¿Te has preguntado cuántos cepillos de dientes usarás a lo largo de tu vida? Teniendo en cuenta que los dentistas recomiendan cambiarlo cada 3 meses, esto supone gastar 4 cepillos al año, lo cual puede llegar a representar más de 300 cepillos por persona, 1.120 por familia, 40.000 por una escala de vecinas… Y así, ir sumando.
¿Qué pasa con los cepillos de dientes cuando se convierten en residuo?
La producción de plástico no para a pesar de que conocemos las consecuencias negativas. Tal como explicábamos en el Cuaderno El Negoci dels Residus, el 99% del plástico que se produce es a partir de combustibles fósiles, con las consecuencias evidentes que esto tiene en cuanto a emisiones; y solo el 9% de todo el plástico tirado desde el 1950 se ha reciclado. De hecho, en el Estado español, solo el 14% del plástico que se produce se recupera, el 40% acaba en vertederos, el 14% se incinera y el 32% acaba al medio. Y esto lo podemos aplicar a un elemento muy cotidiano y que todas tenemos en casa: los cepillos de dientes.
El problema de los cepillos de dientes, como muchos de los objetos cotidianos, es que, una vez las cerdas están gastadas, no tenemos un sistema para repararlo ni reutilizarlo, intercambiarlo ni tampoco… ¡para reciclarlo correctamente! Si bien, por ser un objeto de plástico, querríamos depositarlo en el contenedor amarillo, este es un contenedor destinado solo a envases (y la gestión del cual se hace a través de la empresa privada Ecoembes, como explicamos en este artículo), y Ecoembes no se quiere hacer responsable del tratamiento de nada que no sea envase y por el cual haya recibido el pago correspondiente. Y cuando preguntamos a la Agencia de Residuos de Cataluña, nos dice que el cepillo de dientes, como residuo, tiene que ser depositado en la fracción resta. Por lo tanto, el cepillo de dientes, no se recicla.
Es decir, en el mejor de los casos, los cepillos acaban incinerados, con la consiguiente generación de emisiones tóxicas al aire. En el peor, dispersados por el medio y, teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que tarda a desaparecer (entre 100 y 500 años), podemos hacernos una idea de la cantidad de cepillos de dientes que tenemos esparcidos por el mundo.
Cepillos de dientes y residuo cero
Para avanzar hacia la sociedad residuo cero y hacer frente a la problemática de los residuos y la dificultad de su tratamiento, una de las opciones que tenemos es incorporar hábitos que contribuyan a esta reducción de residuos. Y hoy nos centramos en los cepillos de dientes y la alternativa a los cepillos de plástico.
Las alternativas más sostenibles al cepillo de plástico convencional son el cepillo de bambú o madera y el cepillo con cabezal intercambiable.
Cepillo de dientes de bambú o de madera
Tanto el bambú como la madera son elementos biodegradables y compostables. Aunque no todos los cabezales están hechos con materiales biodegradables y algunos todavía son de plástico, y es por eso que hace falta que los separamos antes de reciclarlos.
Uno de los inconvenientes del cepillo de bambú o de madera es que, al tratarse de materiales porosos, pueden acumular más hongos. Por eso es importante limpiarlos bien después de usarlos y enjugarlos en la medida de lo posible o guardarlos de forma que se mantengan ventilados (evitad los vasos, puesto que pueden acumular agua al fondo e incrementar la humedad). De vez en cuando, podemos limpiarlos más a fondo sumergiéndolos durante un rato en una mezcla de vinagre y bicarbonato.
Hace falta que tengamos en cuenta que buena parte del bambú se cultiva en China y, por lo tanto, recorre una larga kilometrada hasta llegar a nuestras casas en forma de cepillo de dientes. En el caso de los cepillos de madera, podemos asegurarnos que la procedencia de la madera sea certificada y que garantice una buena gestión forestal.
Cepillo de dientes de cabezal intercambiable
Esta es otra opción que nos permite situarnos a medio camino en la reducción de residuos. Son cepillos de dientes con el cabezal intercambiable, por lo tanto, solo tenemos que cambiar una pequeña parte del cepillo y reducimos considerablemente la generación de residuos.
El mango de estos cepillos puede estar hecho de madera, de bambú, bioplástico u otros materiales de base orgánica. Idealmente, tendríamos que optar por aquellos que sean de más fácil procesamiento cuando llegue el momento de reciclarlos, como lo son el bambú y la madera.
En cuanto a los cabezales, aquí también encontramos variedad: desde cabezales de plástico hasta cabezales de bambú, madera o de celulosa y con cerdas también de origen orgánico.
En cuanto a la conservación de estos cepillos, recomendamos seguir la misma que en los anteriores: enjugarlos en la medida de lo posible y guardarlos en algún lugar que les permita estar ventilados y así evitar la acumulación de hongos.
Y… ¿los cepillos de dientes eléctricos?
Los profesionales acostumbran a decir que un cepillo de dientes manual es igual de efectivo que un cepillo de dientes eléctrico, lo importante es cómo los usamos y los hábitos de higiene que tenemos.
Partiendo de este hecho, pues, podemos afirmar que un cepillo de dientes manual siempre será más sostenible que uno de eléctrico, no solo por la huella de carbono diferencial en el proceso de fabricación, sino también por la complicada gestión como residuo de sus componentes, que son de difícil recuperación y reciclaje. De hecho, los RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) son catalogados como peligrosos, puesto que contienen infinidad de sustancias, la mayoría tóxicas y perjudiciales, tanto para el medio ambiente como para la salud de las personas.
