En la mayoría de hogares, cada mañana se enciende la cafetera con la misma inercia con que se apaga el despertador. De hecho, en el Estado español más de 22 millones de personas toman café cada día. En los últimos años, además, se ha popularizado tomar el café en cápsulas. Las cápsulas de café se han convertido en una revolución: por la forma de tomar y entender el café, por los ingresos que han generado en la industria del café y por el impacto ambiental que generan. ¿Qué opciones existen y cuál es la mejor alternativa?
Cápsulas de café, una revolución en los hogares y en la industria
Con las cápsulas, el proceso de preparación del café es rápido y sencillo; sólo trenta segundos y un café de calidad humea dentro de la taza. Además, la cafetera se limpia automáticamente, así que no es necesario lavarla con cada uso y sólo hay que descalcificar cada tres o seis meses. También hay cafeteras de cápsulas que permiten preparar otras bebidas, como chocolate o infusiones.
La primera cafetera de cápsulas fue la Nespresso, inventada por el ingeniero suizo Rico Favre en 1976. Aunque en aquellos años las cápsulas no tuvieron mucho éxito, a partir de la década de los noventa la empresa Nestlé consiguió popularizar-las gracias a una intensa campaña publicitaria. Años después, aparecieron otras marcas que ofrecían productos similares hasta llegar a la variedad de opciones disponibles hoy en las tiendas.
En pocos años el café monodosis superará al molido y al soluble.
El negocio de las cápsulas es especialmente rentable para la industria del café, tal como demuestra la efervescencia en la oferta de productos que las empresas del sector lanzan al mercado. Según datos recogidos en el último «Cuaderno de Comercio Justo», el consumo de café en cápsulas representaba en 2017 el 15% de las ventas totales de café en el Estado español, pero en cambio, generaba el 41% de los ingresos de la industria del café. Fuentes del mismo estudio especifican que en pocos años el café mono dosis superará el molido y el soluble.
¿Dónde se deben tirar las cápsulas de café plástico y aluminio?
La mayoría de cápsulas de café se componen de partes de elementos plásticos y de aluminio. Una vez utilizadas, esta amalgama, unida con el poso del café que queda en la cápsula, hace que sean muy difíciles de reciclar y procesar. El aluminio es, además, un material que tiene asociados graves impactos ambientales.
Según fuentes consultadas de la Agència de Residus de Catalunya, «las cápsulas de café de aluminio y plástico se deben llevar a los puntos verdes o centros de recogida. No todos los puntos verdes hacen recogida de cápsulas de café, así que lo más indicado es contactar con el titular del punto limpio». En el caso de Cataluña, la web de la Agència de Residus facilita un buscador de puntos limpios con el número de teléfono, la dirección postal y los materiales que admite cada uno, entre otros datos. Este es otro de los principales inconvenientes del consumo de cápsulas de plástico y aluminio: para que sean recicladas, no se pueden tirar a ningún contenedor; la consumidora debe buscar la recogida adecuada para llevar las cápsulas.
En el caso de Cataluña, la planta de compostaje de titularidad pública donde pueden tratarse las cápsulas de plástico y aluminio se encuentra en Jorba (Anoia). Es una planta que tiene una línea de tratamiento para las cápsulas de café y permite gestionar el marro como compost. También compacta el aluminio y el plástico para hacer balas y llevarlas a un recuperador de cada material. Esta planta también recibe cápsulas de aluminio de otras comunidades autónomas.
El tratamiento que se hace en la planta asegura la separación del marro para su incorporación en el proceso de compostaje. Por lo tanto, según las fuentes consultadas de la Agencia Catalana de Residuos, «no es necesario que la consumidora, antes de tirarla, rompa la cápsula y separe el marro para la fracción orgánica, ya que es una operación dificultosa».
También hay marcas, como Nespresso y Senseo, que disponen de plantas de reciclaje para sus cápsulas de aluminio y plástico, que recogen en contenedores de ubicados en sus tiendas.
Cápsulas de plástico biodegradable
Algunas empresas comercializan cápsulas de plástico biodegradable, sin elementos de aluminio. Es el caso de la catalana Novell, que comercializa cápsulas con el sello Biodé. Este certificado sigue la normativa europea sobre plásticos. Garantiza que, en determinadas condiciones de temperatura y humedad, el plástico (polipropileno) se descompondrá al 100% en dos años. Por lo tanto, estas cápsulas de café no son tan dañinas para el medio ambiente como las de plástico y aluminio, pero sólo se degradarán en un tiempo y determinadas condiciones en la planta de compostaje y metanización.
Para las fuentes consultadas de la Agència de Residus de Catalunya «si no se indica expresamente que son compostables, las cápsulas deben llevarse al punto limpio». De hecho, según Víctor Mitjans, jefe del Servicio de Programas y Estudios del Àrea Metropolitana de Barcelona «las cápsulas, sean del material que sean, no tienen nunca la consideración de envase y, por lo tanto, no pueden ir al contenedor amarillo en ningún caso». Así lo regula la normativa vigente en el Estado español.
Las cápsulas compostables, a medio camino de la sostenibilidad
Últimamente, la oferta de cápsulas de café también incluye las cápsulas compostables desechables. Un producto «compostable» es aquel que, bajo unas condiciones específicas y controladas, normalmente en una planta de compostaje, se degrada en un período de seis meses y se transforma en compost. Es importante revisar el etiquetado de los productos para comprobar que realmente sean compostables. El sello OK compost de la certificadora TÜV Austria-Vinçotte garantiza que el material es compostable y sigue la norma europea EN-13432 .
Según fuentes consultadas de la Agència de Residus de Catalunya, «las cápsulas compostables deben tirarse en el contenedor marrón. De este modo, las cápsulas se tratan en las plantas de compostaje y pueden utilitzarse como compost para aplicaciones en suelo». Aún así, hoy en día, no todas las plantas de tratamiento de residuos orgánicos de Cataluña pueden garantizar el tratamiento adecuado de todos los productos etiquetados como compostables.
En Cataluña, la empresa Novell comercializa cápsulas compostables certificadas con el sello OK Compost y fabricadas con materiales obtenidos de fibras vegetales.Las cápsulas también cuentan con el sello UTZ- Rain Forest Alliance, que se autodescribe como de consumo responsable pero no es comercio justo. Las diferencias entre este sello y un de comercio justo es que UTZ no garantiza un precio mínimo a los proveedores y trabaja con grandes productores. En cambio, los sellos de comercio justo garantizan el trabajo en exclusivo con pequeños productores y el cumplimiento de principios sociales y ambientales.
Alternativa3 distribuye cápsulas compostables de comercio justo con el sello Fairtrade. Es una cooperativa con sede en Terrassa dedicada a la elaboración y distribución de productos de comercio justo. Además de contar con el sello de Comercio Justo y ecológico en todos sus productos, impulsa proyectos de cooperación internacional y educación para el desarrollo. También forma parte de la Xarxa d’Economia Solidària de Cataluña.
El coste ambiental y social de las cápsulas desechables
Seis gramos de café dentro de la cápsula, que se consumiran en minutos, implican un elevado uso de recursos y un coste social añadido
Las cápsulas desechables suponen un elevado coste ambiental, si se tiene en cuenta que son un producto de uso diario con una vida útil extremadamente corta: seis gramos de café dentro de la cápsula, que se consumirán en minutos, necesitan una media de tres gramos de envoltorio e implican un elevado uso de recursos de fabricación, distribución y tratamiento de residuos.
La empresa de envases biodegradables Halo ha recopilado varias estadísticas sobre los impactos de los residuos de las cápsulas de café, especialmente en el Reino Unido, pero también a escala mundial. De hecho, James Procter, director del departamento de atención a las consumidoras de Halo, explica para la revista Opcions que, según sus estudios, a los que no hemos tenido acceso, «a lo largo del 2019 se han fabricado 60 billones de cápsulas de café en el mundo. Menos de 1% de éstas son compostables. En cuanto al resto, tres cuartas partes son de plástico y una cuarta parte es de aluminio y sólo el 20% llega a reciclarse. Esto implica que, en el mundo, cada minuto se tiran 91.324 cápsulas de café». En el Estado español, un estudio de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo con datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación recoge que los españoles gastaron cerca de 40 millones de euros al mes en cápsulas de café en 2018.
Impacto ambiental en parte, las cápsulas de café también tienen un coste social añadido respecto al café a granel o en paquetes. Tal y como describe el último informe de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo si se analiza la distribución del valor del café a lo largo de la cadena, las iniciativas productoras perciben entre un 10 y un 15% menos del precio final cuando el producto se comercializa en cápsulas. Las empresas de tostado y distribución se llevan la mayor parte del precio final.
Iniciativas para prohibir las cápsulas
La toma de conciencia sobre el impacto ambiental de las cápsulas de café ha estimulado que, en todo el mundo, surjan iniciativas, civiles e institucionales, para disminuir de manera masiva el consumo. Kill the K-Kup es una iniciativa surgida en Estados Unidos que pretende informar sobre el impacto ambiental de las cápsulas de café desechables y presionar por su prohibición . En 2015 hicieron público un vídeo satírico que ha recibido cerca de un millón de visualizaciones.
En el ámbito institucional, el gobierno municipal de Hamburgo prohibió en 2016 las cápsulas desechables en las máquinas de café de los edificios públicos de la ciudad como parte de un conjunto de medidas de compra pública ambientalmente responsable. Asimismo, en el Estado español, en enero de 2019 el Parlamento de las Islas Baleares aprobó una ley de residuos según la cual, a partir del 2021, se prohibirán los envases y productos desechables que no sean compostables o reciclables. Mediante la aplicación de esta ley, estará prohibida en las islas la comercialización de las cápsulas de café de aluminio, por ejemplo.
Cápsulas reutilizables
Las cápsulas reutilizables son una alternativa al despilfarro de recursos que suponen las cápsulas desechables. Las principales opciones que se encuentran en las tiendas son de aluminio, de plástico o de acero inoxidable.
Las cápsulas de aluminio, aunque puedan ser reutilizables, tienen importantes impactos ambientales, tal como ya se comentó. Con respecto a las cápsulas reutilizables de plástico, si bien son las más económicas, su vida útil oscila entre los veinte y los cincuenta usos en función del fabricante.
Las cápsulas de acero inoxidable, en cambio, son mucho más resistentes y pueden tener una vida útil de diez años aproximadamente, dato que las posiciona como la opción más sostenible ambientalmente. Algunas se comercializan con una cuchara para medir la cantidad exacta de la dosis y un prensador de café.
Otro ventaja de estas cápsulas es que permiten crear cafés a medida, experimentando con las mezclas de variedades. Además, a la larga, son mucho más económicas, ya que se podrán utilizar durante años. Como principales inconvenientes, a diferencia de las cápsulas desechables, que vienen selladas y garantizan el mismo sabor a cada cápsula, el sabor puede variar de una cápsula a otra. También hay que esperar unos minutos a que la cápsula se enfríe para poder sacarla de la cafetera. Por último, hay que invertir un tiempo en limpiarlas después de cada uso, aunque se limpian fácilmente e incluso se pueden colocar en el lavavajillas. Las empresas Morixe, Evergreen, Waycap, recap y Seal Pod fabrican y comercializan cápsulas de acero inoxidable compatibles con Nespresso o Dolce Gusto.
Repensar el consumo de café
Para reducir el impacto ambiental del consumo de café, hay opciones más ecológicas que las cápsulas: cafeteras que consumen menos energía y generan menos residuos.
De hecho, yendo un paso más allá, otra opción de consumo consciente es reducir el consumo de café. Para que el café llegue a las casas se generan gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero derivados de su producción, tostado y transporte. El café se produce en las zonas tropicales y subtropicales del planeta, especialmente en países como Brasil, Vietnam, Colombia o Indonesia, que son los principales productores. Por lo tanto, recorre más de cinco mil kilómetros hasta llegar al Estado español. La calculadora creada por la ONG ecologista Amigos de la Tierra permite medir la huella ecológica del consumo semanal de café en un hogar.
Otra opción de consumo consciente es reducir el consumo de café, para reducir su huella ecológica.
Además, las producciones de café son, en gran medida, de agricultura intensiva y monocultivo, y provocan graves efectos en la degradación del suelo, el consumo masivo de agua, la deforestación y la pérdida de biodiversidad. La presión de la agroindustria, especialmente en los cultivos de soja, caña de azúcar o café, es una de las principales causas de la desaparición de las selvas y los bosques en el Sur global. Un ejemplo reciente del conflicto por el uso comercial de la tierra fueron los incendios provocados que quemaron dos millones y medio de hectáreas en el Amazonas en verano del 2019. Organizaciones ecologistas denunciaron la vinculación de los fuegos con terratenientes de la agroindustria.
La desigualdad entre las diferentes fases de la cadena alimentaria es especialmente visible en el caso del café. En 2017, mientras las empresas tostadoras y distribuidoras generaron 1,177 millones de euros, las productoras percibieron el 4% de las ganancias.
Una opción para no contribuir a esta situación es comprar el café en pequeñas productoras y distribuidoras, que garanticen la producción agroecológica, cuenten con un sello de comercio justo o sean de confianza. La otra es reducir el consumo de café y apostar por otras bebidas, como las infusiones de plantas aromáticas autóctonas y de pequeñas proveedoras locales. La empresa Tegust, por ejemplo, comercializa infusiones de plantas cultivadas en el Empordà (Cataluña) por pequeñas productoras con certificación ecológica.