Salir a cenar en bici pero regresar a pie, acompañados. Ir al trabajo en bicicleta pero a la vuelta coger el metro porque llueve. Ganar tiempo para llegar hasta la estación de cercanías y subir al tren sin tener que acarrear una bici. Llevar a los niños al colegio andando y desde allí ir directo al trabajo pedaleando. Ir a buscar en un momento el pastel para la compañera de trabajo porque hoy es su aniversario. Los usos de los servicios públicos de bicicletas son infinitos.
Es un servicio pensado para avanzar hacia una movilidad urbana sostenible. No es una flota de bicicletas de paseo y se hace aconsejable que, para el ocio o la visita de una ciudad, se valore la opción de compra o alquiler de una bicicleta.
Cambio de hábitos gracias a los servicios públicos de bicicletas
La mayoría de las personas que hacen sus desplazamientos habituales usando los servicios públicos de bicicletas, previamente los hacían en otros medios públicos de transporte. Es por esto que, en las grandes ciudades, el servicio contribuye a descongestionar estos medios de transporte. En Barcelona, por ejemplo, las horas en que más se usa el Bicing coinciden con las horas punta en los transportes públicos. Por el contrario, en ciudades medianas o pequeñas, en general con una oferta más limitada de transportes públicos, las bicis sustituyen especialmente coches o motos y, por tanto, la instauración de un sistema de bicis públicas puede revertir en una pacificación del tráfico
Los éxitos de estos sistemas son muy positivos ya que favorecen una movilidad sostenible y unas ciudades más tranquilas. Visibilizan a todos los ciudadanos, ciclistas o no, la posibilidad y la conveniencia de la bici como medio de transporte cotidiano. A partir del momento que hay una presencia notoria de bicis públicas en la calle, un 30% de los no usuarios usan más su bicicleta privada.
La viabilidad de los sistemas públicos de bicicletas
Un sistema público de bicicletas no tiene sentido en cualquier localidad. Los factores que inclinan la balanza incluyen: la demanda potencial de usuarios; las ventajas que representan estas bicis sobre otros sistemas de transporte público de la ciudad, y si el trazado urbano y la topografía del lugar facilitan la circulación con bicis. Hay que valorar cómo se efectuará el mantenimiento de las bicicletas, cómo se garantizará la asistencia a los usuarios, si se harán campañas de promoción y de educación… Y qué coste tendrá todo esto y de dónde saldrá el dinero. Si se pone en marcha un proyecto sin tener todos estos factores estudiados, es fácil que fracase.
Por lo que respecta a la financiación, no se espera que este sistema, como cualquier sistema de transporte público, genere beneficios. Los usuarios cubrirán una parte de los costos y el resto lo harán entre los presupuestos municipales, patrocinadores y publicidad en las proporciones que se acuerden en cada caso. En el Estado, muchos sistemas se habían ofrecido al ciudadano de forma gratuita y esto no ayuda a que sean percibidos tan “serios” como el resto de sistema de transporte público.
Éxitos y fracasos de los servicios públicos de bicicletas
En el Estado se alcanzó la cifra de un centenar de sistemas públicos de bicis pero una gran parte de ellos eran muy poco usados y duraron corto tiempo. Es el país de Europa con mayor número de fracasos. El último censo se hizo en 2014 y se contabilizaron 65. En China tienen una presencia avasalladora: hay 1,9 millones. Entre todas las ciudades del resto del mundo hay 0,4 millones.
Casos claros de éxito pueden ser el Bicing de Barcelona, nacido el 2007. Hace años que tiene el mismo número de usuarios y medios pero los desplazamientos se han multiplicado por cuatro tal como podemos ver en el gráfico adjunto. Desde 2015 el sistema incluye bicicletas eléctricas que ayudan a elegir este sistema también en los trayectos con subidas.
O la Girocleta, en Girona desde 2009. El 2017 la usaron 2.875 personas, un 23% más que el año anterior. Cada bici tiene una mediana de ocho usos diarios. En este momento los kilómetros de carril bici en Girona casi doblan a los que había en 2012.
El Bicipalma de Palma de Mallorca desde 2014 prácticamente ha doblado el número de viajes.
Fotografía: Jordan Fischer