Autora de la fotografía: Clàudia Frontino
¿Hay un vínculo entre el consumo y la explotación de personas migrantes? Más que un vínculo, yo diría que el consumo es la base de la explotación de las personas migrantes. Desde los campos de olivos hasta las Kellys. Cuando llegas a un hotel y todo está limpio, probablemente, detrás de todo esto haya muchas personas explotadas. Además, las personas no pueden quejarse o denunciar. Les responden: «Si tu no quieres esto, encontraré a alguien más desesperado que tu». Consumimos muchísimo, y gran parte, de la explotación de las marcas del Ibex-35 en zonas como África o el sur asiático, donde explotan en masa a las personas. Y nosotros aquí, consumiendo y consumiendo. Es una cadena de explotación y el consumo es la base de la explotación del sur global. ¿Cuales son las vulneraciones de derechos derivadas del consumo que sufren las personas migrantes en Cataluña? Una de las consecuencias son las condiciones laborales en las que están sometidas las personas migrantes sin ninguna cobertura ni contratos en regla. Hay muchos ejemplos de explotación. En Jaén o en Lleida, las personas temporeras viven debajo de puentes y bancos. No tienen vivienda para alijar quien viene por la campaña de fruta y tampoco hay acceso en la educación. También, en el ámbito de los cuidados, explotan las mujeres interinas sin dejarlas salir de casa. No pueden aprender catalán o castellano, y todo por una miseria de 400 euros mensuales: vivir todo el año sin poder formarse para poder dejar este trabajo y encontrar otra cosa mejor.
La colonización aún existe. Puede que sea menos visible o más civilizada, pero aún existe.
¿Qué consecuencias tiene el capitalismo y el modelo de consumo del norte global en los países del sur? La estructura industrializada del norte engloba todo este sistema mundial y se basa en la explotación de África. Cortaron en trocitos zonas conflictivas e hicieron países. ¿Cómo puede desarrollarse un país o tener una economía sólida si empieza así? Además, la mayoría de recursos no los controlan los mismos países y se encuentran en manos de acuerdos con la Unión Europea, como los diamantes, el coltán o la pesca. Hay muy pocas economías en África donde el mismo país tome parte del control. La colonización aún existe. Puede que sea menos visible o más civilizada, pero está ahí. Si un país no controla su economía, no controla nada, y los países del norte continúan devaulando constantemente las monedas locales, aún con marcas coloniales. Muchas personas no tienen nada, lo único que les queda es migrar hacia Europa por rutas como la del desierto, el Mediterráneo o las islas Canarias, con todas las consecuencias que esto conlleva, pero sin tener otra salida. En los medios de comunicación ven mucha propaganda pro norte, ven que Europa está llena de oportunidades. Después te das cuenta que todo era humo. ¿Qué autocrítica haces de la Economía Social y Solidaria en materia de personas migrantes? No haría tanto una crítica, sino una aportación. Hace muy poco tiempo que la Economía Social y Solidaria ha empezado a tener en cuenta otras perspectivas más diversas. Cuando nosotras empezamos, éramos las únicas personas negras, todo respondía a un mismo estándar de personas. No había diversidad y no tenía una mirada decolonial. Ha habido cambios dentro de la Economía Social y Solidaria, con el impulso del Sindicat de Manters, y proyectos como Diomcoop, Alencop, Abarka o el Cercle Migracions. Gente racializada de América Latina o de África que se esta constituyendo en cooperativas, y con estas aportaciones ampliamos las visiones estratégicas sobre cuestiones importantes a las cuales podemos sumar. Necesitamos que no sea siempre la misma mirada blanca, que se mezclen las miradas y hacer las cosas en conjunto. ¿Por qué es necesaria una mirada decolonial en la hora de consumir? Más que necesaria, la mirada decolonial es una cosa que se tiene que integrar sí o sí en la manera en que consumimos. Ahora hay muchos cambios que intentan hacer cosas más sanas, con más compromiso, más valores y más respeto hacia la tierra. Pero muchas otras zonas se están concentrando en un consumo barato y sin conciencia, como África, donde cada vez se concentra más polución. De alguna manera, el consumo de aquí se va hacia allí y los efectos se empezarán a notar en estas zonas; no podemos enviar hacia allí todo lo que se ha estropeado aquí. Este cambio global no se puede hacer de forma vertical, solo se puede lograr de forma horizontal. Los cambios tienen que ser reales y en ambos lados. «Artículo extraído del Suplemento informativo de La Zona «Consum Conscient». Publicado en La Directa, la primavera de 2021.»