios más adaptados al cambio climático a partir de soluciones basadas en la naturaleza. En el programa participan cuatro ciudades europeas, Barcelona, Bruselas, París y Rotterdam, y se encuentra en mitad de su ejecución. “Los resultados preliminares valoran a las escuelas como centros importantes para mantener la conectividad verde en la ciudad y en muchos casos tienen mucha más biodiversidad los patios de las escuelas que los parques de al lado, también por el cuidado que reciben, ya que la comunidad educativa se involucra en su cuidado”, explica Isabel Ruiz.
Escuelas frías contra el cambio climático
Isabel Ruiz Mallén es investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y coordina el COOLSCHOOLS, un programa europeo de investigación aplicada que estudia los beneficios de transformar los patios en espacios más adaptados al cambio climático a partir de soluciones basadas en la naturaleza. En el programa participan cuatro ciudades europeas, Barcelona, Bruselas, París y Rotterdam, y se encuentra en mitad de su ejecución. “Los resultados preliminares valoran a las escuelas como centros importantes para mantener la conectividad verde en la ciudad y en muchos casos tienen mucha más biodiversidad los patios de las escuelas que los parques de al lado, también por el cuidado que reciben, ya que la comunidad educativa se involucra en su cuidado”, explica Isabel Ruiz.
Transformar en verde, azul y gris
El Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal) fue una de las instituciones socias de un proyecto piloto que se desarrolló en la capital catalana entre 2018 y 2021, por lo que se encontró con la pandemia de la covid-19. El proyecto se llamaba «Adaptar escuelas al cambio climático a través del verde, el azul y el gris», es decir, convertir las escuelas en espacios resilientes al cambio climático mediante intervenciones basadas en la vegetación, el agua y las cuestiones estructurales. La iniciativa no sólo pensaba en la comunidad educativa, sino también en ofrecer espacios de confort térmico al vecindario. Se transformaron once escuelas de Barcelona y las lecciones aprendidas sirvieron para dar pie al proyecto Transformem els patis, vigente en la actualidad y evaluado por la Agencia de Salud Pública.
Mònica Ubalde, de ISGlobal, explica que “en ese momento hicimos una evaluación de impacto muy amplia”. Aparte de la temperatura y la humedad, como elementos clave relacionados con el confort térmico, evaluaron la calidad del aire para medir los contaminantes. También utilizaron cuestionarios para conocer diferentes variables relacionadas con la percepción del bienestar de niños y niñas y demás comunidad educativa, y se fijaron especialmente en el confort térmico. Al mismo tiempo, emplearon herramientas de observación sistemática del uso de los patios, comparando antes y después. Observaron las escuelas transformadas y las escuelas control, centros educativos que tenían características similares, pero que no habían sufrido ninguna intervención. «Con todo este diseño tan meticuloso y riguroso que hicimos, vino la pandemia, así que tuvimos que adaptar el estudio», expone Ubalde.
En cuanto a los resultados, se percibieron mejoras en el confort térmico, tanto en la sensación en el interior como sobre todo en el exterior: “Vimos que sólo el hecho de que hubiera estos cambios estructurales en el patio, ya había ayudado a mejorar muchísimo la percepción de ese espacio”. Sin embargo, no se apreciaron cambios en los niveles de atención de niños y niñas, pero Ubalde admite que la pandemia puede haber condicionado estos resultados.
Mònica Ubalde considera que «necesitamos que las ciudades hagan una transformación estructural hacia una resiliencia climática». En este sentido, cree que «la transformación de las escuelas es muy estratégica porque están por toda la ciudad».
Conectar con la naturaleza humana
La renaturalización de los patios puede parecer una cuestión que interpela principalmente a las zonas más densamente pobladas, como las grandes ciudades, pero lo cierto es que estos procesos también se reclaman desde entornos rurales con presencia de la naturaleza. Vanesa Freixa, artista del Pallars Sobirà y defensora del ruralismo, forma parte de una de las asociaciones de familias de alumnos que el año pasado impulsaron unas jornadas de renaturalización de patios en este punto del Pirineo catalán. Freixa explica que las jornadas se organizaron “porque existe la necesidad, sobre todo por parte de las familias, de cambiar la fisonomía de los patios en el sentido de que sean espacios educativos, que sean espacios motivadores y al mismo tiempo que sean refugios climáticos, aunque esta última parte ha venido en un segundo término, con la urgencia de lo que se presenta ahora”. En este sentido, algunas escuelas del Pallars Sobirà han iniciado ya procesos de transformación, como es el caso del centro educativo de Llavorsí, que por medio de un proceso participativo ha cambiado todo el patio.
Heike Freire, referente internacional de transformación educativa y desarrollo humano en contacto con la naturaleza recuerda que “hay personas que están en la naturaleza y, sin embargo, no interaccionan con ella; esto tiene que ver con la cultura”, expone Freire, que reivindica un cambio cultural profundo y amplio.
Freire es autora de varias obras, entre ellasPatios vivos para renaturalizar la escuela, de Octaedro Editorial, y conoce de cerca los procesos de transformación de los patios: “Hace unos quince años que se inició la crítica a los patios, porque muchas personas nos dimos cuenta de que no funcionaban, que pertenecían a un modelo de escuela que es el modelo de la fábrica. Los niños estaban trabajando dentro de la escuela como un trabajador lo haría en la fábrica, con unos minutos de esparcimiento o de descanso”.
Según Freire, “no resolveremos los problemas ecológicos que tenemos simplemente desde una perspectiva tecnocrática, sino que necesitamos transformar la cultura, y la educación es una herramienta muy importante para hacerlo”. Desde el punto de vista de la pedagoga, para conseguir este cambio necesitamos nuevos relatos, “debemos contarnos otras historias, historias que nos vinculen con la tierra y con nosotros mismos”. En este sentido, Freire comenta que la ecología ha cultivado una fobia hacia el ser humano, construyendo un relato basado en el mal que hacemos a la Tierra. “Somos especialmente nocivos para la Tierra desde los últimos trescientos años”, expone Heike Freire, quien remarca que llevamos muchos más años en la Tierra y recuerda el vínculo que las comunidades indígenas siempre han mantenido con la naturaleza. “El ser humano ha sabido convivir de una manera que no sólo cuida y respeta la vida, sino que la honra y la potencia, lo hemos sabido hacer porque va a nuestro favor, ya que, cuanta más vida hay, más vivos estamos”, profundiza la especialista en pedagogía verde.
“Para contarnos otras historias, debemos transformarnos nosotros también, porque los primeros que estamos desnaturalizados y deshumanizados somos los seres humanos”, prosigue Freire, que observa “mucha resistencia para salir del modelo cultural en el que estamos; queremos transitar hacia un mundo más ecológico, pero con los mismos conceptos culturales, los mismos datos, el mismo predominio del dinero, la misma estructura social y cultural, y así no podremos, necesitamos arriesgarnos a cambiar; o cambiamos planificadamente, es decir, racionalmente, o deberemos cambiar a golpes”. “¿Tendremos que llegar a situaciones desastrosas en cuanto al bienestar para cambiar nuestra forma de vivir?”, se pregunta esta activista. Ella lleva años trabajando para contestar esta pregunta con un no.
Mientras, los niños que ahora se educan en los patios renaturalizados, en estos refugios bioclimáticos, ensayan nuevos relatos que quizás nos permitan conectar de nuevo con nuestra propia naturaleza.