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No estoy seguro de que usted quiera leer esta columna

Las compañeras de Opcions me invitan a una colaboración regular con la revista. He dudado bastante antes de aceptar. ¿Por qué? Creo que las reflexiones que puedo aportar contrarían bastante las expectativas que la mayoría de la sociedad alberga sobre el terrible nudo con que hemos atado las cuestiones de producción, consumo, ecología y sustentabilidad. Son verdades (aproximaciones a la verdad) que la sociedad esencialmente no quiere oír. “Usted no se lo cree”, tituló Ferran Puig Vilar su benemérito blog sobre cambio climático. “Usted quizá no quiera leer esta columna”, podría yo acaso titular esta sección.

En una de tantas páginas de publicidad corporativa con que las grandes empresas intentan su greenwashing (lavado de cara verde) lee uno toda esta sarta de imperativos: “Reutiliza y recicla. Cuida el agua. Conecta personas. Apuesta por la innovación. Consume responsablemente. Respeta la biodiversidad. Promueve la eficiencia. Impulsa la investigación. Mueve talento. Usa energía limpia. Fomenta la economía circular. Trabaja en red. Emprende sostenible”, etc. No se trata solo de que el funcionamiento ordinario del capitalismo, sobre todo en la variante de capitalismo clientelista neocaciquil que prevalece en nuestro país, discurra en sentido contrario a toda esta ristra de buenos consejos (y por consiguiente los esfuerzos individuales de muchas personas bienintencionadas choquen contra barreras sistémicas más pronto que tarde). Ocurre además que el paradigma de “desarrollo sostenible” y “capitalismo verde” en el que se sitúan esos imperativos se ha quedado ya muy, muy viejo –en apenas un cuarto de siglo de recorrido.

La extralimitación (overshoot dicen los anglosajones) de nuestras sociedades con respecto a los límites biosféricos ha alcanzado tal magnitud, el sobreconsumo de recursos es tan inmenso, la degradación de la biosfera tan rápida, la velocidad del calentamiento global va aumentando tanto, que hoy no hay otra salida a la crisis ecológico-social que una contracción económica de emergencia. Asunto sobre el cual nuestra sociedad –y usted, probablemente, que me está leyendo– no quiere ni oír hablar.

De esto intentaré hablar en los meses que siguen.

Un amigo y compañero de aventuras, el científico de sistemas Carlos de Castro, concluye la mayoría de sus escritos con esta frase profunda: todo se realimenta. A mí me gustaría conservar ese final, añadiendo: cultivemos la compasión hacia todas las criaturas.

Este artículo es posible gracias a personas que colaboran con OPCIONS

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