El sector de los seguros es un sustentador imprescindible para la economía del Estado, con una facturación de 64.155 millones de euros en 2019, según los datos provisionales recogidos por Investigación Cooperativa de Entidades Aseguradoras (ICAE), y publicadas a mediados del mes de enero por Unespa, la patronal del sector.
Los seguros mueven más dinero que todo el sector primario de la economía española (31.625 millones de euros en 2018, según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo). La facturación del sector representó más del 5% del Producto Interior Bruto (PIB) del Estado español en 2019. Una facturación que supera el PIB de los veinte países más pobres de la África juntos. Sin embargo, esto es solo, en primas, es decir, el dinero que reciben las compañías aseguradoras por parte de sus clientes, en cumplimiento de los contratos firmados.
Cinco grandes aseguradoras invierten en la industria armamentística: Mutua Madrileña, Mapfre, Allianz, Aviva, AIG y Axa.
El ranking de aseguradoras con más beneficios del Estado lo lidera VidaCaixa. La siguen los grupos Mapfre y Mutua Madrileña. Este último grupo fue protagonista de la operación de compra más importante en el sector de los seguros hecha nunca en el Estado español cuando, en 2011, adquirió el 50% de SegurCaixa Adeslas por 1.000 millones de euros. El otro 50% de SegurCaixa Adeslas es propiedad del gigante VidaCaixa. También son remarcables las facturaciones de los grupos Allianz, Zurich, Catalana Occidente, el Grupo Axa, Santalucía, Generali, Santander Seguros, el Grupo Caser y BBVA Seguros.
Desconocimiento técnico generalizado
Según ADICAE (Asociación de Usuarios de Bancas, Cajas y Seguros), 9 de cada 10 personas consumidoras desconocen las condiciones de su póliza. Fernando Herrero, miembro de la junta directiva de ADICAE, advierte del riesgo que comporta este desconocimiento: «Los consumidores se encuentran en una situación de riesgo porque, además, el lenguaje de las pólizas es deliberadamente complejo». Para revertir esta situación, ADICAE trabaja desde hace años en el empoderamiento de los consumidores «como colectivo ante el poder del sistema bancario, con todos sus privilegios» a través de la educación financiera. Elaboran desde hace años una serie de guías con información práctica y diccionarios, como por ejemplo lo Diccionario Fácil de Términos de Seguros, que se puede encontrar en su web.
El contrato de un seguro, a menudo, viene impuesto de manera directa o indirecta por la banca con la contratación de la hipoteca.
Las vulneraciones de los derechos de las consumidoras más habituales que ADICAE ha identificado tienen que ver con la transparencia en la contratación del seguro: «No dejan claro qué riesgos están incluidos o excluidos, en qué medida están cubiertos». El problema es que la solución en estos casos no puede ser reactiva, puesto que el contrato ya está firmado y, por lo tanto, no hay vuelta atrás: «Es un problema que se tiene que atacar de manera preventiva, analizando detenidamente todas las cláusulas del contrato antes de firmarlo.»
Cultura financiera y economía social y solidaria
Alfonso Bolado es soci trabajador de Arç Cooperativa, una correduría de seguros especializada en la economía social, la cultura y el medio ambiente: «Tenemos poca cultura financiera, y la poca que tenemos se ha construido a partir de los mecanismos más especulativos, más miserables y más extractivos: la propiedad, la hipoteca y la bolsa.» Se malentiende la economía reduciéndola a la manera de maximizar el beneficio y deja fuera de la ecuación quien no tiene bastante capital, puesto que no tienen afectación en la industria financiera y, por lo tanto, no entran dentro de los cánones de la economía tradicional y especulativa.
El seguro es, estructuralmente, un producto financiero, explica Bolado: «Desde la Economía Social y Solidaria (ESS), consideramos la economía como el arte con el que gestionamos los recursos que hay en el planeta para satisfacer las necesidades de la gente. Aquí, las finanzas tienen una parte muy importante, puesto que representan el valor abstracto, monetario, de los hechos económicos.» Pero, ¿qué finanzas se defienden desde la ESS? «Pues las que pongan su lógica de funcionamiento a satisfacer las necesidades de la gente y de la comunidad con los criterios del ESS». Las que ponen, al fin y al cabo, la vida en el centro.
La palabra «seguro» está estigmatizada y lleva a pensar con pocas personas que se están enriqueciendo con el dinero de las consumidoras. Arç Cooperativa lleva trabajando desde 1983 para ofrecer un sistema financiero ético en el Estado español. La entidad nació por iniciativa de personas vinculadas al sector asegurador y a los movimientos sociales de aquellos tiempos con un objetivo que entonces podía sonar muy exótico, y que todavía hoy mantienen: «Ser un agente activo de un mercado de economía social y solidaria, que crezca y sea capaz de generar un beneficio y un retorno social.»
El sello EthSI, una certificación de modelo sostenible
Sergi Salavert es el coordinador del sello EthSI, una certificación creada el año 2007 por FETS, que surge de la voluntad del propio sector asegurador para diferenciarse del negocio tradicional: «Se optó por crear un sello que permitiera diferenciar aquellas entidades que trabajaban de manera diferente al resto», recuerda Salavert.
Actualmente, están acreditadas por el sello EthSI ocho entidades: tres corredurías (Srç, Seryes, Nortlan y Social Partners); dos mutualidades (Previsora General y MútuaCat); y dos compañías de seguros (grupo Atlantis y seguros Lagun Aro).
El sello EthSI hace un acompañamiento a las entidades certificadas y, si hay aspectos a mejorar, se hacen propuestas de objetivos que después se fiscalizan: «Analizamos la responsabilidad con el territorio, aspectos vinculados al tratamiento de la lengua en sus comunicaciones, cómo se relacionan con entidades próximas, con la sociedad civil organizada, miramos qué tipo de productos tienen, y valoramos que también ofrezcan un servicio esencial para la comunidad. Estudiamos su responsabilidad económica, con quién trabajan y de qué manera», comenta Salavert.
El seguro ético no busca ampliar el capital de los inversores, sino mejorar las condiciones de prestación a la comunidad. Así, quien elige una opción ética, no solo está pagando por un servicio, sino que está participando de un proyecto colectivo de transformación socioeconómica que, en este caso, trabaja para revertir la manera de consumir productos financieros, como son los seguros.