Hay algunos medios de comunicación que nacen con alma militante. Es el caso de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. El primer número se publicó en marzo de 2010 y, desde entonces, ha ido tratando trimestralmente diferentes temas, siempre con la soberanía alimentaria como hilo conductor: cambio climático, migraciones, consumo de carne o economía feminista. Pero Soberanía Alimentaria no se ha limitado a ser una simple productora de contenidos. Gustavo Duch, promotor del proyecto y miembro del equipo coordinador, define así el proceso vivido a lo largo de estos años: “La revista se ha ido consolidando en este tiempo como un espacio colectivo de pensamiento crítico, ya que han ido confluyendo miradas procedentes de diversos sectores y territorios, aportando riqueza a los debates”.
La semilla de la dimensión colectiva del proyecto se encuentra ya en su origen. Nació bajo la inspiración de la publicación Biodiversidad, Sustento y Culturas, publicada en América Latina por la organización GRAIN desde 1999. Plataforma Rural, COAG, Via Campesina y la propia GRAIN impulsaron la creación de una cabecera similar centrada en la realidad del Estado español. Contaron desde el inicio con la colaboración y el apoyo de numerosas ONG y muchas complicidades dentro de los movimientos sociales, en especial, en el mundo ecologista. En palabras de Duch, el objetivo de la revista es “generar debate poniendo en el centro las voces del sector agrario y el mundo rural, que sufren un sesgo importante en los medios de comunicación habituales, e incluso en muchos medios alternativos”.
Número tras número, Soberanía Alimentaria pone sobre la mesa los desafíos que el ámbito rural y el sector agrario afrontan hoy en día. Lo hace mostrando su realidad desde un conocimiento profundo, vinculándola, como no podía ser de otra forma, al funcionamiento del sistema alimentario y nuestros hábitos de consumo. En su web, donde van apareciendo los artículos publicados en papel, la cabecera se define así: “Una revista de pensamiento crítico que quiere ayudar a imaginar y construir nuevas realidades sociales y económicas para dejar atrás el capitalismo.”
En su último número, el 32, han abordado como tema central el turismo. ¿Puede ser la solución para un medio rural en abandono, como parece que siempre se ha prometido? En sus páginas se pone en duda a través del ejemplo de las Islas Baleares y de Cataluña, se habla de gentrificación rural y de los riesgos de idealizar el campo, aunque también se ofrecen propuestas en positivo, como lo que pueden aportar las culturas alimentarias de cada territorio a un turismo con un nuevo enfoque, más cercano a la economía social y solidaria.
La revista Soberanía Alimentaria siempre ha considerado fundamental la mirada feminista. Su forma de incorporar este enfoque le mereció el año pasado el premio de Buenas Prácticas de comunicación no sexista de la Asociación de Mujeres Periodistas de Cataluña. “Además de aspectos fundamentales como incorporar las voces de las mujeres o que el lenguaje sea neutral, se trata, entre otras mucha cosas, de interiorizar el tema de los cuidados, el trabajo invisibilizado y cuestionar los privilegios”, explica Duch.
Con ocho años de trayectoria a las espaldas, la publicación, que se edita en Barcelona (aunque se corrige en Valencia, se maqueta en Cádiz y se imprime en Gipuzkoa), se replantea su estructura para hacerse más horizontal. A lo largo de esta primera etapa, se han ido tejiendo alianzas con numerosos colectivos y personas que han enriquecido el proyecto con sus aportaciones. Se ha construido así una red diversa y con base en los territorios, aspecto fundamental para aportar una mirada plural y descentralizada. Ahora el reto es dotarse de una estructura que permita fortalecer estos lazos y continuar trabajando a favor de la soberanía alimentaria.
