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Ir en bici, ¿con casco o sin casco?

Abordamos el debate sobre la obligatoriedad de llevar casco al ir en bici. En Cataluña, el 16% de los ciclistas creen que debería ser obligatorio llevarlo.
23 de mayo, 2018

Popularmente hay diversidad de opiniones al respecto. Un sondeo hecho  en Cataluña indica que el 67% de la población en general piensa que debería ser obligatorio llevarlo, mientras que sólo lo creen un 16% de los ciclistas. Vayamos por partes.

Los cascos para ciclistas protegen de heridas en caso de impactos menores, pero si recibimos una contusión fuerte en la cabeza no nos salvarán de mucho. Los cascos integrales para motoristas sí protegen el cráneo de forma bastante efectiva, pero los ciclistas no pueden llevar esos cascos, porque cuando estamos haciendo esfuerzo físico es necesario que la cabeza esté bien ventilada.

A muchas personas, obligarles a llevar casco les haría abandonar la idea o la práctica de ir en bici, por incomodidad ya sea de llevarlo puesto o de acarrearle. Por ejemplo, en Australia un 35% de los ciclistas abandonaron la bici un año después de la entrada en vigor de la ley que obligaba a ponerse el casco. Y, tanto desde el mundo ciclista como desde sectores y administraciones relacionadas con la movilidad, está bastante consensuado que lo que da más seguridad al ciclista es la presencia abundante y normalizada de bicicletas en la calle, con todos los conductores actuando en consecuencia.

Es por todo esto que en el mundo existen poquísimos países donde sea obligatorio ponerse el casco para ir en bici; todas las fuentes que hemos consultado indican alrededor de media docena, y alguno más lo obliga si los ciclistas son menores (ver este compendio de legislaciones sobre el tema). Y es que parece que la obligatoriedad comporta más perjuicios que beneficios. El Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte hizo en 2012 un informe proponiendo más de sesenta recomendaciones a los gobiernos europeos sobre políticas para mejorar la seguridad vial de los ciclistas; una de las recomendaciones es no hacer obligatorio el uso del casco, pero sí aconsejarlo.

Justamente España es uno de los pocos países donde es obligatorio llevar casco, en concreto si se cicula en bici por vías interurbanas, excepto si tienen mucha pendiente, hace mucho calor o existen razones médicas acreditadas que lo desaconsejen (Real Decreto 1428/2003; los ciclistas en competición y los profesionales se regirán por sus propias normas). Un año después de la entrada en vigor de esta ley, y según un estudio del Instituto Universitario de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia, el número de ciclistas accidentados que llevaban casco se incrementó en un 12%, pero el número de lesiones en la cabeza disminuyó en sólo un 5%. Si analizamos estos datos sobre accidentalidad y casco ciclista en España, procedentes de la Dirección General de Tráfico y recopiladas por el Sistema Integral de la Bicicleta de la Universidad de Sevilla, vemos que, en el año 2010, sólo un 10% de los ciclistas accidentados en vías interurbanas sufrieron heridas en la cabeza. Estas heridas causaron la muerte a 19 personas, de las cuales el 68% llevaba casco.

El gobierno ha anunciado que reformará la ley para obligar a llevar casco también en el ámbito urbano; por el momento, el Congreso ya lo ha aprobado para los menores de 16 años. Una cincuentena de ayuntamientos –entre los cuales se cuentan varias capitales de provincia– y el mundo ciclista en pleno se oponen a esta propuesta legislativa; aquí podemos ver las opiniones contrarias de algunas personas relacionadas con el ciclismo que fueron consultadas por el Congreso de los Diputados. El Congreso también escuchó varias opiniones a favor, entre las que encontramos la de la Fundación Mapfre. Y es que se denuncia que la obligatoriedad del casco hace el juego a las aseguradoras: si un ciclista es atropellado en carretera y no lleva casco, la aseguradora puede ahorrarse de pagarle indemnización, por el hecho de que incumplía la ley.

El mundo ciclista querría que las normativas pusieran mucho más esfuerzo en minimizar los peligros que a proteger a los que los sufren –y por otro lado parcialmente, puesto que los cascos de los ciclistas, como decíamos, no pueden ser integrales. Hay quien argumenta que dotar de casco al ciclista no está muy lejos de dotar al peatón.

Así pues, por ahora y al menos hasta la próxima reforma de la ley, los ciclistas urbanos y de al menos 16 años pueden decidir si quieren ponerse el casco o no, balanceando personalmente los peligros a los que se exponen, la prudencia y la comodidad.

Mientras escribo todo esto no me saco de la cabeza a un compañero de planta en una estancia mía en un hospital. Él había perdido el habla, tenía el cuello torcido y difícilmente podría recuperar movilidad en las piernas y los brazos. Había caído yendo en bici por la ciudad; la cabeza le chocó con el canto de la acera y se le partió el cráneo. No sé si llevaba casco, pero viendo cómo fue de fuerte la contusión, no creo que le hubiera servido de mucho. Resulta que yo también me había partido el cráneo, en este caso yendo en coche por carretera y de resultas de la embestida de otro coche. Yo estoy plenamente recuperada, y en mi caso es posible que sin el airbag y el cinturón no hubiera sobrevivido. Diferentes riesgos, diferentes medidas de seguridad, diferents providencias.

Más información sobre la controversia alrededor de la obligatoriedad del casco ciclista recopilada por Conbici, la Coordinadora en Defensa de la Bici (agrupa a 54 asociaciones y colectivos ciclistas españoles), aquí.

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