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Residuos crecientes

1 de noviembre, 2017

Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) representan una grave problemática en la sociedad de consumo. Por la gran cantidad de residuos que generamos, por la dificultar de algunos reciclajes y también por la contaminación que implican tratamientos como por ejemplo, la incineración.

El 2016 se recogieron selectivamente más de 600.000 toneladas de residuos RAEE, cosa que equivale a más de 4 quilos por persona. A este dato faltaría añadir los aparatos que tiraron de forma no selectiva y que son imposibles de contabilizar. Un auténtico derroche si tenemos en cuenta que más del 90% de los aparatos averiados pueden ser reparados, según nos indican los talleres de reparación consultados. El mismo año, se pusieron a la venta 640.000 toneladas de aparatos eléctricos y electrónicos, casi 14 quilos por persona.

La Directiva de residuos electrónicos del Parlamento Europeo del 2012, establece que por cada 100 aparatos que se ponen a la venta, hay que recoger al menos 45. Es decir, que las cifras de residuos son las que deben acercarse a las de la producción y no al revés (caso en qué la cantidad de residuos generados marcaría la oferta del sector). Esta regulación también persigue los siguientes objetivos:

  • Facilitar el retorno de aparatos usados (los precios de los aparatos incluyen una tasa de reciclaje, de manera que, en el momento de tirarlos, el propietario ya no debe asumir ningún coste adicional).
  • Incrementar su reciclaje para aprovechar sus componentes y reducir el impacto ambiental.
  • Evitar que los residuos abandonen el territorio europeo a través de controles portuarios más estrictos.

Los residuos electrónicos son un grave problema ambiental, más teniendo en cuenta las redes de tráfico ilegal de dichos residuos. En el artículo La tragedia de los residuos electrónicos hablamos de ello y del documental homónimo dirigido por Cosima Dannoritzer.

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