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Renaturalizar las ciudades

¿Cómo adaptamos las ciudades a la realidad térmica que ya estamos viviendo y que va creciendo paulatinamente? ¿Qué pueden hacer administraciones locales, autonómicas o nosotras mismas desde donde estamos?
14 de marzo, 2024

La arquitectura heredada de los árabes y la arquitectura mediterránea, tradicional, vernacular, etc., presente entre nosotros nos habla de cómo protegernos del rayo directo del sol, de cómo crear espacios en penumbra, de cómo recoger el agua o moverla para crear sensación de frescura. Nos habla de estos patios centrales llenos de vegetación que rebajan la temperatura o de estas pérgolas de viña bajo las que pasar el mediodía o tomar el fresco al anochecer, y que, en invierno, desprotegidas de las hojas caducas, permiten el paso de los rayos de sol tan preciados cuando descienden las temperaturas. Son ejemplos de estrategias tan antiguas como sabias de habitar de forma confortable, saludable y sostenible.

Parra de viña que se ensarta por una pérgola para hacer sombra. Foto vía Canva

¿Pero qué ocurre si no vives en un piso con ventilación cruzada, no tienes toldos, persianas o contraventanas que protejan los cristales de tus ventanas y tienes que ir al trabajo en el horario establecido, haga frío o calor? ¿Y al anochecer cuando vuelves a casa, abres la ventana y entra un aire caliente proveniente del asfalto de tu calle, que casi se ha deshecho durante el día porque no hay ni un solo árbol que lo proteja? Esta situación tan frecuente es consecuencia del efecto conocido como isla de calor, otro concepto de estos que hemos integrado en nuestro vocabulario térmico.

Aquí te explicamos con imágenes qué es el efecto isla de calor

El efecto isla de calor (o UHI, por sus siglas en inglés, Urban Heat Island) lo provocan los edificios y calles que alteran las condiciones de temperatura, radiación, humedad y propiedades aerodinámicas de la superficie, puesto que los materiales de construcción poseen unas propiedades térmicas y radiativas que absorben y almacenan energía térmica que posteriormente liberan a la atmósfera. La altura de los edificios y la forma en la que se disponen afecta a la velocidad de desprendimiento del calor que los materiales han ido absorbiendo por la radiación solar. El resultado es que las zonas urbanas alcanzan temperaturas más elevadas y por la noche se enfrían a un ritmo mucho más lento que las zonas menos urbanizadas.

Soluciones basadas en la natura como herramienta de resiliencia urbana

Los edificios y barrios en los que vivimos deberían ser objeto de estudio y transformación. Centrémonos en el exterior, el espacio y los equipamientos públicos. Estudios recientes afirman que plantar más árboles en las ciudades podría reducir en más de un tercio las muertes por oleadas de calor.

Las calles arboladas y los espacios verdes hacen de las ciudades lugares mucho más agradables para vivir y trabajar. Pero la ciudad europea media tiene sólo un 15% de cobertura arbolada urbana. La revista Nature Medicine publicaba en enero de 2023 el informeMortalidad relacionada con el calor en Europa durante el verano 2022”, en el que se afirmaba que aumentar esta cobertura al 30% reduciría las temperaturas de verano y salvaría potencialmente miles de vidas.

Calle del centro de Barcelona sin ningún árbol. Foto vía Canva

Los planes de acción climática con estrategias basadas en soluciones naturales son iniciativas adoptadas por muchas ciudades europeas para abordar los retos del cambio climático mediante la observación de la naturaleza como ejemplo de aprendizaje y aplicación y como aliada. Se trata de las llamadas NBS (Natural Based Solutions), que se definen como “las soluciones que aprovechan la naturaleza y el poder de los ecosistemas saludables para proteger a las personas, optimizar la infraestructura y salvaguardar un futuro estable y biodiverso”.

Estas estrategias buscan, por tanto, aprovechar los ecosistemas urbanos y rurales para aplicar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.

Soluciones que aprovechan la natura

Algunas de las iniciativas más frecuentes son:

  • Aumento de las zonas verdes urbanas.
    Las ciudades trabajan para aumentar la cubierta vegetal y crear espacios verdes, como parques, arboledas y jardines públicos. Esto ayuda a mejorar la calidad del aire, reduce el efecto isla de calor y proporciona hábitats para la biodiversidad local. El Plan Clima 2030 de Barcelona se marca un incremento del verde urbano en 1,6 km2, que equivale a 1 m2 de verde por cada habitante.

  • Introducción de infraestructura verde.
    La Comisión Europea la define como una red de áreas naturales planificada estratégicamente, diseñada y gestionada para ofrecer una amplia gama de servicios ecosistémicos como la depuración del agua, la calidad del aire, el espacio de ocio y la mitigación y adaptación al clima. La implementación de infraestructuras verdes, aprovechando las cubiertas verdes, los espacios verticales y horizontales, contribuye, por tanto, a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y a mitigar el impacto de los fenómenos climáticos extremos.

  • Restauración de espacios naturales.
    Restaurar y proteger espacios naturales que atraviesan la trama urbana o la limitan como son ríos, zonas húmedas y zonas costeras ayuda a reducir el riesgo de inundaciones y protege a las comunidades ante los impactos del cambio climático. Al mismo tiempo, favorece la biodiversidad y proporciona espacios para el ocio y el turismo sostenible. Los ejemplos se multiplican por doquier, en ciudades grandes y pequeñas. Un ejemplo es la recuperación del río Cardener en la ciudad de Manresa, que este año prosigue con el proyecto gracias a las ayudas procedentes de los fondos Next Generation, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).

FRAGMENTO EXTRAÍDO DEL CUADERNO
Núm. 65.
Nuevo Cuaderno de Opcions. ¿Cómo nos adaptamos al cambio climático?
  • Conservación de los bosques y espacios naturales.
    Las ciudades trabajan para proteger y conservar los bosques y otros espacios naturales cercanos a las áreas urbanas. Los bosques, además de grandes reservorios de biodiversidad, actúan como pozos de carbono y ayudan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el calentamiento global.

  • Planificación urbana sostenible.
    Las ciudades están desarrollando planes urbanos sostenibles que fomentan el crecimiento y desarrollo de una manera que considere las necesidades de la naturaleza y de las personas y reduzca la huella de carbono. Esto incluye diseñar ciudades para caminar, reducir la dependencia del vehículo privado y promover el uso del transporte público y sostenible. Un ejemplo es la ciudad de París que ha adaptado su plan urbanístico al cambio climático promoviendo hasta trescientas hectáreas nuevas de verde y sacando asfalto de donde sea posible.

  • Gestión sostenible del agua.
    El aumento de la variabilidad pluviométrica de las lluvias torrenciales, debido al cambio climático, da lugar a episodios de inundaciones y sequías prolongadas. Por tanto, es de crucial importancia implementar soluciones basadas en la naturaleza para gestionar el agua de lluvia. Son ejemplos de ello los jardines de lluvias y los sistemas de recogida de agua, que ayudan a mitigar las inundaciones y conservar el agua en las ciudades. La permeabilización de los pavimentos urbanos también juega un papel fundamental a la hora de hacer frente a las lluvias torrenciales y las inundaciones, así como cerrar el ciclo del agua. Casos como el de Malgrat de Mar, con actuaciones continuas de mejora urbana en la gestión del verde y las aguas, son ejemplos valiosos para entender que la ciudad puede adaptarse.

Huerto urbano comunitario en la azotea de un edificio. Foto vía Canva
  • Agricultura urbana y huertos comunitarios.
    Fomentar la agricultura urbana y los huertos comunitarios permite a la ciudadanía cultivar alimentos locales y frescos, al tiempo que reduce las emisiones de carbono asociadas al transporte de alimentos. Desde 2010, Madrid tiene un programa municipal de huertos urbanos comunitarios que actualmente reúne a más de 65 huertos en funcionamiento, sin contar las escuelas donde hay huertos.

  • Educación y concienciación.
    Promover la educación y la conciencia sobre la importancia de la naturaleza y las soluciones que se basan en la lucha contra el cambio climático resulta esencial para que estas estrategias tengan éxito. Desde las escuelas e institutos, ESenRED, Escuelas hacia la Sostenibilidad en Red, lleva a cabo un trabajo continuado de hace años y cada vez las propuestas tienen mayor incidencia en las ciudades. Por ejemplo, en Sant Feliu de Llobregat se han diseñado refugios bioclimáticos cerca de las diecinueve escuelas de la ciudad.

A nivel europeo e internacional se llevan años trabajando desde diferentes perspectivas para fortalecer la red, los intercambios y las alianzas entre ciudades a fin de fomentar su renaturalización. Citamos como ejemplos la iniciativa Ciudades verdes (FAO) y las organizaciones Ciudades verdes europeas o Ciudades biofílicas.

Y todo esto, ¿cómo lo hacemos?

La cuestión es: ¿cómo se llevan a cabo estos planes o acciones, a qué velocidad, con qué determinación? ¿Cómo incidir en las políticas públicas para mejorar nuestras ciudades, disminuyendo el efecto isla de calor, naturalizando la ciudad y los equipamientos públicos para poder ofrecer a la ciudadanía, a nosotras mismas, un entorno, un ecosistema habitable, agradable y protegido donde seguir viviendo y desarrollándonos? ¿Qué zonas, qué equipamientos de mi ciudad son potencialmente naturalizables? ¿Qué espacios de la ciudad pueden convertirse en refugios bioclimáticos?

Podemos fijarnos en todos estos puntos:

  • espacios al aire libre susceptibles de ser renaturalizados.
  • Espacios exteriores de equipamientos públicos como las escuelas, los centros cívicos, las bibliotecas…
  • Plazas duras, plazoletas, rincones, desvíos, paseos arbolados, ramblas que un día tenían el pavimento de tierra…
  • Recorridos diarios habituales, en cómo vamos de un sitio a otro, cómo nos desplazamos de una manera agradable resguardados del viento o el calor en nuestros trayectos cotidianos.

Ciudades como Atenas ponen al servicio de la ciudadanía mediante una aplicación los recorridos más sombreados cuando el usuario le proporciona un punto de inicio y final. Seguramente sea una herramienta útil mientras vamos adecuando nuestras ciudades e incrementando la cobertura arbolada; pero renaturalizar la ciudad no es sólo plantar árboles o aumentar el verde. Para lograr que la naturaleza tome protagonismo en nuestras ciudades es preciso una mirada amplia y una apuesta firme por trabajar de manera transversal temas de urbanismo, movilidad, ecología, biodiversidad, salud, participación, educación…

Parque de la Devesa de Gerona. Foto vía Canva

La Guía para la implementación de itinerarios bioclimáticos en la Provincia de Barcelona, ​​publicada por la Diputación de Barcelona, ​​nos define los criterios y características que deberían tener estos itinerarios de confort bioclimático, teniendo en cuenta estos cuatro ejes temáticos:

  • Confort y clima. Un recorrido bioclimáticamente adecuado aporta confort ambiental –térmico, acústico, calidad del aire…– y mitiga el efecto de la isla de calor y otros derivados del cambio climático en los entornos urbanos.
  • Biodiversidad y naturalización. El recorrido naturaliza la ciudad y favorece la biodiversidad, incrementando la cubierta vegetal y la resiliencia natural urbana. Mejora las condiciones del suelo y potencia la gestión del agua.
  • Salud y movilidad. Jerarquiza la movilidad de su recorrido dando prioridad a la movilidad de los peatones. Promueve movilidades activas y sostenibles en entornos saludables.
  • Social y comunitario. Incrementa oportunidades de encuentro en el espacio público, creando espacios donde compartir y vivir los espacios urbanos de forma comunitaria, y se acompaña de programas de sensibilización.

Tomar conciencia de la necesidad de renaturalizar nuestras ciudades no es únicamente labor de las administraciones. La ciudadanía crítica e informada desempeña un papel clave en la construcción, transformación y adaptación de nuestras ciudades.

Desde el balcón de tu casa, el centro cívico, la escuela o el instituto, la tienda del barrio o el alcorque cerca de tu casa…, hay muchas oportunidades para hacer que nuestras ciudades sigan siendo ecosistemas donde seguir viviendo. La clave será hacerlo en comunidad y unidas para el cuidado y la preservación de nuestro entorno.

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