Compostar los propios residuos orgánicos podría ser una práctica al alcance de prácticamente toda la población. Las diversas soluciones de compostaje, entre las cuales se encuentra el vermicompostaje, se adaptan a diferentes contextos urbanos y sociales: desde hogares con jardín hasta barrios de bloques de pisos, desde balcones individuales hasta jardines comunitarios, huertos escolares u otros espacios. El compostaje es una tecnología muy versátil, simple y robusta, sin muchos requerimientos aparte de un poco de espacio y un cierto mantenimiento regular. Actualmente, según la Agencia de Residuos de Cataluña más de 400 municipios catalanes fomentan el autocompostaje con más de 26.000 compostadores activos, alguns de los cuales permiten hacer compostaje comunitario.
Con compostadores de un metro cúbico se pueden llegar a tratar los restos de treinta familias
En zonas urbanas densas, donde las familias no disponen de espacio más allá de un pequeño balcón o terraza, la solución puede ser hacer compost en grandes compostadores compartidos. En vez de los compostadores individuales, habituales en los huertos y jardines particulares, hay que disponer en este caso de compostadores de gran capacidad, donde tratar los restos orgánicos domésticos de pequeños grupos vecinales. Con compostadores de un metro cúbico se pueden llegar a tratar los restos de treinta familias y obtener de ciento a doscientos kilos de compost maduro de cada compostador.
La gestión es muy sencilla: los personas que participan, simplemente, tienen que aportar sus restos orgánicos domésticos, sin bolsa, al compostador. Cada pocos días se tiene que remover e intentar mantener un equilibrio entre materia húmeda y seca. Por eso es interesante combinar familias que aporten restos de cocina (fruta, verdura) con otros que aporten ramas y hojarasca de patios o jardines. Al cabo de unos meses, se podrá extraer y repartir el compost, cribándolo previamente.
Es una práctica que de momento es más habitual en zonas rurales donde incluso sustituye totalmente la recogida de residuos orgánicos. Son buenos ejemplos las comarcas del Berguedà o del Pallars Sobirà, donde varios municipios disponen de compostadores municipales en vez de contenedores de materia orgánica. La basura no se recoge, se composta en la vía pública.
En cambio, de experiencias de compostaje comunitario en entornos urbanos, excepto aquellos ligados a huertos, todavía se encuentran pocos antecedentes. Muchos espacios comunitarios con huerto urbano hacen compostaje de los propios restos, pero pocos se abren a aportaciones comunitarias de restos domésticos. En la ciudad de Barcelona funcionan con restos de los hogares, desde hace años, el del barrio Sagrada Familia, el del Bosc Turull, el del huerto del Casal del Pou de la Figuera, o el proyecto Espai Quiró, entre otros. El compost obtenido se reparte entre el vecindario para uso particular, va a algún huerto próximo o puede usarse en jardines o alcorques de la zona.
La experiencia en primera persona
Maria Teresa, por ejemplo, es usuaria del compostador comunitario de Sagrada Familia desde hace tres años. Participa por coherencia, igual que separa el resto de fracciones. El compostador comunitario, para Maria Teresa, es la mejor manera de reciclar la fracción orgánica. Ella aporta especialmente los restos de cocina, como por ejemplo la pulpa sobrante de los licuados de frutas y verduras que prepara. Le interesa obtener el abono orgánico para sus plantas. En este compostador, se organizan algunos encuentros para vaciar y cribar el compost de manera colectiva y después cada familia se lleva una bolsa de compost.
Dámaris, colombiana que vive en Barcelona desde hace quince años y que utiliza el compostador desde hace un año, comenta que se pone de mal humor al ver tantos plásticos e impropios al contenedor marrón. El compostaje comunitario le recuerda al que se hace en su país a las fincas de cultivo con los restos de café y yuca. Viene dos veces por semana a tirar orgánica y como que en casa son vegetarianos, le resulta muy fácil separar los restos. No se había llevado nunca el compuesto hasta hoy que ha venido por primera vez. Le basta con saber que sus restos se convierten en compuesto en el barrio.
Marcel en cambio, se lleva el compuesto por el pequeño huerto que tiene en Cornellà de Llobregat. Participa en el compostador desde el 2014 y le entusiasma la idea de reciclar la orgánica de este modo. A pesar de pasar alguna temporada fuera de Barcelona, cuando vive al barrio no duda en aportar los restos de su casa.
Muchas posibilidades
Los huertos comunitarios son espacios con gran potencial para desarrollar compostaje comunitario, abriéndose a las aportaciones del vecindario próximo. Ahora bien, hay que remarcar que no son la única opción. Las áreas de compostaje se pueden situar en jardines, en parques comunitarios o en la vía pública. Las administraciones pueden ayudar en la compra de los compostadores, la formación y el seguimiento, pero no es imprescindible. Los compostadores pueden ser de autoconstrucción (hechos con maderas de palé recicladas) y las tareas de mantenimiento las puede hacer personal voluntario con un poco de formación.
Las áreas de compostaje se pueden situar en jardines, en parques comunitarios o en la vía pública.
El compostaje como tratamiento in situ de los residuos reduce a cero la necesidad de transportar. La mejora ambiental, solo por eso, ya es notable. Pero también supone una mejora de los índices de calidad de la recogida selectiva. El compost obtenido es de buena calidad puesto que el esfuerzo de la elige de los residuos se ve directamente recompensada con un resultado palpable y muy apreciado.
El compostaje comunitario es pues una experiencia en la que la vertiente ambiental de la autocompostaje se complementa con la social: compartir un espacio y unas tareas por el beneficio común.