macrogranja

Necesitamos un plan C

Jorge Riechmann lo tiene claro: la macrogranja porcina de Cuenca no es opción; el astroturismo que defienden los vecinos tampoco es la vía. Pero, ¿hay plan C?

Dormíamos y hemos despertado, decía la animosa consigna del 15-M, sobrevalorando bastante nuestras fuerzas. Las sacudidas socioeconómicas de los últimos años nos han hecho revolvernos en medio del sueño y abrir un ojo un poquito; por desgracia, no hemos ido más allá. Seguimos necesitando que nos griten ¡despertemos!, como acaba de hacer el colectivo Cristianisme i Justícia desde Barcelona.

No resultaría difícil mostrar lo anterior a partir de la cuestión “macro” de la Transición Ecológica, ahora tematizada de forma ministerial por el nuevo gobierno de Pedro Sánchez, con su flamante ministra Teresa Ribera; pero también podemos acercarnos a ese asunto grave desde lo “micro”. Por ejemplo, atendiendo a uno entre las decenas de conflictos que los proyectos de instalación de macrogranjas porcinas han abierto en nuestras tierras. El Estado español es ya el tercer exportador de carne de cerdo del mundo, según señala un informe de la organización Food & Water Europe, pero se querría ir a más.

Pues bien, en Zarzuela (Cuenca) un proyecto para implantar una macrogranja porcina (con 2.685 cerdas reproductoras y lechones de hasta 20 kilos destinados al vigoroso mercado chino) ha provocado protestas ciudadanas sobre todo en dos municipios vecinos: Villalba de la Sierra y Portilla. Ha surgido cierta articulación social contra el proyecto al considerar que “se pone en peligro el bienestar ciudadano, el de los animales que son tratados como meros objetos y la conservación del medio ambiente”. Destacan estas asociaciones que en la zona existe una gran riqueza natural, al situarse en la misma puerta de acceso al Parque Natural de la Serranía de Cuenca, destino certificado Starlight en el recién declarado Parque Astronómico de la Serranía de Cuenca, y ¡con muchas expectativas puestas en el llamado astroturismo!

La macrogranja no puede ser, no sirve el plan A (degradación del territorio, contaminación por purines, calentamiento global –entre otros impactos, y eso sin empezar a hablar siquiera del sufrimiento animal). Pero ¿vivir del astroturismo en tiempos de crisis energética y Sexta Gran Extinción? (degradación del territorio, dependencia de mercados lejanos e incontrolables, calentamiento global…). No valen ni el plan A, ni el plan B. ¡Necesitamos un plan C!

Pero ¿quién está pensando de verdad en el hipotético plan C? ¿Para cuándo –pongamos por caso– el Instituto de Colonización Permacultural de la España Vacía?

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