Albert Cuchí es arquitecto (ETSAB, 1983) y profesor titular del Departamento de Construcciones Arquitectónicas en la Escuela de Arquitectura del Vallès de la UPC. Además, es miembro fundador de la agrupación Arquitectura y Sostenibilidad del Colegio de Arquitectos de Cataluña y miembro fundador de GBC España (capítulo español del World Green Building Council). Dirige su investigación hacia las relaciones entre la arquitectura y la exigencia de sostenibilidad.
¿Qué tenéis que decir los arquitectos y urbanistas?
Tenemos un problema y es que tenemos que cambiar nuestra relación con el medio. Ahora nos damos cuenta de las numerosas alarmas que nos llegan: chubascos, sequías, olas de calor y de frío… episodios extremos y frecuentes. A pesar de que nuestra gran crisis es la pérdida de biodiversidad. En realidad, todo esto nos indica que hay que cambiar nuestro modelo de relación con la natura y, por lo tanto, nuestro modelo productivo y manera de satisfacer las necesidades, que ha sido creada por el modelo industrial. El modelo industrial es, de hecho, el padre del deterioro ambiental y de este modelo de relación con el medio. ¡Necesitamos un cambio cultural!
¿Cuál es el problema de este modelo?
En el caso del cambio climático, es esencialmente el carbono, las emisiones de CO₂ a la atmósfera. Este es uno de nuestros grandes problemas. Hay el movimiento Transition Towns, que apuesta por un futuro bajo en emisiones de carbono y por cambiar para liberarnos de esta dependencia del carbono. Si calculamos nuestra huella de carbono en alimentación, ¡nos damos cuenta que es brutal!
Y el problema de este modelo son las soluciones que nos da: para la energía, el coche eléctrico; para las variaciones en el clima, aislamiento térmico en nuestros hogares. Nos dicen “No hay problema: tú vive igual, que nosotros te lo solucionaremos con procesos técnicos”. Pero nos damos cuenta que esto es totalmente insuficiente. La dependencia de las energías renovables respecto a los minerales y las tierras raras hace que la apuesta técnica no sea viable… O que se pueda descarbonizar Europa, pero no el resto del mundo. Por lo tanto, esta opción técnica no sería la mejor opción.
¿Cuál sería?
Creo que nos lo tenemos que mirar al revés. La verdadera utilidad de descarbonizar la vivienda (o la movilidad o la alimentación) es darnos cuenta de hasta qué punto somos prisioneros del modelo fósil. No es tanto solucionar el problema buscando formas de adaptación y mitigación del cambio climático, que también, como hacer que sea un camino de aprendizaje. Y como dice Yayo Herrero, que el nuestro sea un camino para descubrir las dependencias.
¡Dependencias, tenemos muchas!
En la Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallès, en el marco del concurso Solar Decathlon Europe, los estudiantes hicieron un ejercicio muy interesante para darse cuenta de una de estas dependencias cotidianas: la nevera. Este es seguramente el electrodoméstico que más consume a lo largo del año. Una de las vías para reducir este consumo es, evidentemente, hacerla más eficiente. Pero, ¿cómo la podemos hacer más eficiente? Pues reduciendo el uso, poniendo menos cosas en el frigorífico, teniéndolo menos lleno… Pero cuando empezamos a hacer esto, nos topamos con nuestro modelo alimentario, que es altamente dependiente de la nevera.
Las casas también nos vinculan a determinados modelos de vida…
Sí. Recuerdo la casa de mi abuela, una casa del Eixample, de estas que dan delante y detrás. Había un momento del año que guardo entre mis recuerdos infantiles: la habitación de mi abuela y el comedor cambiaban de lugar. ¿Por qué? Para aprovechar las diferentes condiciones que se daban a un lugar o al otro. Pero es que, además, la casa se vestía y se desvestía. En verano desaparecían las alfombras, las cortinas de terciopelo… Incluso en algunas casas desempañaban las paredes. Fijaos en el bordillo de madera que hay en las estancias de estas casas: servía para clavar las alfombras en verano, y el dibujo de las baldosas era porque, cuando se retiraban las alfombras, el suelo no se viera sin encanto: el dibujo de las baldosas imita las alfombras. Es decir, antes había una lectura de las oportunidades para gestionar las posibilidades que daban los espacios, un conocimiento del uso de los edificios que se ha ido perdiendo.
¿Y cómo se ha perdido este conocimiento?
Con la llegada de la estufa de petróleo. Y después la de gas, la calefacción… y todo aquello se acabó. Todo el año era verano; ya no había alfombras (quizás solo las de adorno en el comedor), las cortinitas se quedaron todo el año… En definitiva, llegó un verano perpetuo. Si lo que hubiera llegado primero hubiera sido el aire acondicionado, nos habríamos quedado con un invierno perpetuo, tendríamos las alfombras puestas y las cortinas de terciopelo.
Un Cuaderno de Opcions está dedicado confort térmico. ¿Qué me dices, de este concepto?
El concepto de confort térmico está vinculado a un componente cultural, a unas maneras de hacer determinadas que a menudo no responden a los instrumentos que tenemos.
Yo mismo vivo en un piso de Gracia que es un edificio patrimonial y no lo podemos aislar por fuera. Pero este piso tiene una estrategia patrimonial para generar confort que no se recupera… y lo que hacemos es poner calefacción en invierno y aire acondicionado en verano.
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FRAGMENTO EXTRAÍDO DEL CUADERNO
Con esto lo que quiero decirte es que no es solo una cuestión de aislamiento térmico, sino de recorrido crítico por todos nuestros hábitos, porque lo que tenemos que hacer es cambiar nuestra relación con la energía, con el medio ambiente en general. El aislamiento térmico es un instrumento que en un momento determinado podemos utilizar, y seguramente la emergencia de la situación nos pide y continuará pidiendo que mejoremos la eficiencia térmica de los edificios, pero esto tiene que ser solo el primer paso para generar este cambio.
Pero ¿cómo hacemos este cambio? No puede ser un cambio personal. También debe ser un cambio político, económico… y con carácter social, accesible para todos.
Sí, por eso es tan necesaria la concienciación. Yo, como arquitecto, te puedo aislar la casa, pero no te puedo acompañar en este camino de cambio de tu relación con la energía si tú no lo quieres hacer. Si tú lo que quieres es mantener el mismo nivel de vida y ponerte los electrodomésticos plus, plus plus, coche eléctrico y placas solares yo poco puedo hacer. Y este es el mensaje que se envía y que refuerza lo que tú quieres. Pero hay segmentos de la población a quién ni este mensaje llega ni tiene capacidad para desplegarlo.
Tenemos diferentes niveles de población, más o menos concienciada, con más o menos posibilidad económica u organizativa. Y el mensaje tiene que ser diferente y la acción también.
Me gustaría preguntarte por el concepto de sostenibilidad.
La respuesta está clara: cerrar los ciclos de los materiales en todos los procesos de satisfacción de las necesidades. O sea, que los recursos que tú utilizas, al final del proceso, vuelvan a ser recursos: por lo tanto, coger el residuo y volverlo a la calidad de recurso. Las sociedades tradicionales funcionaban así.
Pero hoy no tenemos sociedades tradicionales… ¿Qué hacemos de una ciudad como Barcelona, por ejemplo?
Claro, porque la Barcelona de hoy ya es fruto de una sociedad industrial.
El problema es que aquella sociedad tradicional que utilizaba la biosfera como máquina de la que extraer los recursos y devolvía los residuos en forma de nuevo recurso se ha convertido en una sociedad basada en los combustibles fósiles. Y dimos un salto brutal en la sociedad, con la idea del progreso a base de bombear recursos y extraer minerales… que acaban en forma de residuos que vertemos en el medio. La crisis que actualmente tenemos es, en buena parte, a causa de estos residuos, de la contaminación.
Esto es justo lo contrario de la sostenibilidad…
Estamos viviendo a base de hacer desaparecer el futuro. Nos estamos comiendo el futuro. Esto es lo que hace el capitalismo: llevar el futuro al presente. En cierto modo estamos exportando pobreza hacia el futuro.
¿Cómo encaja el concepto de sostenibilidad con el de arquitectura?
Mira, quizás nosotros lo tenemos más fácil porque usamos muchos materiales que respetan este criterio del ciclo de los materiales que te he comentado (usamos tierra, mortero de cal, etc.) Y además, en los edificios, podemos volver a utilizar las estrategias del piso de mi abuela; quizás no las mismas, ni todas por igual… Porque, ¡quién quiere recuperar las cuatro capas de mantas teniendo la funda nórdica! Es decir, no hace falta que volvamos exactamente a las mismas soluciones técnicas, pero sí que recuperemos ciertas formas de funcionamiento.
¿Y la ciudad?
Saquemos el coche. El coche es el elemento que ha configurado y cambiado la ciudad, y además es hijo de un modelo consumidor y depredador de recursos. Eliminando el coche cambiamos la ciudad y la recuperamos. Entonces habrá que recuperar el espacio público, volverlo a habitar. Recuperar la calle, para pasear, para jugar…
Háblame de algunos ejemplos inspiradores de espacios públicos, edificios, prácticas…
Transition Towns son muy inspiradores en el sentido organizativo, como muestra de cómo la sociedad civil se puede organizar.
También me gusta especialmente un estudio del metabolismo que hicimos en Amorebieta-Etxano, en el País Vasco. Se trata de un pueblo que tiene la parte de montaña (Etxano) y la parte industrial (Amorebieta). La gente de Etxano nos encargaron un relato para presentarse a la discusión del plan de ordenación urbana. Nos encontrábamos con un municipio formado por dos realidades: la vinculada a la montaña, con actividad productiva todavía en parte tradicional y la vinculada al valle, con actividad industrial y un paisaje fruto de la industrialización, desconectada del territorio y altamente contaminante. Estructuramos el estudio en cinco ejes: agua, caseríos y alimentación, energía, bosque y gente, y trabajamos con entrevistas e investigación participativa. A partir de esto, pudimos consolidar una visión de futuro del territorio y la ciudad desde la sostenibilidad y la resiliencia del modelo productivo y social, con ciclos cerrados y tendencia a la autosuficiencia local, recuperando la relación de la ciudad con la montaña, reconectando el uso de los materiales con el territorio, etc.
Otro ejemplo es el de Vrin, un pueblecito de Suiza que, queriendo vivir de su propio territorio, lo cambia todo: los caminos, las parcelas… ¡todo! Y genera una nueva tradición. Una tradición nueva, cierto, pero que reconoce el legado de años, una tradición en la cual sus abuelas se reconocerían.
Estos procesos de cambio locales son muy interesantes, inspiradores y reproducibles.
Nuestra gran estrategia tiene que ser la reterritorialización. Volver a conectar con el territorio y buscar las oportunidades de conexión que tenemos.
¿Y cómo crees que llegaremos a realizar este cambio? ¿Lo haremos porque nos lo creemos y compramos el relato o porque nos llegará de repente?
Ya nos está llegando. Tenemos que empezar a desmantelar ciertos territorios. Mucho territorio que ocupamos ya no nos ofrece las condiciones porque lo continuamos habitando. La cuestión es que, si no lo hacemos ahora, lo tendremos que hacer después de manera forzada y repentina, y el problema será si entonces tendremos suficiente cohesión social para dar una respuesta solidaria y que la desorganización social se dé de manera “ordenada”.
EN Opcions, decimos que el consum consciente parte de una reflexión sobre si una decisión para resolver una necesidad tiene en cuenta criterios de justicia social y de impacto medioambiental. ¿Podemos hacer lo mismo con la arquitectura? ¿Podemos hablar de arquitectura consciente o responsable?
Lo más importante es pensar que cuando queremos satisfacer una necesidad activamos una serie de recursos. En vivienda lo primero que tenemos que hacer es entender que construir de nuevo no es la actividad clave. Ya tenemos todos los edificios que necesitamos, o casi todos. Por lo tanto, la pregunta es cómo aprovechamos el parque de edificios construido y lo que tenemos que conseguir es que este parque responda a las necesidades de la gente del entorno y que los recursos que use sean tan locales como sea posible y en ciclo cerrado. Al final, de lo que se trata es de generar habitabilidad, naturalmente en el espacio más íntimo del hogar, pero también en el espacio público que habitamos y compartimos. Conseguir una habitabilidad accesible y sostenible sin destruir el futuro de los que vendrán.
Esta entrevista abre el Cuaderno Confort térmico. Consúltalo en nuestra hemeroteca.