“En distribución agroecológica, hacen falta iniciativas de mayor dimensión»

Toni Lodeiro entrevista a Diana Amigó (Quèviure) y Alejandro Guzmán (Ecocentral) para hablar sobre los retos de la distribución agroecológica.
agroecología

Diana Amigó forma parte del equipo de Quèviure (Barcelona), distribuidora mayorista que abastece a cooperativas de consumo agroecológico y otras colectividades. Actualmente formada por doce entidades, fue creada en 2013 por grupos de consumo a los que convenía agruparse para hacer compras conjuntas. Está especializada en productos ecológicos, de proximidad, de comercio justo y producidos por cooperativas. Quèviure es una cooperativa formada por socios de consumo, trabajo y servicios, que participan de la toma de decisiones sobre criterios de compra y precios, siempre con transparencia y buscando no especular con la intermediación. Lo que hace singular esta cooperativa es que el margen aplicado por la empresa a los productos es solo el necesario para cubrir gastos, ya que es una cooperativa sin ánimo de lucro al servicio de sus socios.

Alejandro Guzmán es el impulsor de Ecocentral (l’Hospitalet de Llobregat), una central de compras con doce años de experiencia en distribución de alimentos ecológicos a comedores escolares. Ecocentral, que ahora busca servir también a grupos de consumo, solo cobra por el servicio de distribución y el producto se paga directamente al productor. Esto garantiza tanto la trazabilidad como que la distribución no especula con el precio, que pactan directamente productor y consumidor. Esta experiencia singular de “distribución transparente” se reproducirá en Navarra, impulsada desde un organismo público: el Consejo Regulador de la Producción Agraria Ecológica (CPAEN). Un buen ejemplo de cómo la innovación de la sociedad civil pueden inspirar políticas públicas. Se han interesado también por el modelo de Ecocentral iniciativas de otros territorios.

¿Cuándo empezasteis en la distribución y por qué?

AG Soy cocinero y tenía un restaurante con una estrella Michelin. En la escuela de cocina me habían enseñado que solo hay sabor, solo hay textura, solo criterios organolépticos y visuales. No había temporadas, nunca nos habían hecho ver qué hay detrás del alimento. Y en 2006 Slow Food me invitó como cocinero al Terra Madre de Turín. Éramos más de mil cocineros y unos cuatro mil agricultores de 152 países, y descubrí todo un mundo. Después de ese encuentro no he vuelto a pisar un supermercado. Entendí la capacidad de transformación social que hay detrás del alimento. Dejé el restaurante y empecé a trabajar en el Bar Seco, en Poble-sec. Por las mañanas me dedicaba a ir a la huerta, en Gallecs. Recogía las verduras (lo que hubiera, cualquier cosa) y por la noche las cocinaba. Me hice todo un público que iba a ver qué había cogido ese día. De ahí pasé a la desaparecida panadería Barcelona-Reykjavik. Me pagaban por ir dando vueltas por Cataluña buscando variedades de trigo antiguo, buscando el molinero, la fruta, la verdura… En 2007 empecé con Eco d’Aquí a distribuir cestas a domicilio, pero traspasé el negocio, y en 2011 empezamos con el tema de los comedores escolares. Tiene mucho potencial, tanto por volúmenes para los agricultores como por la salud del futuro, que son nuestros niños. Si enseñamos a nuestros niños a comer bien, seguramente el día de mañana tendremos consumidores bien educados.

¿Y tú, Diana?

DA Yo desde el consumo. Desde que me emancipé de casa de mis padres, hace 25 años, formo parte del movimiento de grupos de consumo. Siempre he entendido que el consumo responsable va unido a la economía social y solidaria [en adelante ESS]. Y que el cooperativismo, hacia donde me fui encaminando profesionalmente, puede ser una forma empresarial idónea para iniciativas de este tipo. En un momento en que me quedé sin trabajo, junto con otras personas decidimos montar un proyecto propio. Es L’Economat Social de Sants, una iniciativa profesionalizada en la que los socios trabajadores aportamos un servicio, el abastecimiento de comida, a los socios de la cooperativa. Apostamos por este modelo en un momento en que el debate sobre el cambio de escala y la profesionalización de los grupos de consumo no estaba tan vivo. Pero entendíamos que las consumidoras tenemos el poder para cambiar muchas cosas, para cambiar las estructuras económicas de la sociedad. Y que la alimentación es un derecho básico. La especulación con la alimentación es un atentado. Y pensamos que un modelo como L’Economat nos permitía extender más esta alternativa de consumo más democrática en el barrio de donde somos, Sants. Y en seguida vimos que había una necesidad en el abastecimiento, más allá de la fruta y la verdura que nos traía el agricultor con quien trabajábamos, del Parc Agrari del Baix Llobregat.

Vimos que en ciertos productos había que agrupar mucho más consumo para poder acceder. Y que nos tocaba consumir a distribuidoras capitalistas, que tienen por objetivo ganar dinero, por muy ecológico que sea su producto. Y eso signifcaba una actividad lucrativa en el campo alimentario. Y como no nos convencía la idea, nos sumamos a un proyecto que estaba naciendo, el de la distribuidora del mercado social (Quèviure). Finalmente, en parte por azar, he acabado trabajando como técnica de Quèviure.

Entrevista de Toni Lodeiro a Diana Amigó i Alejandro Guzmán.
Foto: Dani Codina

Supongo que cuando os referís a distribución de productos ecológicos bajo criterios más mercantiles pensáis, salvando las notables diferencias que hay entre unas y otras, en empresas como Mapryser, Biospirit, Natureco, Vegetalia, Morales, Bio Bio, Naturgreen, Cal Valls, La Grana, etc.

DA En resumen, y sin entrar en casos concretos, para mí la clave es si el objetivo de la distribuidora es ganar dinero o distribuir alimentos y sostener su estructura. La existencia de empresas mercantiles, con ánimo de lucro en el campo alimentario es delicada porque comercializan un bien básico. Nuestro modelo es diferente del de Ecocentral. El suyo me gusta. Aunque somos diferentes coincidimos en una cosa: los protagonistas son productores y consumidores, y nosotros solo estamos en medio para facilitar, pero en ningún caso nos debemos aprovechar ni de unos ni de los otros. En el caso de Quèviure, cuando nacimos, entendimos que podría ser un espacio donde,incluso políticamente, se podrían organizar productores y consumidores.

La clave es si el objetivo de la distribuidora es ganar dinero o distribuir alimentos y sostener su estructura

Para muchos ámbitos, como el consumo consciente, las fnanzas éticas, o la economía solidaria tenemos más o menos claros los adjetivos que las distinguen. ¿Cuál podría ser la etiqueta genérica de referencia para la distribución alimentaria? ¿Agroecológica? ¿Responsable?

AG Yo le llamo distribución transparente, que quiere decir que la empresa de distribución está abierta a que se le puedan ver todos los números. Y en nuestro modelo una garantía de transparencia y de garantizar el origen es que se paga directamente a los productores.

Bancos como Fiare o Triodos también han usado el término transparente, aunque fnalmente se han quedado con banca ética o ética y sostenible.

DA Distribución transparente me gusta, y no especulativa también. Si buscamos en el diccionario distribución dice “dividir una cosa dando a cada parte la colocación que le pertoca”. No dice que se tenga que hacer negocio. Es un canal entre el origen, la producción, y el fnal, el consumo.

Ponéis en valor la producción.

AG Sí, y además está la retroalimentación emocional hacia el campo, que a nosotros nos gustaría fomentar más. Recuerdo un caso de unos niños felicitando al agricultor por las ciruelas. Él lloraba, porque no está acostumbrado. Está acostumbrado a producir y a enviar a Alemania o al mercado. Nadie le dice si está bueno o está malo, le pagan y punto.

DA Las cooperativas socias de Quèviure vamos a ver a los productores. A ayudar, si hace falta, y a visitarlos. Humanizas lo que comes, lo que nos está nutriendo. El hijo de una socia de L’Economat no comía acelgas, no había manera. Un día cogieron unas muy tiernas de Cal Notari, el campo de Olivier, nuestro productor. El niño se comió las acelgas y su madre nos pidió el teléfono del agricultor, y le llamaron para decirle que estaban muy buenas. Es muy bonito. Antes producíamos nosotros mismos lo que comíamos, y ahora nos hemos desvinculado demasiado.

AG La típica imagen del Facebook: “Alguna vez en la vida necesitarás un médico, alguna vez en la vida necesitarás un arquitecto, alguna vez en la vida necesitarás un abogado, pero tres veces al día necesitas un agricultor”. Y estamos muy desvinculados de su realidad. A nadie le importa quién es su agricultor.

¿Y qué podemos hacer como consumidores?

DA Tenemos más poder del que creemos, tanto de manera individual como organizada. Y no me refero solo a grupos de consumo, una escuela también es una colectividad de consumo, y un restaurante o una tienda. Por eso los proyectos de distribución debemos explicar que decidir dónde comprar es apostar por el modelo de producción y económico que queremos.

Decidir dónde comprar es apostar por el modelo de producción y económico que queremos

¿Cuál es vuestra visión de las alternativas en el campo de la distribución? Incluyendo también a las iniciativas que asumen más lógicas capitalistas o mercantiles para poder llegar a sectores más amplios

AG Hay muchas pequeñas iniciativas a escala local, pero faltan muchas como la nuestra o de mayor dimensión. No hay. Ahora mismo, si nosotros cerrásemos, los cincuenta y pico colegios que llevamos no tendrían ninguna posibilidad de continuar haciendo lo que están haciendo. Se tendrían que ir a otros modelos de distribución. Y he oído cosas como “Las judías son de China pero las etiquetamos en Girona, y ponemos origen Girona.” ¡Me lo han mandado por correo! Es que no hay alternativa. Hay catálogos en los que ves orígenes como “arroz: Barcelona”, “pasta: Tarragona” y piensas “perdona, ¿crees que soy imbécil?”. Y tú no, pero la mayoría de los consumidores, se lo creen. El consumidor está más que desorientado.

DA Quizás ni sabe que en la provincia de Barcelona no se produce arroz.

Alejandro Guzmán i Diana Amigó.
Foto: Dani Codina

En resumen, muchas de las alternativas de distribución de productos ecológicos más accesibles no son del todo de fiar o próximas a vuestros criterios.

DA Hay un problema precisamente de transparencia, porque es difícil que te den toda la información para poder elegir libremente.

AG Hortec por ejemplo, una cooperativa por la que siento gran admiración, diría que no llega a un tercio de producto procedente de sus productores socios. Son rigurosos, te ponen de dónde viene el producto, pero no sabes quién lo produce.

DA Es importante distinguir si hablamos simplemente de distribución de alimentos de producción ecológica, producido conforme una normativa, o si hablamos de agroecología, que es un concepto más amplio y exigente en cuanto a los requisitos sociales y ambientales de todo el proceso. Más en esta última línea, más pegada a la ESS coincido en que no hay, en el mundo de la distribución, muchas alternativas. Excepto Ecocentral (aunque, por circunstancias de la vida, su forma jurídica sea la de SL) en el terreno de los comedores escolares, y Bioconsum y Molsa en el caso de las tiendas ecológicas. El resto somos en general experiencias bastante pequeñas y atomizadas.

Estamos dejando un gran agujero que aboca muchos productores a vender al mercado convencional

AG Como La Xarxeta, un modelo interesante pero también de pequeña escala.

DA Sí, y tenemos poca coordinación entre nosotras. No estamos agrupadas. Nos falta una política común clara y decir: “el sector de la distribución transparente, no especulativa, agroecológica… ¿Cómo nos estructuramos? ¿Qué queremos comunicar como lobby para desenmascarar las alternativas que no lo son tanto? ¿Qué queremos pedir?” La distribución y la logística solo funcionan con grandes volúmenes. Y lo que no llenemos con alternativas de ESS lo ocupará la economía puramente mercantil. En el terreno de la distribución, estamos dejando un gran agujero que aboca muchos productores a vender al mercado convencional.

Portada cuaderno "De la tierra al plato". Opcions núm. 56. Distribución alimentaria.¿Cómo veis una iniciativa como Mans, que desde el mundo de la ESS, intenta entrar en la gran distribución?

DA Tengo la sensación que nos equivocaremos si nos aprovechamos de los canales de distribución de venda de la economía capitalista para colocar productos agreocológicos o de cultivos ecológicos. No estaremos haciendo una alternativa de modelo de nada, simplemente dejaremos que se nos absorba.

AG En el otro extremo también es igual de malo, desde mi punto de vista, un mercado de payés porque hace daño al comercio de barrio. Está muy bien que los payeses vengan a vender, pero la víctima es quien levanta la persiana cada día. Hay que tener mucha conciencia de qué modelo de comercio queremos. Un barrio vivo es un barrio de tiendas.

 

Puedes leer la entrevista completa en el cuaderno 56 de Opcions

 

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