Los medios de comunicación han alterado la manera de producir contenidos para captar, en estas plataformas, la atención de los ciudadanos. Fuera de la industria periodística, existe un mercado de la influencia social en el que nada es lo que parece. Las granjas de contenidos crean noticias falsas, cuentas mercenarias, bots e inflan conversaciones con el propósito de influir en la opinión pública y crear corrientes de opinión favorables a determinadas ideas.
Las noticias ya no pertenecen a los medios. La esfera pública está ahora operada por un pequeño número de empresas privadas con sede en Silicon Valley. Los algoritmos son los gatekeepers del siglo XXI: deciden lo que leemos y lo que pensamos. Casi todo el contenido se publica ahora en plataformas sociales, empresas que admiten que no tienen ni las habilidades ni el deseo de editar contenido. Los medios tradicionales tienen criterio periodístico y editorial, pero relativamente poco control sobre la distribución del contenido. Los ingenieros de Silicon Valley, que rara vez piensan en el periodismo, el impacto cultural o la responsabilidad democrática, toman cada día decisiones que dan forma a cómo se crean y difunden las noticias.
Aumentan los contenidos absurdos y se incentiva la polarización y el contenido radical y extremo
En los últimos meses, antiguos desarrolladores han expresado públicamente su lamento por haber creado los botones de “me gusta” de Facebook e Instagram y el retuit de Twitter. Los incentivos que generan estos botones son perniciosos para la cultura democrática: se escriben mensajes para llamar la atención. Así, aumentan los contenidos absurdos y se incentiva la polarización y el contenido radical y extremo.
Pescando clics
Hace tiempo que los medios de comunicación trabajan con un ojo puesto en los temas que crean polémica en la red, y se los apropian con el objetivo de conseguir más visitas a su página web, más me gustas, más comentarios. Hay dos tipos de informaciones ante las que el usuario no puede reprimir el impulso de compartir: las que tienden a producir sensaciones y emociones placenteras y las que, por el contrario, incentivan la indignación y el enfado colectivo.
Los medios de comunicación trabajan con un ojo puesto en los temas que crean polémica en la red
Los contenidos con titulares sensacionalistas cuyo único objetivo es llamar la atención de los lectores y empujarlos a hacer clic en un enlace se conocen despectivamente como clickbait. Las técnicas más utilizadas por los medios para pescar clics son: los titulares que omiten información (“El sorprendente comentario de Herrera sobre Rufián”); los que prometen algún tipo de emoción (“Una perrita se reencuentra con sus cachorros”); y los hiperbólicos (que suelen contener algo así como “lo que sucede a continuación te sorprenderá” o “no te lo vas a creer”).
La recomendación social no siempre coincide con el criterio de interés público, que en los inicios de la prensa ocupaba una de las primeras posiciones a la hora de seleccionar y jerarquizar las noticias, dos de las funciones básicas del Periodismo. Es más entretenido leer las informaciones apuntadas más arriba (todos los titulares son reales y han aparecido en algún medio digital) que una sobre un Consejo de la Unión Europea, pero el bienestar de los ciudadanos resultará mucho más afectado por el segundo hecho que por el primero.
Se tiende a consumir noticias que refuerzan las propias creencias en vez de consultar una diversidad de fuentes
Como contrapartida, los usuarios, en el nuevo paradigma digital, tienen más poder de decisión en el establecimiento de la agenda. Sin embargo, las promesas de Internet como un espacio de acceso a la información neutral, abierto, gratuito y construido entre todos no se han cumplido. Y, a estas alturas, son mayores los perjuicios que los beneficios asociados a la producción y el consumo de noticias en la red. Distintos intelectuales vienen alertando de que, en Internet, los usuarios tienden a consumir las noticias que refuerzan sus propias creencias en lugar de consultar una diversidad de fuentes.
Nada es lo que parece
La relación entre empresas periodísticas y tecnológicas experimentó un punto de inflexión con la llegada de Donald Trump al poder. Durante la campaña electoral, tecnológicas como Google y Facebook dieron difusión a noticias falsas y rumores, que habrían tenido peso en la elección del nuevo presidente. Una de las mentiras más influyentes en la elección fue la que aseguró que el papa Francisco dio su apoyo a Trump.
Tanto Google como Facebook –que hasta la fecha nunca habían asumido ninguna responsabilidad en cuanto al contenido que circula por sus plataformas– declararon la guerra a las webs de noticias falsas, tras descubrir que en Macedonia se estaban creando webs con la única finalidad de generar y difundir noticias falsas sobre Hillary Clinton. Estas informaciones, que luego eran compartidas masivamente, permitían a esas webs percibir dinero a través de la publicidad que les colocaba el AdSense de Google.
En Internet nada es lo que parece y proliferan las noticias falsas, las cuentas mercenarias, los bots y las conversaciones infladas. Los procesos electorales a nivel municipal, estatal y europeo han dado buena cuenta de ello. Twitter suprimió 130 cuentas falsas de Twitter vinculadas a ERC dedicadas a amplificar el mensaje con retuits y a generar conversación, según Europapress. Años atrás fue sonado el caso de Mariano Rajoy, cuya cuenta de Twitter ganó 60.000 seguidores en un solo día. Poco después, Pedro Sánchez fue acusado de recibir en Twitter el apoyo de 80 cuentas falsas que lanzaban spam político. La cuenta de Twitter @BotsPoliticosNo ha detectado este comportamiento en formaciones y líderes de toda índole.
En Internet, nada es lo que parece y abunda el contenido y las interacciones automatizadas. Hay diferentes tipos de perfiles que difunden desinformación, así como técnicas fraudulentas para hacer ver lo que no es:
- Astroturfing: camuflar la propaganda de apoyo a un candidato, partido político, producto o servicio como si se tratara de algo espontáneo. Además de generar sensación de respaldo popular, también persigue impulsar conversaciones para favorecer a un cliente, atacar a rivales o magnificar algunos temas para colocarlos en la agenda mediática.
- Newsjacking: utilizar las etiquetas que son trending topic para colar mensajes que no tienen que ver con el tema que es tendencia con el objetivo conseguir que un mensaje alcance mayor notoriedad.
- Black Hat SEO: técnicas para engañar a los buscadores y conseguir mejor posicionamiento de una página web. Algunas de estas técnicas se utilizan también dentro de las redes sociales.