El 28 de diciembre a las ocho y cuarto de la mañana, salió de Canovelles una furgoneta Ford Transit Custom con refrigeración. A las dos y cuarto del mediodía, llegó al mismo punto de salida. Entremedias, repartió género -básicamente de la quesería artesana La Cleda de Canovelles- haciendo una ruta donde hizo parada en Sant Celoni, Sant Esteve de Palautordera, Cardedeu, Vilassar de Mar y Sant Andreu de Llavaneres. El coste calculado por kilómetro fue de cinco euros y el máximo desvío que quería hacer el transportista, en caso de haberse tenido que hacer, era de 10 kilómetros. Y es que el vehículo todavía tenía cabida por un palé más y algunas cajas sueltas, por si algún otro productor quería aprovechar el transporte.
Son datos de la Ruta #488 de la aplicación web Rutes Compartides, que en diciembnre de 2021, se presentó en sociedad y comenzó a funcionar. Rutes Compartides nace de la mano de Ponent Coopera -el Ateneu Cooperatiu de Ponent-, de la cooperativa Tres Cadires y de un conjunto de productores asociados a la Xarxa Ecològica de Ponent (XEP). La aplicación permite poner en contacto varios productores que comparten ruta y que hasta ahora la hacían por separado, optimizando costes y reduciendo contaminación.
El proyecto se había empezado a gestar el 2020, a raíz de la pandemia, a partir de una primera diagnosis de necesidades del sector agroecológico de las tierras de Lérida. «Hablábamos mucho de producción y venta, los dos extremos de la cadena, pero detectábamos que la logística era el eslabón menos trabajado», recuerda Quim Pérez, de la cooperativa Tres Cadires y miembro del equipo técnico que ha desarrollado la aplicación de Rutes Compartides. Una ayuda de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Cataluña y el apoyo de l’Einateca Agroecológica posibilitaron el encargo de la aplicación a Komun.org y que el diciembre de 2021 entrara en funcionamiento.
Código abierto, gobernanza compartida y sin ánimo de lucro
La aplicación se concibió desde buen comienzo con código abierto y gobernanza el máximo de compartida. «El objetivo no es que nadie haga negocio, sino reducir el número de furgonetas repartiendo», recalca Pérez. Ahora mismo, de hecho, después de un primer año de funcionamiento a un ritmo no excesivamente intenso, el principal reto es que se use por parte de los pequeños productores agroecológicos, que tengan una mínima organización que los permita aprovecharse de las potencialidades de la aplicación.
Sin embargo, también hace falta que el sector adopte la herramienta. «Que se la crean», en palabras de Quim Pérez, que menciona los potenciales que también tiene para dar respuesta a necesidades como las de la llamada última milla. «No tiene sentido que se cree un software nuevo, vale más la pena construir juntos la herramienta sectorial. Si es de software libre, no hay lucro y es de gobernanza compartida, ¿por qué otra?», se pregunta, convencido que se podrá dar también este salto para dar respuesta a necesidades como las de la última milla en el reparto en las grandes ciudades.
Impactos sociales, económicos y ambientales
Después de este primer año de funcionamiento, todavía no tienen cuantificado el impacto social, económico y ambiental concreto que ha representado. Convencidos que este impacto es real, no se marcan unos objetivos concretos, más allá que se haga el máximo uso posible. «La escalabilidad es muy alta, y hay mucho camino por correr», indica Pérez. «Reitero que el único objetivo es que haya menos furgonetas repartiendo, mientras algunos pequeños productores continúan teniendo dificultades para acceder a una logística con garantías», recalca. «No tiene ningún sentido que haya cuatro furgonetas casi vacías yendo de Lleida a Barcelona», insiste.
Y menciona casos previos a la aplicación, como una ruta que tenía que hacer un pequeño productor para repartir diez hamburguesas en frío. Él no tenía disponibilidad de transporte propio, y pagarlo a un tercero le representaba un coste que no le salía a cuenta. «Al margen de que depender de según qué gran operador te la juegas con el tratamiento que dan a la mercancía», añade. En Rutes Compartides, el trato es entre otros productores agroecológicos que comparten y conocen bien las necesidades y distingue si la ruta se tiene que hacer en un vehículo refrigerado, isotérmico, congelado o sin humedad, por ejemplo.
Y si el impacto económico y ambiental está por calcular, sí que ya se han detectado algunos impactos sociales en este primer año de funcionamiento. Pérez menciona con satisfacción el del trabajo colectivo a nivel logístico entre productores, algunos de los cuales incluso con la perspectiva de organizarse e intercooperar y trabajar juntos fuera de Rutes Compartides. «Si dejan la aplicación porque les está yendo bien trabajando juntos, pero se han encontrado y organizado compartiendo ruta aquí, perfecto, si a partir de ahora van con la furgoneta super llena, era nuestro objetivo», declara satisfecho.
En paralelo, algunos productores que están en uso de la aplicación incluso han podido abrir nuevos clientes, puesto que de repente ya tienen la logística resuelta para hacer llegar el producto porque se lo cubre otro usuario de Rutes Compartides. Este cruce del mundo de la distribución logística, que incluso permite abrir nuevas vías de comercialización, era un objetivo que ni estaba planteado inicialmente, pero que se está dando.
Mejoras en la aplicación en el segundo año de funcionamiento
Rutes Compartides está entrando en el segundo año de funcionamiento empezando a aplicarse algunas funcionalidades que tienen que mejorar todavía más el rendimiento y la usabilidad. Hace poco, se ha incorporado un mapa en la portada del web que permite ver con facilidad qué rutas hay ahora mismo abiertas para compartir. Hay, sin embargo, unas cuantas más que tienen que entrar en funcionamiento en las semanas próximas.
Una de ellas es la posibilidad de implantar rutas regulares, que permitirá compartir con cierta periodicidad y con antelación. También pronto se generarán informes de rutas y que el cliente pueda dejar el albarán del pedido. Gestiones que ahora mismo se tienen que hacer fuera de la aplicación. Es el mismo caso de otros retos pendientes, como abrir el chat interno entre usuarios, que ahora una vez han formalizado la ruta a compartir, tienen que hablar de los detalles fuera de la aplicación, o incluso más adelante hacer los pagos.
Cierto componente de gamificación que informe, por ejemplo, del CO₂ que se ha ahorrado usando la aplicación, o que esta sea nativa y no solo una versión para móvil de la página web, son otros objetivos que hay sobre la mesa, y que el acceso a nuevas vías de financiación tienen que posibilitar a corto o mediano plazo convertirse en una realidad.
Otra cosa es extender las rutas compartidas entre productores para hacer llegar el género a los comercios a hacer entrar el cliente final y dar entrada a plataformas de e-commerce de la economía solidaria, como puede ser La Zona. De momento, tienen previsto centrarse, sobre todo, en el llamado B2B (business to business, transacciones entre empresas) que en el B2C (business to customer, transacciones entre empresa y cliente final).
Nodos logísticos en el marco de la última milla
Con todo, en el marco de alianzas futuras, como las que tienen que hacer posible optimizar las rutas en la última milla en las grandes ciudades, sí que contemplan una futura mejora de la aplicación que permita aprovechar los llamados «nodos logísticos». Es decir, que la aplicación proponga rutas nuevas en función de las diferentes que ahora mismo ya tiene introducidas por separado y que detecte dónde se pueden hacer pasos intermedios, incluso aprovechando nodos logísticos ya existentes. «Por ejemplo, en la última milla, aprovechar nodos como el de Mensakas», cita Pérez.
Sea como fuere, desde Rutes Compartides no se cierran a explorar ninguna de las nuevas posibilidades que se abren en lo sucesivo a raíz de las potencialidades que tiene la herramienta. Y la ponen a disposición de todo aquel que, partiendo de los criterios de la economía solidaria, quiera hacer uso de ella. Incluso fuera del sector agroecológico, como ya está haciendo algún productor como la cooperativa A Granel, que transporta productos de limpieza. O incluso que se puedan beneficiar en determinadas rutas empresas de logística de la economía solidaria. «No hay nada cerrado, mientras sea útil a gente del rollo, y que no se ganen solo las algarrobas los de siempre», resume Quim Pérez.