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La alimentación saludable y sostenible como respuesta al cambio climático

Afrontar la emergencia climática pasa por un cambio en los sistemas agroalimentarios. Entre el 21 y el 37% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero son atribuibles al sistema alimentario.

“El sector alimentario tiene un papel clave para afrontar la emergencia climática en todos sus eslabones (producción, distribución y consumo) y el sistema alimentario está ligado a la emergencia social y la sanitaria”. Es lo que afirma Annaïs Sastre, miembro de la cooperativa Arran de Terra, que se dedica a la transición hacia sistemas alimentarios y sociedades más justas y sostenibles. “Hay modelos agroalimentarios que están destruyendo los ecosistemas locales, que provocan una emergencia climática y un cambio climático, que provoca sequías, que provoca hambre en el mundo. Todas estas emergencias están conectadas entre ellas “, asegura.

Y es que entre el 21 y el 37% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero son atribuibles al sistema alimentario, teniendo en cuenta la agricultura y el uso de la tierra, el almacenamiento, el transporte, el embalaje, la transformación, la venta y el consumo. Esta estimación incluye las emisiones de entre el 9 y el 14% de las actividades de cultivo y ganadería y de entre el 5 y el 14% del uso de la tierra y el cambio de uso de la tierra, incluida la deforestación. Entre un 5 y un 10% proviene de actividades de la cadena de suministro. Son sólo algunos de los datos que aporta el último informe sobre el uso de la tierra y el cambio climático del IPCC, el panel intergubernamental de expertos en medio ambiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el que participaron 107 científicos de 52 países. El mismo informe advierte que, sin intervención, es probable que las emisiones se incrementen alrededor de un 30-40% hacia el 2050, debido al aumento de la demanda basada en el crecimiento de la población y los ingresos y el cambio dietético.

Pero, ¿somos conscientes del impacto que tiene el sector alimentario en el medio ambiente? Marta Rivera, directora de la Càtedra d’Agroecologia i Sistemes Alimentaris de la UVic-UCC i autora de l’informe creu que no. “Como consumidoras podemos apostar por el consumo local, de temporada y ecológico y hacer caso del decálogo de buenas prácticas, pero el consumo individual tiene límites”, dice, “como el que se conoce como el food environment “, un concepto que tiene que ver con la presencia física de alimentos que afectan la dieta de una persona, la proximidad de una persona a las ubicaciones de los almacenes, la distribución de las tiendas, y que “está pensado para una alimentación poco sostenible y poco saludable”.

Se estima que 831 millones de personas, actualmente, estan desnutridas i 2 mil millones de personas adultas tienen sobrepeso o obesidad.

Según el informe, titulado El cambio climático y la tierra, el sistema alimentario actual alimenta la gran mayoría de la población mundial y soporta los medios de vida de más de mil millones de personas. Desde 1961, el suministro de alimentos per cápita ha aumentado más de un 30%, acompañado de un mayor uso de fertilizantes con nitrógeno (aumento de aproximadamente el 800%) y recursos hídricos para riego (aumento de más del 100%). Sin embargo, se estima que 821 millones de personas, actualmente, están desnutridas y 2 mil millones de personas adultas tienen sobrepeso u obesidad, entre otros. El sistema alimentario está bajo la presión de cuestiones no climáticas (por ejemplo, el crecimiento de la población y de la renta, la demanda de productos de origen animal) y el cambio climático. Estas tensiones climáticas y no climáticas afectan a los cuatro pilares de la seguridad alimentaria: la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad.

La Cabra de la Vall del Ges. Anna Jordana

“No es casualidad que haya tanta obesidad”, dice Rivera, “lo que hace falta es garantizar el acceso a todos a la alimentación sana y saludable y que los gobiernos lleven a cabo medidas fiscales”. Porque una de las muchas conclusiones del informe es, precisamente, que el consumo de dietas saludables y sostenibles presenta grandes oportunidades para reducir las emisiones de los sistemas alimentarios y mejorar los resultados de salud. Entendiendo por dietas saludables y sostenibles aquellas que son ricas en cereales, legumbres, frutas y verduras, frutos secos y semillas, con poca cantidad de alimentos de origen animal, que contribuiría en la reducción de emisiones del ganado. Alcanzar este cambio, sin embargo, depende mucho de las opciones del consumidor y de las preferencias dietéticas que se guían por factores sociales, culturales, ambientales y tradicionales, así como por el crecimiento de ingresos. “Si no cambia nada, se van imponiendo las tendencias más urbanas, con consumo de productos ultraprocesados y más productos de origen animal, que provoca la necesidad de hacer pienso y otros”, añade Rivera.

Agricultura y sistema alimentario

La agricultura y el sistema alimentario son claves para las respuestas globales al cambio climático. La combinación de acciones de la oferta, como la producción, el transporte y la transformación eficientes con intervenciones de la demanda como la modificación de las opciones de alimentos y la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y mejora la resistencia del sistema alimentario. Sastre, que trabaja para la conservación de los ecosistemas, añade que los modelos de producción intensiva, monocultivos, implican la destrucción de ecosistemas locales, y esto “contribuye al cambio climático”. En cambio, dice, “los sistemas locales diversos, de mosaico agroforestal, que integra bosque, cultivo, pasto, son más resilientes y ayudan a combatir el cambio climático”.

Pero, justamente, la vulnerabilidad de los sistemas pastorales al cambio climático es muy elevada. El pasto se practica en más del 75% de los países entre 200 y 500 millones de personas, incluidas las comunidades nómadas y los ganaderos trashumantes. Los impactos incluyen una menor productividad de pastos y animales, la función reproductiva dañada y la pérdida de biodiversidad. La vulnerabilidad del sistema pastoral se agrava por factores no climáticos, como la tenencia de tierras, sedentarización, cambios en las instituciones tradicionales, especies invasoras, falta de mercados y conflictos.

Arran de Terra

Cooperativismo de consumo

Es importante cambiar los hábitos de consumo, “pero tanto o más importante es que haya un cambio político y una organización social”, dice Rivera. En Cataluña, la mayoría de experiencias de cooperativismo de consumo agroecológico son pequeñas, de máximo 50 unidades familiares, y con una alta participación voluntaria. Esto ha generado un debate en torno al futuro del cooperativismo de consumo agroecológico y ha hecho que se tengan en cuenta experiencias más grandes y profesionalizadas donde la exigencia es menor, como es el caso de supermercados cooperativos como Landare, en Navarra, o el Park Slope Food Coop de Brooklyn, con 17.000 personas socias y voluntariado obligatorio. 

Inspirado en el modelo de la cooperativa Park Slope Food Coop, en Manresa se trabaja en el primer supermercado cooperativo de Cataluña. Se trata de uno de los Proyectos Singulares de 2019 financiados por la Generalitat e impulsado por Frescoop, Quèviure, Fundació Ulldecona y la Asociación para el Impulso de los Supermercados Cooperativos y el Mercado Social. El objetivo es abrir también un supermercado en Barcelona y una central de compra en Terres de l’Ebre.

Alba Rojas, socia trabajadora de Frescoop y miembro del grupo impulsor del futuro supermercado cooperativo de Manresa, asegura que uno de los objetivos es “dar a conocer el modelo y generar comunidad y tomar conciencia de lo que genera consumir de una manera o de otra. ¿Cómo? Haciéndonos propietarias de todo el proceso y siendo proactivas con la toma de decisiones “.

Ante la situación actual, Rojas cree que “esta crisis evidencia que esta apuesta toma más sentido que nunca. El modelo globalizado nos está llevando al abismo”, dice, “hay que construir comunidades cercanas y tener confianza en quien hay detrás de cada proyecto, y como consumidoras, ser libres de lo que queremos “.

COVID-19 y alimentación

Hasta hace unas semanas, parte de la actividad de MengemBages se dedicaba a abastecer cocinas de colectividades, caterings, pero la actual crisis sanitaria ha detenido esta parte, “con la incertidumbre de cómo irá todo, tampoco podemos transformar el proyecto en otra realidad, pero durante este confinamiento nos hemos centrado en la tienda y en el reparto a domicilio “, dice Rojas.

MengemBages es proyecto de la cooperativa  Frescoop SCCL, una iniciativa social y sin ánimo de lucro que se dedica a la distribución de alimentos de proximidad para particulares y colectividades, con una voluntad de trabajar con y por el territorio. Esta cooperativa ha creado una red de productores locales que ponen a la venta productos de temporada, algunos ecológicos, pero, sobre todo, de proximidad.

La tienda de MengemBages, en Manresa

El día a día les ha cambiado radicalmente. Si hasta justo antes del confinamiento MengemBages preparaba 30 pedidos semanales, ahora prepara 30 o 40 cada día, “hemos centrado toda la actividad hacia aquí con la voluntad de dar servicio, abaratando los costes de transporte y teniendo claro que tenemos un límite de pedidos porque, a pesar de todo, no hemos aumentado la estructura”. Cada día hay 3 personas preparando los pedidos y una haciendo los repartos, “también somos punto de recogida y pedimos la corresponsabilidad, porque repartimos en toda la comarca del Bages y con todas las medidas sanitarias y controles de higiene, que también ralentizan mucho el reparto”. La cooperativa ha priorizado la necesidad de ser muy cuidadosas para generar la máxima seguridad, “hemos visto mucho miedo y también hemos tenido nosotras”, dice Rojas.

MengemBages

Aparte del crecimiento del número de pedidos, “al principio sobre todo de hijos e hijas por sus padres”, la cooperativa ha detectado la necesidad social de su entorno, “a partir de la segunda semana nos paraban personas para pedir comida porque no tenían “. Ahora, se han trasladado al almacén para atender esta nueva dimensión y gestionar, también, las mermas de comida con 12 familias a través del trabajo con redes de apoyo vecinales. MengemBages también es uno de los proyectos participantes del Fons Cooperatiu per l’Emergència Social i Sanitària, que ha aportado 2.000 euros para abastecer de alimentos 200 jóvenes sin hogar y 30 familias, junto con la comunidad islámica del Bages.

Con la esperanza de que esta intercooperación y la voluntad de consumir conscientemente perduren en el tiempo, MengemBages está habilitando un punto de recogida de productores que habitualmente venden a colectividades y que ahora deben hacer puerta a puerta, “no hemos valorado costes de personal ni energéticos y el acuerdo es a través de una especie de taquilla inversa. Es el momento de apoyarnos “.

Con el mismo objetivo solidario, nace #TodasALaMesa, una campaña de apoyo a las personas y colectivos más vulnerables ante esta crisis sanitaria y, de rebote, económica y social, impulsada por Opcions, que pone el foco en dos sectores: la agricultura agroecológica y los proyectos de fomento del consumo responsable y el economía social y solidaria.

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