art-informacio-CamiloJimenez

La información sobre el consumo es poder. Pero ¿para quién? (primera parte)

Entendemos la información sobre el consumo como herramienta de transformación social. Pero, ¿y si lo realmente importante ya no es informar?

El pasado mes de enero, se votaron los temas para los dos próximos cuadernos monográficos de Opcions: los ganadores han sido Opciones de envejecimiento digno y El negocio de los residuos. Como hemos venido haciendo desde el inicio de la revista, intentaremos señalar los puntos oscuros, denuncias o polémicas que acompañan a estas actividades y las posibilidades que tenemos, como personas consumidoras y usuarias, de incidir sobre ellos y mejorarlos con nuestros hábitos y con nuestro dinero.

Esta labor de investigación y elaboración de contenidos ha sido una de las constantes en nuestra trayectoria: la información sobre el consumo como herramienta de transformación social. Pero, de vez en cuando, debemos cuestionarnos a nosotras mismas y preguntarnos: ¿y si lo realmente importante ya no es informar?

El valor de la información

Un ejemplo práctico al respecto de la pregunta que hemos formulado. Estamos arrancando motores con algunas preguntas abiertas para el primer cuaderno, Opciones de envejecimiento digno. La vejez es una etapa de la vida que todas querríamos transitar con dignidad, respeto y en buena compañía. Pero es una etapa en la que somos vulnerables y el sector de los cuidados a mayores es, lamentablemente, terreno fértil para abusos y vulneración de derechos. El sector está, en la actualidad, muy cuestionado a raíz de las miles de muertes por COVID-19 que se han producido en residencias, aunque no es la única praxis cuestionable. También asistimos últimamente a un goteo de noticias de casos de maltrato a mayores en residencias que es, francamente, preocupante.

Así pues, nos encontramos ante un sector sobre el que merece la pena, y mucho, investigar. La soledad, indefensión y vulnerabilidad de nuestros mayores (sobre todo dependientes) justifican sobradamente que nos hagamos preguntas, muchas preguntas.

  • ¿Cómo debemos prepararnos para envejecer dignamente?
  • ¿Cuáles son los recursos públicos, privados o concertados y en qué se diferencian?
  • ¿Qué problemáticas hay que abordar en relación a la vulnerabilidad de las personas mayores en tanto que consumidoras de servicios de dependencia?
  • ¿Cómo se relaciona la gente mayor con servicios complejos como las nuevas tecnologías o los servicios financieros?
  • ¿Cómo podemos tener un impacto positivo en la sociedad después de finalizada nuestra vida laboral?

Mirado en perspectiva, todo esto del envejecimiento nos puede afectar, tarde o temprano, a nosotros o a nuestros allegados. Conocer las respuestas a las preguntas que nos hayamos formulado nos dará un conocimiento que es la base indispensable para una acción un poco más coherente y, a ser posible, transformadora.

No siempre el conocimiento sobre un problema viene asociado a la posibilidad de esta acción transformadora

Pero, volviendo a la pregunta inicial (¿y si lo realmente importante ya no es informar?): no siempre el conocimiento sobre un problema viene asociado a la posibilidad de esta acción transformadora, cuando hablamos de decisiones de consumo. Por ejemplo, vayamos al caso de los residuos, el segundo tema de cuaderno que trataremos este 2021 y que hemos titulado, por ahora, El negocio de los residuos.

Aprender cómo se gestionan las basuras, quién se beneficia y por qué no se hace mejor, ¿nos permitirá tomar mejores elecciones que impacten en los sistemas de recogida, clasificación o gestión de los mismos? No parece haber una relación tan directa.

Me explico. Es cierto que tenemos un margen de “acción consumerista”: evitando compras innecesarias y sus embalajes, utilizando los circuitos de segunda mano o con unos buenos hábitos de clasificación de residuos tendremos un impacto positivo, hasta aquí de acuerdo. Pero hay todo un conjunto de influencias que son decisivas: las normativas vigentes; los sistemas de gestión de residuos existentes (con infraestructuras costosas de implantar y mantener); empresas constructoras y de gestión ambiental muy asentadas; intereses políticos y puertas giratorias; sin olvidar la realidad física pura y dura – es decir, los materiales disponibles en la corteza terrestre, su escasez y posibilidades de uso y reciclaje (minerales, recursos fósiles, madera, etc.)

Lo que quiero decir es que hay un conjunto de fuerzas que intervienen sobre el negocio de los residuos y nuestra acción como consumidoras es sólo una de ellas: relevante, pero no tanto como para ser determinante. Por lo tanto, conocer todo este entramado de gestión de materiales nos puede dar unas pautas para la acción individual, pero es lícito preguntarse si no haríamos mejor uso de nuestros recursos haciendo lobby, consultoría, laboratorios u otras iniciativas más concretas que no un producto comunicativo como puede ser una revista.

Nuestra acción com a consumidoras es relevante, pero no tanto como para ser determinante

Dicho de otra forma: ¿qué es más útil: comunicar o actuar?

Queda claro, pues, que es difícil acotar las investigaciones, acertar en las preguntas o encontrar los “puntos calientes” que generen interés y debate. Es por ello que os animo a aportar vuestros comentarios sobre este artículo, a formular las preguntas necesarias o a reflexionar sobre el sentido de lo que hacemos. Podéis hacerlo en redes sociales o por correo a redaccion@opcions.coop.

Los límites de la información

La pregunta anterior (¿qué es más útil: comunicar o actuar?) es muy relevante en un contexto de saturación informativa de la era Internet y nos lleva a reconsiderar cómo realizamos la producción y difusión de contenidos sobre consumo consciente.

Montse Peiron, fundadora de la revista Opcions allá por 2002, se preguntaba en un artículo del cuaderno Opcions 53 si el consumo consciente había conseguido cambiar algo desde entonces: “No hemos podido cambiar el mundo, pero sí que lo hemos transformado de un modo nada anecdótico”. Se refería a la presencia social del consumo consciente en el imaginario colectivo. Al hecho de que la población es más consciente ahora que hace veinte años de las implicaciones de nuestro modelo de consumo, y de que existen alternativas viables.

La población es más consciente ahora que hace veinte años de las implicaciones de nuestro modelo de consumo

Pero una de las consecuencias de este aparente éxito es que, sin querer, hemos ayudado a alumbrar un fenómeno preocupante: la bola de nieve de la publicidad con valores. Ahora, muchas de las empresas (a menudo enormes corporaciones) que se anuncian en TV y redes sociales se venden como verdes y justas, aunque el público desconozca cómo, cuánto o por qué se autodefinen así, quién controla la veracidad de estas afirmaciones y si son de fiar. Lo que está claro es que los valores a los que hacen referencia (la sostenibilidad, por ejemplo) se han insertado en la cultura colectiva gracias, en parte, a organizaciones como la nuestra, y la comunicación corporativa responde a esta demanda.

¿Significa esto que el mercado ha dado un vuelco hacia el ODS número 12 de producción y consumo responsables y estamos haciendo, por fin, las paces con el planeta? Conociendo las estrategias operativas y de comunicación actuales, la respuesta más probable es: igual nos están vendiendo la moto un poco. O quizás, mucho.

Un dictamen reciente del Consejo Económico y Social europeo sobre el consumo sostenible en Europa y las estrategias para conseguirlo reconoce que todo esto del marketing igual no sirve de mucho para cambiar el consumo: “Las políticas de la UE dirigidas al consumo se han centrado hasta ahora en el papel de los ciudadanos como consumidores y en utilizar instrumentos políticos basados en la información para intentar influir en el comportamiento de los consumidores. (…) Estos instrumentos políticos han tenido un efecto limitado en el consumo insostenible. De hecho, no existen muchas pruebas que sugieran que una mejor información sobre el rendimiento medioambiental de los productos, como las etiquetas ecológicas, logren cambios reales en los hábitos de compra, y mucho menos al nivel necesario.”

Muchas de las empresas que se anuncian en TV y redes sociales se venden como verdes y justas

En cualquier caso, dos reflexiones a compartir, al menos, sobre este fenómeno de la burbuja de la comunicación con valores:

La primera es que, para ser justos, hay que diferenciar entre, por un lado, los contenidos que hacemos en Opcions (y otros medios independientes) sobre consumo y, por otro, el triunfalismo verde que las empresas convencionales transmiten. Seguimos creyendo en la necesidad de una información rigurosa y estructurada sobre lo que consumimos. Si vosotras también lo creéis, no vamos a dejar de hacerlo, a pesar de la avalancha informativa.

En comparación con lo que antes llamaba “la bola de nieve de la publicidad con valores”, los análisis de consumo que hemos hecho históricamente en las revistas y cuadernos de Opcions tienen calidad informativa, rigor y veracidad, además de defender el bien común y no un interés particular. Queremos seguir haciéndolos porque constituyen un conocimiento sobre el fenómeno del consumo contemporáneo del que pensamos que no se puede prescindir. Por lo que nos puede aportar y por el potencial transformador que tiene, aunque sea modesto.

La segunda reflexión es que, probablemente, no sea suficiente publicar contenidos dignos del papel en que se imprimen. Para el público general no hay mucha diferencia, a primera vista, entre la sostenibilidad fake y lo que venimos haciendo en el sector más arraigado del cooperativismo, la economía solidaria y el ecologismo social. De hecho, probablemente, el mensaje sea mucho más amable y comprensible en el primer caso. Y, como tienen cien veces más presupuesto, llega más.

No podemos ceñirnos a la ilusión de que, publicando buenos contenidos y cargándonos de razones, lograremos que la mayoría social haga un giro en sus hábitos de consumo capaz de transformar el sistema económico. Es un ingrediente necesario, un primer paso imprescindible, pero, sin duda, insuficiente. El conocimiento adquirido hay que explotarlo.

Este artículo es posible gracias a personas que colaboran con OPCIONS

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Núm.65

NUEVO

Confort térmico. ¿Cómo lo generamos en tiempos de emergencia climática?

INVIERNO 2023

Núm.65

NUEVO

Confort térmico. ¿Cómo lo generamos en tiempos de emergencia climática?

INVIERNO 2023